sábado, 6 de junio de 2020

Domingo de la Santísima Trinidad. 7 de junio de 2020.


Lectura del libro del Éxodo 34,4b-6.8-9  
En aquellos días, Moisés madrugó y subió a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él proclamando:
-Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.
Moisés al momento se inclinó y se postró en tierra. Y le dijo:
-Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es u9npueblo de dura cerviz, perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[1].
 Moisés invocó el nombre de Yahvé.
Ex 33, 18-23: Entonces, Moisés exclamó: “Muéstrame tu gloria”. Y él le respondió: “Yo haré pasar ante ti toda mi bondad y pronunciaré ante ti el nombre del Señor, pues yo me compadezco de quien quiero y concedo mi favor a quien quiero”. Y añadió: “Pero mi rostro no lo puedes ver, porque no puede verlo nadie y quedar con vida”. Luego dijo el Señor: “Aquí hay un sitio, junto a mí; ponte sobre la roca. Cuando pase mi gloria, te meteré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado”. Después, cuando retire la mano, podrás ver mi espalda, pero mi rostro  no lo verás”.
Yahvé pasó delante de él y exclamó:
Ex 3, 14: Dijo Dios a Moisés: “Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel, “Yo soy” me envía a vosotros.
Yahvé Dios misericordioso y clemente.
Ex 20, 5: No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo el pecado de los padres en los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian. Pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y guardan mis preceptos.
Nm 14, 18: Señor, lento a la ira y rico en piedad, que perdona la culpa y el delito, pero no lo deja impune, que castiga la culpa de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.
Dt 5, 9-10: No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian, pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y observan mis preceptos.
Sal 86, 15: Pero tú, Señor, / Dios clemente y misericordioso, / lento a la cólera, rico en piedad y leal.
Jr 32, 18: Tú manifiestas tu amor a lo largo de generaciones, pero pides cuentas a los hijos de la culpa de los padres. Tú eres un Dios grande y fuerte: te llamas Señor del universo.
Na 1, 3: Camina sobre la tormenta y la tempestad, / la nube es el polvo de sus pies.
Jl 2, 13: Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, / y convertíos al Señor vuestro Dios, / un Dios compasivo y misericordioso, / lento a la cólera y rico en amor, / que se arrepiente del castigo.
Jn 1, 14: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Si he obtenido tu favor.
Ex 32, 11-14: Entonces Moisés suplicó al Señor: “¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: “con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre”. Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Notas exegéticas[2].
34 El capítulo 34, 1-28 es el relato de la tradición yahvista de la conclusión de la alianza, pero glosas en los vv. 2 y 4 hacen de él solo yna renovación de la alianza. Fuera de esas glosas y de los vv. 6-9 hay adiciones de los redactores.
34 6 No se sabe si el sujeto de “exclamó” es Yahvé o Moisés, pero, aunque lo que sigue parece una confesión de fe, Yahvé había prometido proclamar su nombre. Lo mejor es ver aquí la realización de la promesa de 33, 19-23. La cita de Nm 14, 17-18 lo confirma.

Salmo responsorial
Cántico Daniel 3, 52-56b.

R/. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.


Textos paralelos[3].
Bendigo seas, Señor, Dios de nuestros padres.
Dn 3, 26:
Bendito seas en el templo de tu santa gloria.
Is 6, 1:
Sal 150, 1:
Sentado sobre querubines.
Ex 25, 18:
2 S 6, 3:

Notas exegéticas[4].
3 52 (a) El cántico de bendición de los vv. 52-90, probablemente más antiguo que lo precedente, se caracteriza por un lirismo barroco que ha ido creciendo por acumulación.
3 52 (b) En distintos momentos, el grito utiliza verbos compuestos: “super-alabado”, “super-exaltado”, “super-glorificado”. Este estilo, inimitable en castellano, no ha sido reproducido en la traducción.
3 55 Es una de las formas de invocar a Yahvé en el arca de la Alianza, ver 1 S 4, 4. Sobre los querubines del templo de Jerusalén, ver Ex 25, 18; 1 R 6, 22-28; 2 Cro 3, 10-13.

Segunda lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13
Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso santo. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor d Dios y la comunión del Espíritu Santo están siempre con vosotros.
Palabra de Dios.





Textos paralelos[5].
 Con el beso santo.
Rm 16, 16: Saludaos unos a otros con el beso santo. Os saludan todas las Iglesias de Cristo.
1 Co 16, 20: Os saludan todos los hermanos. Saludaos mutuamente con el beso santo.
1 Ts 5, 26: Saludad a todos los hermanos con el beso santo.

Notas exegéticas[6]:
13 12 Se trata del beso litúrgico, símbolo de la fraternidad cristiana.
13 13 Esta fórmula trinitaria, probablemente de origen litúrgico, ver también Mt 28, 19, tiene eco en diversos pasajes de las epístolas, donde las funciones repetitivas de la Tres personas se presentan, según las variaciones de los diversos contextos,  fórmulas ternarias que refuerzan el pensamiento trinitario. Comparar también la tríada de las virtudes teologales, 1 Co 13, 13.

Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Textos paralelos[7].
Tanto amó Dios al mundo.
1 Jn 4, 9: En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
Gn 22, 13: Pero el ángel del señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán”. Él contestó: “Aquí estoy”. El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo”. Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos de la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abrahán llamó aquel sitio: “El Señor ve”, por lo que se dice aún hoy: “En el monte el Señor es visto”.
Mt 21, 37: Por último les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”.
Rm 8, 22: Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto.

Para que el mundo se salve por él.
Jn 1, 9: El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
Jn 12, 47: Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
2 Co 5, 19: Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de reconciliación.
Hch 4, 12: No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos.

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
3 15 La sección 3, 16-21 tiene su paralelo en 12, 46-50, pero parece de redacción más reciente. Un mismo tema joánico se ha desarrollado en dos perspectivas diferentes. Esta sección desarrolla una cristología “elevada”; la otra, que glosa a Dt 18, 15-18 , presenta simplemente a Cristo como el nuevo Moisés.
3 18 Para el judaísmo y muchos textos neotestamentarios, el juicio final es esperado para el fin de la historia. Para Jn el juicio tiene ya lugar cuando el hombre se encuentra en presencia de Jesús (especialmente de su cruz, 16, 11) y rechaza la revelación (3, 19-21).

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[9].
16-21 Muy en el estilo de Jn, la conversación [con Nicodemo] no concluye, sino que deriva hacia reflexiones meditativas del evangelista: la redención tiene su fuente en el amor de Dios a los hombres, y la realiza el Hijo entregando su vida: su finalidad es salvar; pero el hombre puede permanecer en la oscuridad y no creer en el Hijo.
16 De tal manera amó Dios… que entregó a su Hijo: la admiración de santa Teresa: “Bendito seáis por siempre”, venía de siglos: “El que a su propio Hijo no lo perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo junto con él, no va también a regalarnos todo?” (Rm 8, 32). “Dios ha dado al hombre, “la tierra, el mar, y cuanto hay en ellos” […]. Pero, después de todo esto, se dio a sí mismo: “De tal manera amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito” para la vida de este mundo. Así, pues, ¿qué cosa grande hará un hombre si se ofrece a Dios, cuando el mismo Dios se ofreció antes a él” (Orígenes).
El mundo: en los escritos de san Juan es palabra polivalente: puede significar el universo (lo que un judío llamaría “el cielo y la tierra”), o la humanidad, el género humano; y este segundo significado se desdobla en dos: el conjunto de seres humanos, objeto del amor salvador de Dios (así en este pasaje), o el mundo malo, es decir, los seres humanos que, como seres libres, rechazan creer en Jesús, revelador del Padre (1 Jn 2, 15-17); compárese el término mundo en el lenguaje de san Pablo: 1 Cor 3, 19.
17 Condenar: lit. juzgar, en sentido peyorativo. Lio mismo que en otros textos de Jn, como en v. 18; 7, 51; 18, 31.
18-21 El misterio de la incredulidad de los hombres está en que, al no aceptar a Cristo, el mensaje del Evangelio se les convierte en motivo de condenación; el incrédulo se condena a sí mismo. Los tiempos gramaticales de los verbos indican, conforme al pensamiento de Jn, que la vida y la condenación eternas comienzan ya ahora, según que uno se decida en favor o en contra de Jesús. Esta decisión adelanta al tiempo presente la sentencia del juicio futuro (que Jn admite como tal: 5, 27-29).
18 El nombre: que tiene Jesús en los escritos de san Juan es “el Hijo” (cf. 1, 12).

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[10].
3, 16 El acto que realizó Dios de mandar a su Hijo ungénito para nuestra redención y para otorgarnos vida eterna fue fruto de su amor supremo. De hecho, Dios Padre nos entregó a Cristo en la Encarnación precisamente para revelar su grandísimo amor. Aquellos que rechazan este regalo de Cristo, de amor y redención, se privan a sí mismos de la vida eterna. Aquellos que eligen caminar bajo la luz de Cristo obtendrán la felicidad en esta vida y vida eterna en la siguiente. Cat 219, 444, 454 y 458.

San Juan de Ávila[11].
¿Qué sienten vuestras orejas cuando oís decir: Ansí amó Dios al mundo, que dio a su Hijo que tenía, y sabiendo que le había de costar la vida lo que había de hacer por el mundo? ¡Que sea yo amado de Dios! ¡Que parezca tan bien mi ánima a Dios, que le es tan preciosa, que, porque no se pierda, envió a su único Hijo que muriese por ella![12]
Grande gloria fue esta de Dios, y muy ilustre parécese (sic) su perfección y bondad, pues amó tanto al mundo, que le diese su unigénito Hijo (Jn 3, 16) para remedio de él, y que lo entregase a muerte para que los pecadores fuesen justificados, y los enemigos reconciliados, y los que estaban desheredados del cielo recobrasen la herencia perdida. ¿Quién dirá que estos beneficios pueden crecer, ni que hay más amor que enseñar a los hombres, ni que hay más que pedir ni desear?[13]
Hanse cantado en el evangelio de la misa, etc. Son palabras dulces, y más por estar en la boca de Cristo. Quiere decir: No envió Dios al mundo a su Hijo para juzgar y condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Jn 3, 17). Gana lo debe de tener, pues que tal pieza envía; gana tiene de esa joya, pues que tanto precio da por ella. Por vuestra vida, que los que sabéis latín leáis este capítulo. Paréceme que son las más dulces que hay en el Evangelio[14].


[1] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[2] Ib. 
[3] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib. 
[5] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[6] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.  
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.  
[8] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de www.vatican.va 
[11] San Juan de Ávila. Obras Completas 3, Sermones. BAC. Madrid. 2015.  
[12] San Juan de Ávila, Lunes de Pentecostés. OC 3. Pg. 381.
[13] San Juan de Ávila. En la Infraoctava del Corpus. OC 3. Pg. 697.
[14] San Juan de Ávila. Lunes de Pentecostés. OC 3. Pg. 379.

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