Lectura del libro del Éxodo 34,4b-6.8-9
En aquellos días, Moisés madrugó y subió a la montaña del Sinaí,
como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí y Moisés pronunció el nombre
del Señor. El Señor pasó ante él proclamando:
-Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y
rico en clemencia y lealtad.
Moisés al momento se inclinó y se postró en tierra. Y le dijo:
-Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque
es u9npueblo de dura cerviz, perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como
heredad tuya.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[1].
Moisés invocó el nombre de Yahvé.
Ex 33, 18-23:
Entonces, Moisés exclamó: “Muéstrame tu gloria”. Y él le respondió: “Yo haré
pasar ante ti toda mi bondad y pronunciaré ante ti el nombre del Señor, pues yo
me compadezco de quien quiero y concedo mi favor a quien quiero”. Y añadió: “Pero
mi rostro no lo puedes ver, porque no puede verlo nadie y quedar con vida”.
Luego dijo el Señor: “Aquí hay un sitio, junto a mí; ponte sobre la roca.
Cuando pase mi gloria, te meteré en una hendidura de la roca y te cubriré con
mi mano hasta que haya pasado”. Después, cuando retire la mano, podrás ver mi
espalda, pero mi rostro no lo verás”.
Yahvé pasó delante
de él y exclamó:
Ex 3, 14: Dijo Dios a Moisés: “Yo soy el que
soy”; esto dirás a los hijos de Israel, “Yo soy” me envía a vosotros.
Yahvé Dios misericordioso y clemente.
Ex 20, 5: No te postrarás ante ellos, ni les
darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo el
pecado de los padres en los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de
los que me odian. Pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me
aman y guardan mis preceptos.
Nm 14, 18: Señor, lento a la ira y rico en
piedad, que perdona la culpa y el delito, pero no lo deja impune, que castiga
la culpa de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.
Dt 5, 9-10: No te postrarás ante ellos ni les
darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la
culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los
que me odian, pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y
observan mis preceptos.
Sal 86, 15: Pero tú, Señor, / Dios clemente y
misericordioso, / lento a la cólera, rico en piedad y leal.
Jr 32, 18: Tú manifiestas tu amor a lo largo
de generaciones, pero pides cuentas a los hijos de la culpa de los padres. Tú
eres un Dios grande y fuerte: te llamas Señor del universo.
Na 1, 3: Camina sobre la tormenta y la
tempestad, / la nube es el polvo de sus pies.
Jl 2, 13: Rasgad vuestros corazones, no
vuestros vestidos, / y convertíos al Señor vuestro Dios, / un Dios compasivo y
misericordioso, / lento a la cólera y rico en amor, / que se arrepiente del
castigo.
Jn 1, 14: Y el Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad.
Si he obtenido tu favor.
Ex 32, 11-14: Entonces Moisés suplicó al
Señor: “¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú
sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los
egipcios: “con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y
exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira,
arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán,
Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra
descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado
se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”. Entonces se
arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Notas exegéticas[2].
34 El capítulo 34, 1-28 es el relato
de la tradición yahvista de la conclusión de la alianza, pero glosas en los vv.
2 y 4 hacen de él solo yna renovación de la alianza. Fuera de esas glosas y de
los vv. 6-9 hay adiciones de los redactores.
34 6 No se sabe si el sujeto de “exclamó”
es Yahvé o Moisés, pero, aunque lo que sigue parece una confesión de fe, Yahvé
había prometido proclamar su nombre. Lo mejor es ver aquí la realización de la
promesa de 33, 19-23. La cita de Nm 14, 17-18 lo confirma.
Salmo
responsorial
Cántico Daniel 3, 52-56b.
R/. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Bendito
eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito
tu nombre, santo y glorioso. R/.
Bendito
eres en el templo de tu santa gloria. R/.
Bendito
eres sobre el trono de tu reino. R/.
Bendito
eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas
los abismos. R/.
Bendito
eres en la bóveda del cielo. R/.
Textos paralelos[3].
Bendigo
seas, Señor, Dios de nuestros padres.
Dn 3, 26:
Bendito
seas en el templo de tu santa gloria.
Is 6, 1:
Sal 150, 1:
Sentado
sobre querubines.
Ex 25, 18:
2 S 6, 3:
Notas exegéticas[4].
3 52 (a) El cántico de bendición de
los vv. 52-90, probablemente más antiguo que lo precedente, se caracteriza por
un lirismo barroco que ha ido creciendo por acumulación.
3 52 (b) En distintos momentos, el
grito utiliza verbos compuestos: “super-alabado”, “super-exaltado”, “super-glorificado”.
Este estilo, inimitable en castellano, no ha sido reproducido en la traducción.
3 55 Es una de las formas de invocar
a Yahvé en el arca de la Alianza, ver 1 S 4, 4. Sobre los querubines del templo
de Jerusalén, ver Ex 25, 18; 1 R 6, 22-28; 2 Cro 3, 10-13.
Segunda lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13
Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos;
tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con
vosotros. Saludaos mutuamente con el beso santo. Os saludan todos los santos.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor d Dios y la comunión del Espíritu Santo
están siempre con vosotros.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[5].
Con el beso santo.
Rm 16, 16: Saludaos unos a
otros con el beso santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.
1 Co 16, 20: Os saludan todos
los hermanos. Saludaos mutuamente con el beso santo.
1 Ts 5, 26: Saludad a todos los
hermanos con el beso santo.
Notas
exegéticas[6]:
13 12 Se trata del beso litúrgico,
símbolo de la fraternidad cristiana.
13 13 Esta fórmula trinitaria, probablemente
de origen litúrgico, ver también Mt 28, 19, tiene eco en diversos pasajes de
las epístolas, donde las funciones repetitivas de la Tres personas se presentan,
según las variaciones de los diversos contextos, fórmulas ternarias que refuerzan el
pensamiento trinitario. Comparar también la tríada de las virtudes teologales,
1 Co 13, 13.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su
Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga la vida
eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para
que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree
ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Textos paralelos[7].
Tanto amó Dios al mundo.
1 Jn 4, 9: En esto se manifestó
el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que
vivamos por medio de él.
Gn 22, 13: Pero el ángel del
señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán”. Él contestó: “Aquí estoy”. El ángel
le ordenó: “No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he
comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único
hijo”. Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos de la
maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su
hijo. Abrahán llamó aquel sitio: “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy: “En
el monte el Señor es visto”.
Mt 21, 37: Por último les mandó
a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”.
Rm 8, 22: Porque sabemos que
hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto.
Para que el mundo se
salve por él.
Jn 1, 9: El Verbo era la luz
verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
Jn 12, 47: Al que oiga mis
palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al
mundo, sino para salvar al mundo.
2 Co 5, 19: Porque Dios mismo
estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus
pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de reconciliación.
Hch 4, 12: No hay salvación en
ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el
que debamos salvarnos.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
3 15 La sección 3, 16-21 tiene su
paralelo en 12, 46-50, pero parece de redacción más reciente. Un mismo tema
joánico se ha desarrollado en dos perspectivas diferentes. Esta sección
desarrolla una cristología “elevada”; la otra, que glosa a Dt 18, 15-18 ,
presenta simplemente a Cristo como el nuevo Moisés.
3 18 Para el judaísmo y muchos textos
neotestamentarios, el juicio final es esperado para el fin de la historia. Para
Jn el juicio tiene ya lugar cuando el hombre se encuentra en presencia de Jesús
(especialmente de su cruz, 16, 11) y rechaza la revelación (3, 19-21).
Notas exegéticas Nuevo Testamento,
versión crítica[9].
16-21 Muy en el estilo de Jn, la
conversación [con Nicodemo] no concluye, sino que deriva hacia reflexiones
meditativas del evangelista: la redención tiene su fuente en el amor de Dios a
los hombres, y la realiza el Hijo entregando su vida: su finalidad es salvar;
pero el hombre puede permanecer en la oscuridad y no creer en el Hijo.
16 De tal manera amó Dios… que
entregó a su Hijo: la admiración de santa Teresa: “Bendito seáis por siempre”, venía de
siglos: “El que a su propio Hijo no lo perdonó, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo junto con él, no va también a regalarnos todo?” (Rm 8, 32). “Dios
ha dado al hombre, “la tierra, el mar, y cuanto hay en ellos” […]. Pero,
después de todo esto, se dio a sí mismo: “De tal manera amó Dios al mundo que
le entregó a su Hijo unigénito” para la vida de este mundo. Así, pues, ¿qué
cosa grande hará un hombre si se ofrece a Dios, cuando el mismo Dios se ofreció
antes a él” (Orígenes).
El mundo: en los escritos de san Juan es
palabra polivalente: puede significar el universo (lo que un judío
llamaría “el cielo y la tierra”), o la humanidad, el género humano; y
este segundo significado se desdobla en dos: el conjunto de seres humanos,
objeto del amor salvador de Dios (así en este pasaje), o el mundo malo, es
decir, los seres humanos que, como seres libres, rechazan creer en Jesús,
revelador del Padre (1 Jn 2, 15-17); compárese el término mundo en el
lenguaje de san Pablo: 1 Cor 3, 19.
17 Condenar: lit. juzgar, en sentido
peyorativo. Lio mismo que en otros textos de Jn, como en v. 18; 7, 51; 18, 31.
18-21 El misterio de la incredulidad
de los hombres está en que, al no aceptar a Cristo, el mensaje del Evangelio se
les convierte en motivo de condenación; el incrédulo se condena a sí mismo. Los
tiempos gramaticales de los verbos indican, conforme al pensamiento de Jn, que
la vida y la condenación eternas comienzan ya ahora, según que uno se
decida en favor o en contra de Jesús. Esta decisión adelanta al tiempo presente
la sentencia del juicio futuro (que Jn admite como tal: 5, 27-29).
18 El nombre: que tiene Jesús en los escritos
de san Juan es “el Hijo” (cf. 1, 12).
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé[10].
3, 16 El acto que realizó Dios de
mandar a su Hijo ungénito para nuestra redención y para otorgarnos vida eterna
fue fruto de su amor supremo. De hecho, Dios Padre nos entregó a Cristo en la
Encarnación precisamente para revelar su grandísimo amor. Aquellos que rechazan
este regalo de Cristo, de amor y redención, se privan a sí mismos de la vida
eterna. Aquellos que eligen caminar bajo la luz de Cristo obtendrán la
felicidad en esta vida y vida eterna en la siguiente. Cat 219, 444, 454 y 458.
San Juan de Ávila[11].
¿Qué sienten vuestras orejas cuando oís
decir: Ansí amó Dios al mundo, que dio a su Hijo que tenía, y sabiendo
que le había de costar la vida lo que había de hacer por el mundo? ¡Que sea yo
amado de Dios! ¡Que parezca tan bien mi ánima a Dios, que le es tan preciosa,
que, porque no se pierda, envió a su único Hijo que muriese por ella![12]
Grande gloria fue esta de Dios, y muy ilustre
parécese (sic) su perfección y bondad, pues amó tanto al mundo, que le diese
su unigénito Hijo (Jn 3, 16) para remedio de él, y que lo entregase a
muerte para que los pecadores fuesen justificados, y los enemigos
reconciliados, y los que estaban desheredados del cielo recobrasen la herencia
perdida. ¿Quién dirá que estos beneficios pueden crecer, ni que hay más amor
que enseñar a los hombres, ni que hay más que pedir ni desear?[13]
Hanse cantado en el evangelio de la misa,
etc. Son palabras dulces, y más por estar en la boca de Cristo. Quiere decir: No
envió Dios al mundo a su Hijo para juzgar y condenar el mundo, sino para que el
mundo se salve por Él (Jn 3, 17). Gana lo debe de tener, pues que tal pieza
envía; gana tiene de esa joya, pues que tanto precio da por ella. Por vuestra
vida, que los que sabéis latín leáis este capítulo. Paréceme que son las más
dulces que hay en el Evangelio[14].
[1] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[2] Ib.
[3] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[4] Ib.
[5] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[6] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia,
versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[8] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios
del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de
www.vatican.va
[11] San Juan de Ávila. Obras
Completas 3, Sermones. BAC. Madrid. 2015.
[12] San Juan de Ávila, Lunes
de Pentecostés. OC 3. Pg. 381.
[13] San Juan de Ávila. En la Infraoctava del Corpus. OC 3. Pg.
697.
[14] San Juan de Ávila. Lunes
de Pentecostés. OC 3. Pg. 379.
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