Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 6, 1-7
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de
lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio
diario no se atendía a sus viudas. Los Doce, convocando a la asamblea de los
discípulos, dijeron:
-No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos
del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros,
hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de
esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra.
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron Esteban, hombre lleno de fe y
de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás,
prosélito de Antioquía. Se les presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron
las manos orando. La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se
multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la
fe.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[1].
Al multiplicarse los discípulos.
Hch 2, 41: Los que aceptaron
sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil
personas.
Dt 1, 9: Yo solo no
puedo cargar con vosotros. El Señor, vuestro Dios, os ha multiplicado, y hoy
sois tan numerosos como las estrellas del cielo. E
Buscad entre vosotros
a siete.
Ex 18, 17-23: El
suegro de Moisés le replicó: “No está bien lo que haces; os estáis matando tú y
el pueblo que te acompaña. La tarea es demasiado grande y no puedes despacharla
tú solo”.
Nm 27, 18: Toma a
Josue, hijo de Nun, hombre en quien está el espíritu, imponle las manos.
1Tm 3, 8-10: En
cuanto a los diáconos, sean asimismo respetables, sin doble lenguaje, no
aficionados al mucho vino ni dados a negocios sucios; que guarden el misterio
de la fe con la conciencia pura. Tienen que ser probados primero y, cuando se
vea que son intachables, que ejerzan el ministerio”.
Is 11, 2: Sobre él
se posará el espíritu del Señor: / espíritu de sabiduría y entendimiento, /
espíritu de concejo y fortaleza, / espíritu de ciencia y temor del Señor.
Hch 1, 8: En cambio,
recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la
tierra.
Nos dediquemos a la
oración y el ministerio de la palabra.
Hch 1, 14: Todos ellos
perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la
madre de Jesús, y con sus hermanos.
Hch 2, 42: Y
perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción
del pan y en las oraciones.
Les impusieron las
manos.
Hch 13, 3: Entonces,
después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron.
1 Tm 4, 14: No
descuides el don que hay en ti, que te fue dado por intervención profética con
la imposición de manos del presbiterio.
El número de
discípulos se multiplicaba.
Hch 2, 41: Los que
aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres
mil personas.
Iba aceptando la fe.
Rm 1, 5: Por él
hemos recibido la gracia del apostolado, para suscitar la obediencia de la fe
entre todos los gentiles, para gloria de su nombre.
Notas exegéticas[2].
6 1 (a) “Los discípulos”, nueva
manera, propia de los Hechos (no antes de 6, 1 ni después de 21, 16, indicio de
fuentes utilizadas por Lucas), de designar a los cristianos, equiparados de
este modo al pequeño grupo de fieles que se habían adherido a Jesús y al que
los evangelios designan con nombre.
6 1 (b) Los “helenistas”: judíos que
habían vivido fuera de Palestina, habían recibido alguna cultura griega y disponían en Jerusalén de sinagogas
particulares, en las que se leía la Biblia en griego. Los “hebreros” eran los
judíos autóctonos, hablaban el arameo, pero leían la Biblia en hebreo en sus
sinagogas. Esta división se transfirió al interior de la Iglesia primitiva. La
iniciativa de las misiones partirá del grupo helenista.
6 3 (a) Var.: “busquemos”.
6 3 (b) Doce era la cifra de las
tribus de Israel, Mc 3, 14. Siete es la de las naciones paganas que habitaban
Canaán
6 4 La doble función de los
apóstoles en las reuniones litúrgicas de la comunidad: dirigir las oraciones y
desarrollar la catequesis.
6 5 Lucas no da el nombre de “diáconos”
a los siete elegidos, aunque se repite la palabra “servicio” (diakonía),
ver Flp 1, 1. Todos los elegidos llevan nombre griego: el último es un
prosélito. Con esto, el grupo de cristianos helenistas recibe una organización
aparte del grupo hebreo. Es posible que detrás de la diferencia señalada en el
v.1 se oculte un desacuerdo más profundo entre hebreos y helenistas, quizá a
propósito de políticas misioneras.
6 6 O la comunidad, ver Hch 13, 1-3,
o mejor (v.3) los apóstoles.
Salmo
responsorial
Salmo 32
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti.
Aclamad,
justos, al Señor,
que
merece la alabanza de los buenos.
Dad
gracias al Señor con la cítara,
tocad
en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
La
palabra del Señor es sincera,
y
todas sus acciones son leales;
él
ama la justicia y el derecho,
y
su misericordia llena la tierra. R/.
Los
ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en
los que esperan su misericordia,
para
librar sus vidas de la muerte
y
reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Textos paralelos[3].
¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé.
Sal 32, 11:
Alegraos, justos, y gozado con el Señor; / aclamadlo los de corazón sincero.
que
la alabanza es propia de los rectos!
Sal 92, 2: Es bueno
dar gracias al Señor / y tocar para tu nombre, oh Altísimo.
Sal 147, 1: Alabad
al Señor, que la música es buena; / nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
Tocad
el arpa de diez cuerdas.
Sal 92, 4: Con
arpas de diez cuerdas y laúdes, / sobre arpegios de cítaras.
Pues
recta es la palabra de Yahvé.
Dt 32, 4: Él es la Roca,
sus obras son perfectas, / sus caminos son justos, / es un Dios fiel, sin
maldad; / es justo y recto.
Su
obra toda fundada en la verdad.
Sal 89, 15:
Justicia y derecho sostienen tu trono, / misericordia y fidelidad te preceden.
De
amor de Yahvé está llena la tierra.
Sal 119, 64: Señor,
de tu bondad está llena la tierra; / enséñame tus mandatos.
Los
ojos de Yahvé sobre sus adeptos.
Sal 32, 8: Te
instruiré y te enseñaré / el camino que has de seguir, / fijaré en ti mis ojos.
Sobre
los que esperan en su amor.
Sal 34, 16: Los
ojos del Señor miran a los justos, / sus oídos escuchan sus gritos.
Notas exegéticas[4].
33 18. [Adeptos]. Lit. “los que le
temen”.
Segunda lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, piedra viva rechazada por los hombres, pero
elegida y preciosa para Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en
la construcción de una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de
ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo. Por
eso se dice en la Escritura: “Mira, pongo en Sion una piedra angular, elegida y
preciosa; quien cree en ella no queda defraudado”. Para vosotros, pues, los
creyentes, ella es el honor, pero para los incrédulos “la piedra que desecharon
los arquitectos es ahora la piedra angular”, y también “piedra de choque y roca
de estrellarse”; y ellos chocan al despreciar la palabra. A eso precisamente
estaban expuestos. Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio
real, una nación santa, un pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las proezas
del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[5].
Vosotros acercaos al Señor, la piedra viva.
Sal 118, 22: La piedra que
desecharon los arquitectos / es ahora la piedra angular.
Mt 21, 42: Y Jesús les dice: “¿No
habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro
patente”?”
Hch 4, 11: Él es la piedra que desechasteis
vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular.
Así como piedras vivas que
sois.
Ef 2, 20-22: Estáis edificados
sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la
piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando
hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con
ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Ex 19, 6: Seréis para mí un
reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que has de decir
a los hijos de Israel.
Rm 1, 9: Pues Dios, a quien
sirvo en mi espíritu anunciando el Evangelio de su Hijo, me es testigo de que
me acuerdo incesantemente de vosotros.
Voy a colocar en Sión una
piedra elegida, angular y preciosa.
Is 28, 16: Por eso así dice el
Señor, Dios: / “He puesto en Sión como fundamento una piedra, / una piedra probada,
/ una piedra angular preciosa, / fundamento sólido. / Quien se apoya en ella no
vacila.
Rm 9, 33: Según está escrito: He
aquí que pongo en Sión una piedra de tropiezo y una roca de escándalo; pero el
que crea en ella no será confundido.
Rm 10, 11: Pues dice la
Escritura: Nadie que crea en él quedará confundido.
La piedra que los
constructores desecharon.
Sal 118, 22: La piedra que desecharon
los arquitectos / es ahora la piedra angular.
Se ha convertido en
piedra angular.
Is 8, 14: Porque él será un
santuario, / pero también peña de tropiezo y piedra de escándalo / para las dos
casas de Israel, / trampa y lazo para los habitantes de Jerusalén.
Sois linaje elegido,
sacerdocio real.
Is 43, 20-21: Me glorificarán
las bestias salvajes, / chacales y avestruces, / porque pondré agua en el
desierto, / corrientes en la estepa, / para dar de beber a mi pueblo elegido /
a este pueblo que me he formado / para que proclame alabanza.
Ex 19, 5-6: Ahora, pues, si de
veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre
todos los pueblos, porque mía es la tierra. Seréis para mí un reino de
sacerdotes y una nación santa.
Ef 1, 14: Él es la prenda de
nuestra herencia, / mientras llega la redención del pueblo de su propiedad, /
para alabanza de su gloria.
Rm 3, 24: Y son justificados gratuitamente
por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.
Col 1, 12-13: Dando gracias a
Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo
en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, / y nos ha trasladado
/ al reino del Hijo de su amor.
Hch 26, 18: Para que les abras
los ojos, y se vuelvan de las tinieblas a la luz y del dominio de Satanás a
Dios; para que reciban el perdón de los pecados y parte en la herencia entre
los que han sido santificados por la fe en mí.
Vosotros, que en un
tiempo no fuisteis pueblo.
Os 1, 6: Ella volvió a concebir
y dio a luz una hija. Y el Señor le dijo: Ponle de nombre “no compadecida”, / porque
ya no tendré más compasión / de la casa de Israel / ni los soportaré más.
Os 2, 3: Decid a vuestros
hermanos: “Pueblo mío”, / y a vuestras hermanas: “compadecida”.
Os 2, 25: Yo la sembraré para mí
en el país / tendré compasión de “No compadecida”, / y diré a “No mi pueblo”: /
“Tú eres mi pueblo”; y él dirá: “Mi Dios”.
Notas
exegéticas[6]:
2 4 En el pasaje siguiente, vv.
4-10, se aprecia el recuerdo de Ex 19. El pueblo santo antiguo se constituyó
entorno al Sinaí, pero no podía acercarse a él. El nuevo pueblo se constituye
en torno a otra Roca, la Piedra, a la que es posible acercarse. Igualmente, a
los sacrificios que había sellado la antigua alianza se sobreponen los
sacrificios espirituales de los cristianos. Además la imagen del crecimiento sustituye
a la de la construcción. Jesús mismo se había comparado con la piedra rechazada
y después escogida por Dios. Los cristianos, piedras vivas como él se edifican
para morada espiritual en la que rinden a Dios por Cristo un culto digno de él.
2 5 (a) 1 Pedro acostumbra a proponer
una exhortación para justificarla después mediante la Escritura.
2 5 (b) El término traducido habitualmente
por “sacerdocio” (hieráteuma) ha sido forjado por los traductores griegos del AT para expresar la
misión providencial del pueblo de Israel entre las naciones. El término evoca,
pues, aquí la función de toda la Iglesia, no el oficio particular de cada
cristiano.
2 7 (a) La palabra griega traducida así
(rime) pertenece a la misma raíz que
el adjetivo traducido por “preciosa” (éntimos) en los vv. 4 y 6. El autor aplica a la
Iglesia los títulos dados a Cristo.
2 7 (b) Jesús había utilizado este
texto del Sal 118 para anunciar su muerte y su resurrección.
2 8 Lit. “para esto han sido
puestos”. Los judíos a rechazar el Evangelio, perdieron sus prerrogativas que
han sido concedidas a los cristianos. Complétese con Rm 11, 32 y que no se
prejuzgue un rechazo escatológico.
2 9 Una nueva seria de alusiones
bíblicas atribuye a la Iglesia los títulos de pueblo elegido, para subrayar su
relación con Dios y su responsabilidad en el mundo. Esta “raza” extraía de su
pertenencia a Cristo una unidad que desafiaba toda clasificación.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Juan 14, 1-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos:
-No se turbe vuestro corazón,
creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas;
si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y
os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo
estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
-Señor, no sabemos adónde vas,
¿cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde:
-Yo soy el camino y la verdad y
la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais
también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
Felipe le dice:
-Señor, muéstranos al Padre y
eso nos basta.
Jesús le replica:
-Hace tanto que estoy con
vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.
¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el
Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que
permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el
Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que
cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me
voy al Padre.
Textos paralelos[7].
No se turbe vuestro corazón.
Jn 14, 27: La paz os dejo, mi
paz os doy; no os la doy, como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón
ni se acobarde.
Creéis en Dios, creed
también en mí.
Dt 1, 20: Entonces os dije: “Habéis
llegado a la montaña de los amorreos, que el Señor nuestro Dios nos da”.
Jn 10, 28: Yo les doy la vida
eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Jn 16, 33: Os he hablado de
esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened
valor: yo he vencido el mundo.
Volveré y os tomaré
conmigo para que donde esté yo.
Jn 7, 34: Me buscaréis y no me
encontraréis, y donde yo estoy vosotros no podéis venir.
Jn 12, 26: El que quiera
servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor: a
quien me sirva, el Padre lo honrará.
Jn 17, 24: Padre, este es mi
deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi
gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Le dijo Tomás.
Jn 11, 16: Entonces Tomás,
apodado el Mellizo, dijo a los demás: “Vamos también nosotros y muramos con él”.
Jn 20, 24: Tomás uno de los Doce,
llamado el Mellizo , no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Yo soy el Camino, la Verdad
y la Vida.
Jn 1, 4: En él estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
Hb 10, 19-20: Así pues, teniendo libertad para entrar en el
santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo
que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne.
Si me conocéis a mí,
conoceréis también a mi Padre.
Jn 8, 19: Ellos le preguntaban:
“¿Dónde está tu Padre?”. Jesús contestó: “Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si
me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre”.
Jn 12, 45: Y el que me ve a mí,
ve al que me ha enviado.
2 Co 4, 4: Los incrédulos,
cuyas mentes ha obcecado el dios de este mundo para que no vean el resplandor
del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.
Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos
al Padre y nos basta”.
Ex 33, 18: Entonces Moisés
exclamó: “Muéstrame tu gloria”.
El que me ha visto a mí,
ha visto al Padre.
Jn 1, 18: A Dios nadie lo ha visto
jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a
conocer.
Jn 12, 45: Y el que me ve a mí,
ve al que me ha enviado.
¿No crees que yo estoy en
el Padre y que el Padre está en mí?
Jn 10, 30: Yo y el Padre somos
uno.
Las palabras que os digo
no las digo por mi cuenta.
Jn 1, 1: En el principio
existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios y el Verbo era Dios.
Jn 12, 49: Porque yo no he
hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he
de decir y cómo he de hablar.
Jn 5, 36: Pero el testimonio
que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido
llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí, que el Padre me ha
enviado.
Hará también las obras
que yo hago.
Mt 21, 21: Jesús dijo: “En
verdad os digo que si tuvierais fe y no vacilaseis, no solo haríais lo de la
higuera, sino que diríais a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, y así se
realizaría.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
14 1 Los vv. 1-2 son un reflejo del texto
de Dt 1, 19-33 en el momento de “pasar” a la Tierra prometida no hay que temer
a los enemigos, aquí, el mundo sometido a Satán, sino tener confianza en Dios
(al revés que los hebreos) porque como había hecho Dios Cristo marcha delante a
fin de “preparar” (Targum) un lugar para los discípulos.
14 2 (a) El término “casa” había sido
aplicado al templo, lugar de la presencia de Dios en medio de su pueblo. La
imagen fue después utilizada para designar la trascendencia de la existencia
divina: se dirá simbólicamente que la casa de Dios está edificada en el cielo.
14 2 (b) Otra traducción: “Si no, ¿os
habría dicho que yo voy…?
14 3 Toda la espera de la Iglesia se apoya
en esta promesa. Como en los comienzos del cristianismo el retorno de Cristo
parece esperarse en un futuro relativamente próximo: los vv. 1-3 son, pues, de
redacción bastante arcaica.
14 6 Estos tres títulos se dicen de
cristo en referencia a los bienes que recibimos de él. Él es la Verdad, porque
nos enseña la verdad sobre nuestra vida moral. Es el Camino, porque nos enseña
cómo andar por la senda que lleva al Padre, dándonos ejemplo él mismo. Es la
vida, porque siguiendo este Camino, obtendremos la vida.
14 7 Var. “Si me conocierais a mí,
conoceríais”. Es preciso saber que Jesús es el Unigénito para reconocer que
Dios es “el Padre” que nos ama.
14 8 Felipe expresa la aspiración más
profunda de un creyente, que solo Jesús puede colmar. Pero todavía no le ha
entendido. Lo mismo que Pedro y Tomás no han reconocido verdaderamente a Jesús
y, aunque de forma diferente a ellos, se halla confundido respecto a su
persona.
14 10 Solo la fe descubre la presencia
del Hijo, en el Padre y del Padre en el Hijo. Felipe se equivoca pidiendo una
fulgurante manifestación del Padre.
14 12 El ministerio de revelación y de
salvación cuyos signos han sido los milagros proseguirá en la obra de los
discípulos. El Espíritu, principio de los carismas de que gozarán será enviado
por Dios glorificado a la diestra del Padre.
Notas exegéticas Nuevo Testamento,
versión crítica[9]:
14 1 No os alarméis: lit. no se alarme de
vosotros el corazón. Dando su valor al imperativo negativo de presente: No
sigáis alarmados.
[Si] creéis: otros lo entienden como
imperativo: creed en Dios, creed también en mí.
2 ¿Alude Jesús a algo que les ha dicho
antes, tal vez a las palabras de 12, 26? De cualquier forma, la despedida es
provisional, no definitiva: Jesús se va a “preparar sitio” a los suyos en su
propia casa familiar. El judaísmo hablaba de hasta siete aposentos o
moradas en el paraíso para las almas santas. Pero, según las palabras de Jesús,
esos aposentos están en la casa de mi Padre, y el mismo Jesús está allí.
3 Vendré de nuevo…: lit. de nuevo vengo y
llevaré a vosotros hacia mí.
6 Nueva revelación de Jesús (para
la fórmula “Yo soy” cf. 4, 26; 6, 35). El artículo viene a decir: existen
muchos caminos, yo soy el único camino seguro; existen muchas verdades, yo soy
la verdad por esencia, etc. Podría pensarse que hay que poner el énfasis en el
tercer camino, a la manera semítica – “yo soy el camino verdadero que conduce a
la vida” – pero quizá el camino se aquí la palabra principal,
coherente con la pregunta de Tomás; si esto fuera así, la verdad y la vida explicarían
porque Jesús es el camino.
Es decir: “soy el camino porque y
en cuanto soy la verdad – la revelación total del Padre – gracias a la
cual tenéis vida”). No hay desorientación posible teniendo a Jesús, que es el
camino que conduce a Dios (Hb 10,2 0), la
verdad que libera (cf. 8, 31-32), la vida que alimenta (cf. 6, 35). Si en Hch 9, 2 se llama
“camino” al nuevo estilo cristiano, para Jn “el camino” no es meramente una
moral, como “la verdad” no es ante todo
una serie de proposiciones doctrinales; son una persona viviente:
Jesucristo, nuestro mediador para llegar al Padre; separados de él, sólo
experimentaremos desorientación, mentira y muerte. “¡Qué dichosa suerte y qué
gozoso y bienaventurado viaje, adonde el camino es cristo, y la guía de él es
él mismo, y la guarda y la seguridad ni más ni menos es él, y adonde los que
van por él son sus hechuras y rescatados suyos!” (fray Luis de León). “Todo
nuestro bien y remedio es la sacratísima humanidad de nuestro Señor Jesucristo…
Si pierden la guía que es el buen Jesús, no aceptarán el camino; porque el
mismo Señor dice que es “camino”, y que no puede ninguno ir al Padre sino por
él, y “quien ve a mí ve al Padre”. Dirán que se da otro sentido a estas palabras;
yo no se esotros sentidos; con este, que siempre siente mi alma ser vedad, me
ha ido muy bien” (santa Teresa de Jesús).
9 El que me ve está viendo al
Padre: el
tiempo verbal griego (perfecto) indica una acción pasada, cuyo afecto perdura
en el presente “el que me vio y sigue viéndome…”. “Ver” al Padre es
conocerlo cara a cara. El Hijo es imagen del Padre en cuanto Verbo encarnado,
hecho hombre. Para fray Luis de León, Cristo “es cara de Dios, porque como cada
uno se conoce en la cara, así Dios se nos representa en él y nos demuestra que
es clarísima y perfectísimamente”. “Toda la vida de Cristo es revelación
del Padre: sus palabras y obras, silencios y sufrimientos, su modo de ser y de hablar […]. Por haberse
hecho hombre nuestro Señor para cumplir la voluntad del Padre, aun los menores
detalles de sus misterios nos muestras la caridad de Dios para con nosotros (Cat
516).
10-11 Jesús pasa del tema de las
palabras al de las obras. La obra es revelar al Padre; hacer
es hablar, hablar es hacer (términos prácticamente sinónimos en Juan).
Reside: o permanece.
Hace sus obras: no es “hace lo que él quiere”,
ni “hace obras por su cuenta” (en paralelismo antitético con el v. 10b) sino: “hace
su obra salvadora”, esa actividad global de Dios que es salvarnos mediante el Hijo.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé[10]:
14, 2 Aquí, Cristo hablaba del mismo
cielo, donde los fieles permanecerán eternamente con Dios como su familia. No
podemos conseguir esto con nuestros esfuerzos humanos; en vez de eso
necesitamos la gracia redentora de Cristo. Solo él nos puede guiar hacia
nuestra morada eterna. En el cielo, cada persona será recompensada con sus buenas
obras llevadas a cabo en conjunto con la gracia de Dios. Cat 661, 2466 y 2614.
14, 6 Él es el camino, el único
camino, porque es revelación del amor del Padre y revela perfectamente la
voluntad de Dios para cada persona. Podríamos explicar este versículo así: Él
es el camino verdadero que conduce a la vida; Jesucristo es el significado de
la vida humana. Cat. 74, 459, 1698, 2466, 2614.
14, 9 Felipe todavía no entendía que
Cristo era Dios mismo; la imagen del Padre, que no puede ser visto, Cristo y su
Padre son uno. Cristo le instó a creer en este misterio que le había enseñado
personalmente probando su divinidad a través de los milagros. Cat 470 y 516.
San Juan de Ávila[11]:
Voyme. ¡Oh benditísimo y dulcísimo Señor!
¿Dónde vais? ¿Y adónde nos dejáis? ¿Cómo, Señor, podemos oír con paciencia
decir que, Señor, os vais y que tornaréis presto? ¡Oh Señor, y cuán largo es el
tiempo que no os vemos, en que no estamos con vos, en que estamos acá apartados
de vos, bien nuestro reposo nuestro! Este presto que decís que volveréis, ¡cuán
tarde es para quien os ama, para quien no tiene otro deseo sino de vos, ni
querría ver, ni oír, ni hablar a nadie sino a vos! Y veros tan lejos, allá tan
apartado, es tormento intolerable estar sin Aquel a quien sobre todas las cosas
ama. Y por eso, Señor, quien bien os quiere, muy aborrecida tiene esta vida, y
su mayor deseo es cuando ya se acabase y os viese[12].
Sepan, pues, todos los que quisieran subir a
la alteza del Padre, que la escalera es Jesucristo, su Hijo; sepan todos que
otro medianero principal no hay si Él no; porque, aunque los santos lo sean,
sonlo por Él y sonlo porque Él fue medianero para que ellos tuviesen cabida con
Dios; y que para todos es medianero, si quieren entrar a Él[13].
Y uno de ellos, que fue San Felipe, dijo como
en nombre de todos: Señor, muéstranos al Padre, y bástanos (Jn 14, 8);
como quiere dice: “Pues tantas cosas buenas nos ha dicho de Él, querríamos
verle, y ni tendríamos más que pedir ni que desear”. Tenía, por cierto, mucha
razón de desear ver al Padre, pues hace claramente bienaventurados a los que
claramente lo ven. Mas, ¿cómo lo verán, si Él no se muestra? ¿Cómo se mostrará,
si no le amamos? Pues, como dijo Cristo nuestro Señor: Si alguno me ama,
manifestármele he a mí mismo (cf. Jn
14, 21). ¿Y cómo amaremos al Padre si el Padre primero no nos ama, pues que el
amar nosotros a Él es efecto de amar Él a nosotros?[14]
Bástenos, pues, tener a tal Padre por padre,
aquí por gracia, y después (como San Felipe pidió (cf. Jn 14, 8), viéndolo en
la majestad de su gloria[15].
Porque mi Padre y yo una cosa somos. No
porque las personas sean una, sino porque son semejantes en la imagen y en el
poder y saber y en todo lo demás, y por eso quien ve al Hijo ve también al
Padre. Pues para remedio de un hombre amador del pecado y enemigo del trabajo,
venga el Hijo de Dios, que es amador del trabajo y aborrecedor del pecado. Para
imagen tan perdida, venga imagen tan buena a remediarla[16].
En aquella oración que Cristo nuestro Señiro
hizo al Padre el jueves de la cena en la noche, les dice otras palabras: Padre,
manifesté tu nombre a los hombres, los cuales me diste (Jn 17, 6). Y entre
todas las cosas que hizo buenas y muy buenas, especialmente se esmeró en
predicar la honra de su Padre, atribuyéndole a Él la doctrina que
predicaba, los milagros y obras que hacía; todo para ejemplo nuestro, que
encendía los corazones de los apóstoles en el amor al Padre invisible, tan
altamente alabado por su hijo[17]
[1] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[2] Ib.
[3] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[4] Ib.
[5] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[6] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia,
versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[8] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios
del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de
www.vatican.va
[11] San Juan de Ávila. Obras
Completas 3, Sermones. BAC. Madrid. 2015.
[12] Domingo 12 después
de Pentecostés. O.c. Pg. 275.
[13] Jueves Santo. O.c. Pg. 419.
[14] Jueves Santo. O.c. Pg. 417.
[15] Jueves Santo. O.c. Pg. 427.
[16] Domingo 22 después
de Pentecostés. O.c. Pg. 315
[17] Jueves Santo. O.c. Pg. 417.
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