DOMINGO XIII – 28 de JUNIO de 2020. Año II -
Nº 30
Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 8-11.14-16a.
Pasó Eliseo un día por Sunén. Vivía allí una mujer principal que
le insistió en que se quedase a comer; y, desde entonces, se detenía allí a
comer cada vez que pasaba. Ella dijo a su marido:
-Estoy segura de que es un hombre santo de dios el que viene
siempre a vernos. Construyamos en la terraza una pequeña habitación y
pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando
venga pueda retirarse.
Llegó el día en que Eliseo se acercó por allí y se retiró a la
habitación de arriba, donde se acostó. Entonces se preguntó Eliseo:
-¿Qué podemos hacer por ella?
Respondió Guejazí, su criado:
-Por desgracia no tiene hijos y su marido es ya anciano.
Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la
entrada. Eliseo le dijo:
-El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[1].
Eliseo pasó un día
por Sunen.
1 R 1, 3: Buscando una
muchacha hermosa por todo el territorio de Israel, encontraron a Abisag, la
sunamita, y la llevaron al rey.
La llamó y ella se
detuvo a la entrada.
Gn 18, 10: [El
ángel a Abraham] Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara
habrá tenido un hijo”. Sara estaba escuchando detrás de la entrada de la
tienda.
Notas exegéticas[2].
4 19 El mobiliario era lujoso para
una época en la que la gente se sentaba, comía y dormía en el suelo.
4 16 (a) El anuncio del nacimiento
de un hijo a la sunamita recuerda el del nacimiento de Isaac en Gn 18, 1-15. En
los dos relatos, el feliz e inesperado acontecimiento aparece como recompensa
por la hospitalidad dispensada al mensajero divino.
Salmo
responsorial
Sal 88, 2-3.16-19
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré
eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré
tu fidelidad por todas las edades.
Porque
dijiste: “La misericordia es un edificio eterno”,
más
que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.
Dichoso
el pueblo que sabe aclamarte:
caminará,
oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu
nombre es su gozo cada día,
tu
justicia es su orgullo. R/.
Porque
tú eres su honor y su fuerza,
y
con tu favor realzas nuestro poder.
Porque
el Señor es nuestro escudo,
y
el Santo de Israel nuestro rey. R/.
Textos paralelos[3].
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte.
Sal 47, 1: Pueblos
todos, batid palmas, / aclamad a Dios con gritos de júbilo.
El Santo
de Israel nuestro rey.
Is 6, 3:
Sal 47, 10: Los príncipes
de los gentiles se reúnen / con el pueblo del Dios de Abrahán, / porque de Dios
son los grandes de la tierra, / y él es excelso.
Notas exegéticas[4].
89 El preludio seguido de la evocación de la alianza davídica y de un
himno al Creador introduce un oráculo mesiánico por contraste, la evocación de
las humillaciones nacionales. El salmo concluye con una oración. El binomio “amor-lealtad”
es una constante del salmo.
Segunda lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-4.8-11
Hermanos:
Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su
muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo
mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en una vida nueva. Si hemos muerto con Cristo, creemos
que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de
entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.
Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien
vive, vive para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos
para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[5].
Cuantos fuimos bautizados en Cristo.
Ga 3, 27: Cuantos habéis sido
bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo.
Fuimos incorporados a su
muerte.
Col 2, 12: Por el bautismo fuiste
sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de
Dios que lo resucitó de los muertos.
Col 2, 13: Y a vosotros que
estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de vuestra carne, os
vivificó con él.
Tt 3, 5-7: No por las obras de
justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos
salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo,
que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro
Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos
de la vida eterna.
1 P 3, 21-22: Aquello era
también un símbolo del bautismo que actualmente os está salvando, que no es
purificación de una mancha física, sino petición a Dios de una buena
conciencia, por la resurrección de Jesucristo, el cual fue al cielo, está
sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles, potestades y
poderes.
Mediante la portentosa
actuación del Padre:
Rm 1, 4: Constituido Hijo de
Dios en poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los
muertos: Jesucristo nuestro Señor.
Ex 24, 16: La gloria del Señor
descansaba sobre la montaña del Sinaí y la nube cubrió la montaña durante seis
días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.
Si hemos muerto con
Cristo.
2 Tm 2, 11: Es palabra digna de
crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él.
Hch 13, 34: Y que lo resucitó
de la muerte para nunca volver a la corrupción, lo tiene expresado así: “Os
cumpliré las promesas santas y seguras hechas a David”.
1 Co 15, 26: El último enemigo
en ser destruido será la muerte.
2 Tm 1, 10: La cual se ha
manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que
destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del
Evangelio.
Hb 2, 14: Por tanto, lo mismo
que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús
de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la
muerte, es decir, al diablo.
Ap 1, 18: El viviente; estuve
muerto, pero ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de
la muerte y del abismo.
De una vez para siempre.
Hb 7, 27: El que no necesita
ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero
por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de una vez
para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
Notas
exegéticas[6]:
6 3 Esta doctrina no es específicamente
paulina. Se supone conocida incluso en una comunidad que Pablo no ha
evangelizado. Para otros, se trataría de una simple pregunta retórica y, por
tanto, la enseñanza sería nueva.
6 4 (a) Var.: “porque fuimos”.
6 4 (b) El bautismo no se opone a la
fe, sino que la acompaña y la expresa en el plano sensible por el eficaz
simbolismo de su rito. Por eso, Pablo les atribuye los mismos efectos. La “inmersión·
(sentido etimológico de “bautizar”) en el baño del agua sepulta al pecador en
la muerte de Cristo de la que sale por la resurrección con él como “nueva
criatura”, “hombre nuevo”, miembro del Cuerpo único animado del único Espíritu.
Esta resurrección que no será total y definitiva más que al final de los
tiempos se realiza ahora por una vida nueva según el Espíritu. Además del
simbolismo más especialmente paulino de muerte y de resurrección, este rito
primordial de la vida cristiana es presentado en el NT como un baño que purifica,
como un nuevo nacimiento, como una iluminación. Sobre bautismo de agua y
bautismo del Espíritu ver Hch 1, 5: estos dos “unción” y “sello” de 2 Co 1, 21.
Según 1 Pe 3, 21 el arca de Noé fue tipo del bautismo.
6 10 Cristo, sin ser pecador,
pertenecía a la esfera del pecado por su cuerpo de carne semejante al nuestro;
hecho espiritual sólo pertenece a la esfera divina. Así el cristiano, si bien
mora provisionalmente en la carne, vive ya del Espíritu.
6 11 (a) Mejor que “consideraos como
muertos”. La traducción ofrecida descarta una interpretación puramente psicológica.
No se trata de pensar que uno está muerto, sino de tomar en serio, como un dato
objetivo, el hecho de uno está muerto.
6 11 (b) Texto recibido y Vulgata “Cristo
Jesús Señor nuestro”.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 10, 37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a apóstoles:
-El que quiere a su padre o a
su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija
más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es
digno de mí. El que encuentre su vida la perdera, y, el que pierda su vida por
mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me
recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es
profeta tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es
justo tendrá recompensa de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un
vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en
verdados digo que no perderá su recompensa.
El
Documento Q. Los Dichos de Jesús[7].
Q 19, 16: El que os recibe a
vosotros me recibe a mí, [y] el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado.
Q 14, 26: [] no odia a
“su” padre y a “su” madre, no mío, y [] a “su” hijo y a
“su” hija no puede ser discípulo mío.
Q 14, 27: El que no toma su cruz y
viene detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Q 17, 33: [El que encuentre] su vida
la perderá y [el que] pierda su propia vida [por mí] la encontrará.
Textos paralelos[8].
El que ama a su padre.
//Lc 14, 26-27: Si alguno viene
a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus
hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Dt 33, 9: Que dijo de su padre
y de su madre: “No los he visto”, / a sus hermanos no reconoció, / y de sus
hijos no quiso saber. / Porque observaron tu palabra / y vigilaron sobre tu
alianza.
El que no tome su cruz.
// Mt 16, 24-25: Entonces dijo
a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá;
pero el que la pierda por mí, la encontrará”.
// Mc 8, 34-35: Y llamando a la
gente y a sus discípulos les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se
niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida,
la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
Lc 9, 23-24: Entonces decía a
todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su
cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el
que pierda su vida por mi causa la salvará”.
Lc 17, 33: El que pretenda
guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.
Jn 12, 25: El que se ama a sí
mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará
para la vida eterna.
Quien a vosotros acoge, a
mí me acoge.
// Mt 18, 5: El que acoge a un
niño como este en mi nombre me acoge a mí.
// Mc 9, 37: El que acoge a un
niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge
a mí, sino al que me ha enviado.
// Lc 9, 48: El que acoge a
este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me
ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante.
Quien acoja a un profeta.
// Lc 10, 16: Quien a vosotros
escucha, a mí me escucha: quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me
rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
Jn 12, 44-45: Jesús gritó
diciendo: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el
que me ve a mí, ve al que me ha enviado”.
Jn 13, 20: En verdad, en verdad
os digo: el que recibe a quien yo envie me recibe a mí, y el que me recibe a mí
recibe al que me ha enviado.
1 R 17, 15: Ella [la viuda de
Sarepta] se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su
familia.
Mt 18, 4: El que se haga pequeño
como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos.
Y todo aquel que dé de
beber:
2 Re 4, 10: Construyamos en la
terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una
silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse.
Mt 25, 35: Porque tuve hambre y
me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me
hospedasteis.
Mc 9, 41: Y el que os dé a
beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no quedará
sin recompensa.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén[9].
10 37 El término griego filein (amar)
no es el que, en los evangelios sinópticos, denota el amor a Dios y al prójimo
(agapón). En Mt tiene de ordinario un sesgo peyorativo. Esta palabra de
Jesús a la que Lc 14, 26 le da una forma más dura, pone de relieve que los
lazos familiares, aunque legítimos, pueden ser un obstáculo en el camino de
quienes quieren seguir a Cristo. En esta frase, de forma más arcaica que en Mc
y Lc, “encontrar” se ha de entender con el matiz de “ganar, obtener, procurarse”.
10 40 En estos tres versículos
encontramos probablemente la estructura de la Iglesia mateana. En la cúspide la
autoridad apostólica se describe mediante una fórmula jurídica judía para indicar
la transmisión de poderes, pero que aquí se relaciona con Dios. Luego los que
enseñan y los testigos que han resistido heroicamente en las persecuciones. Finalmente
los pequeños.
10 42 Algunos ven en estos pequeños a
los apóstoles (sentido sugerido por Mc 9, 51), bien sea a todos los discípulos como
testigos del Reino de Dios (sentido indicado por la precisión “por ser
discípulo), bien sea (más probable), en el seno de la comunidad de discípulos,
a los más humildes, desheredados y quizá desfavorecidos debido a la persecución
(sentido dominante en 18, 5-10), aunque en un contexto de vida comunitaria, no
de persecución).
Notas exegéticas Nuevo Testamento,
versión crítica[10].
37 EL QUE QUIERE AL PADRE….: Lc 14,
26s. Estamos en la esfera del primer mandamiento (aunque el verbo griego
empleado no es el del amor de caridad – agapáô –, sino el de afecto
natural: philéô): “Nuestro Dios es el único Señor; amarás al Señor tu Dios
con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas” (Dt 6, 4-5).
Jesús reclama para sí un amor equivalente.
38 “Seguir detrás” es pleonástico
[dos palabras con el mismo significado seguidas para que tengan más fuerza]: seguir
(helenístico) + detrás (semítico).
39 “Encontrar la vida” (lit., con
doble semitismo, encontrar el alma) es salvarse, asegurar la
vida. “Perder la vida” (lit. perder el alma) es, aquí, morir
violentamente. Como si dijera: “El que reserva su vida, no se salva; se
salva el que arriesga la vida hasta morir mártir”.
40 Con el enviado de Jesús va Jesús
mismo; con él va la paz de Cristo, o la condena fuera de Cristo.
“Recibir” puede ser sinónimo de obedecer,
si detrás está el verbo arameo qbl (que significa recibir, y
es también escuchar, obedecer).
41-52 A TÍTULO DE: lit. a nombre
de; fórmula rabínica, que puede traducirse: por ser…. El ambiente de
estas frases es judío: los apóstoles son “profetas” y “justos” (la bina
PROFETA-JUSTO aparece en 13, 17 y 23,29).
ESTOS PEQUEÑUELOS (25, 40.45):
los discípulos de Jesús, en Mc 9, 41, parece referirse solo al grupo de los
Doce.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé[11].
10, 37 Para contestar a la llamada de
Cristo al discípulado, todo debe ser pospuesto, incluso el afecto a nuestra
familia, por importante que sea. A medida que los niños maduran, su percepción
a la llamada personal que les hace Cristo se hace más fuerte, y deben discernir
cuidadosamente la vocación a la que son llamados. Los padres y demás miembros
de la familia pueden también ofrecer orientación a sus hijos en este
discernimiento. Cat. 2232.
10, 38 Ser discípulo de Cristo
significa compartir su cruz (Cat. 1506). Todos los cristianos debemos estar
dispuestos a dar testimonio de Cristo y a sufrir por él. Cat. 1225.
10, 40 El ministerio de los apóstoles,
tanto en su predicación como en su ministerio sacramental, era una extensión
del ministerio de Cristo. Los ministros ordenados de la Iglesia ejercen su
servicio mediante la enseñanza, el culto divino, y el gobierno pastoral. Cat. 858,
888, 893-894.
San
Jerónimo[12].
37. El que ama a su padre o a su
madre, más que a mí no es digno de mí, etc. Dado que antes había dicho: No he
venido a traer la paz sino espada y enfrentar al hombre contra su padre, su
madre, su suegra, para que nadie anteponga la piedad familiar a la religión,
agrega: El que ama a su padre o a su madre más que a mí; también leemos
en el Cantar de los cantares: Ordena en mí el amor. Este orden es necesario
para todo afecto. Ama a tu padre, ama a tu madre, ama a tus hijos después de
Dios. Si fuera necesario poner a la par el amor de los padres y de los hijos
con el amor de Dios y no es posible conservar ambos, odiar a los suyos es
piedad para con Dios. Por tanto no prohibió amar al padre y a la madre sino que
agregó expresamente: el que ama a su padre y a su madre más que a mí.
38. El que no toma su cruz y me
sigue no es digno de mí. En otro Evangelio está escrito: El que no toma su cruz, cada día. Para
que no pensemos que el ardor de la fe puede bastar una sola vez se nos enseña
que es necesario llevar la cruz siempre, para que siempre mostremos nuestro amor
por Cristo.
40. Quien os recibe a vosotros a
mí me recibe, y quien me recibe a mí recibe a Aquel que me ha enviado. Magnífico
orden. Envía a predicar, enseña que no hay que temer los peligros, subordina el
afecto a la religión. Más arriba les había quitado el oro, arrancado el dinero
de su cinto. Dura condición de los evangelistas. ¿Cómo proveer a los gastos, a
lo necesario para la vida? Atempera el rigor de las exigencias con la esperanza
de las promesas y dice: Quien os recibe a vosotros a mí me recibe, y quien
me recibe a mí recibe a Aquel que me envío, para que cada uno de los
creyentes al recibir a los apóstoles piense que es a Cristo a quien recibe.
41. El que recibe a un profeta
por ser profeta recibirá la recompensa de un profeta, etc. El que recibe a
un profeta y comprende que él habla de las cosas futuras, ese recibirá la
recompensa de un profeta.
42. Quien reciba a un justo por ser justo,
recibirá recompensa de justo. Pero otro podría excusarse diciendo: Mi pobreza me lo impide, la
indigencia no me permite ofrecer hospitalidad. El deshace esta excusa por medio
de un precepto muy leve: ofrecer de todo corazón un vaso de agua fresca. Dice
de agua fresca, no caliente, a
fin de que aún para el agua caliente no busque la excusa de la pobreza, de la
falta de leña.
San
Agustín[13].
En la vida toda tentación es una
lucha entre dos amores: el amor del mundo y el amor de Dios; el que vence de
los dos atrae hacia sí, como gravedad, a su amante. A Dios llegamos con el
afecto, no con alas o con los pies. Y, al contrario, nos atan la tierra los
afectos contrarios, no nudos o carena alguna corporal. Cristo vino a
transformar el amor y a hacer de un amante de la tierra un amante de la vida
celestial; por nosotros se hizo hombre quien nos hizo hombrees. Dios asumió al
hombre para hacer de los hombres dioses.
He aquí el combate que tenemos
delante: la lucha contra la carne, contra el diablo, contra el mundo.
Ardiendo de este amor o, mejor,
para que ardamos en él, dice: Quien ama a su padre o a su madre más que a mí
no es digno de mí, y quien no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. No
ha eliminado el amor a los padres, a la esposa, a los hijos, sino que lo ha
colocado en el lugar que le corresponde. No dijo: “Quien ama”, sino: Quien
ama más que a mí. Es lo que dice la Iglesia en el Cantar de los Cantares: Ordenó
en mí, el amor (Ct 2, 4). Ama a tu padre, pero no más que al Señor; ama a
quien te ha engendrado, pero no más que a quien te ha creado.
Ama, pues, a tu padre, pero no
por encima de Dios; ama a tu madre, pero no por encima de la Iglesia, que te
engendró para la vida eterna.
Pues si tanto ha de amarse a
quienes te engendraron para la muerte, ¡con qué amor han de ser amados quienes
te engendraron para que llegues a la vida eterna y permanezcas por la
eternidad! Ama a tu esposa, ama a tus hijos según Dios, inculcándoles que
adoren contigo a Dios. Una vez que te hayas unido a él, no has de temer
separación alguna. Por tanto, no debes amar más que a Dios a quienes con toda
certeza amas mal, si descuidas el llevarlos a Dios contigo.
San Juan de Ávila.
¿Qué quiere decir in nomine prophetae, in
nomine iusti? Que, aunque no sean santos, ni lo sepan claramente, basta
recibirlos y favorecerlos por este título, para que Dios se tenga por obligado
a pagaros, aunque no lo sean[14].
Así como el lugar donde el inmenso Dios ha de
morar en nosotros ha de ser estimarle, reverenciarle y amarle sin tasa y sobre
toda medida, amándole sobre todas las cosas de la tierra y el cielo, y amándole
más que nos mismos, si tú, cristiano, no das a Dios tu corazón ensanchado con
la grandeza y anchura de aquesta reverencia y amor, quiéreslo meter en lugar
pequeño, quiéreslo poseer con amor pequeño, yu Él quéjase y dice: El que ama
a padre o madre más que a mí, no es digno de mí (Mt 10, 37)
[15].
Sus grados tiene el amor: hiere y ata, y es
insaciable. Herido está el corazón del amor de Dios cuando se enseñorea
tanto del hombre, que a todos los otros amores éste sobrepuja, y cumple lo que
el Señor en el Evangelio pidió: El que ama a
padre y madre, mujer, hijos y hermanos; y: Si alguno viene a mí y
no aborrece padre y madre, mujer, hijos y hermanos y aun a sí mismo, no puede
ser discípulo mío. La ley de la Bondad divinal pide, y con mucha justicia,
que así como ella es en sí cosa infinita, así sea preciada de hombres y ángeles
sobre todas las cosas de manera que le haga decir con san Pablo: ¿Quién nos
apartará del amor de Cristo? Ni tribulación, ni angustia, ni hambre, ni
desnudez, ni peligro, ni persecución, ni espada que mate; mas en todas
estas cosas sobrepujamos por amor de aquel que nos amó[16].
Este Señor ensalza tanto a los suyos,
juntándolos consigo mismo, a semejanza de un cuerpo con una cabeza, que el bien
que hacen ellos lo hace Él con ellos; y por esta parte, de lo que si era de
poco valor es preciosísimo y meritorio de vida eterna, aunque sea rezar un Ave
María, aunque [sea] dar por amor de Dios un jarro de agua fría u
otra cosa menor, con que sea buena y hecha por hombre que está en gracia,
encorporado con el Cuerpo de Jesucristo y que goza de renombre de miembro vivo
suyo, y8 que en valor se llama Cristo[17]
[1] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[2] Ib.
[3] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[4] Ib.
[5] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[6] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[7] Santiago Guijarro. Los Dichos de Jesús. Introducción al Documento
Q. Ediciones Sígueme. Salamanca.
2014. Pgs. 168-169.
[8] Indicaciones Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia,
versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[9] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[10] Iglesias González, M. Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[11] Biblia Didaje con comentarios
del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de
www.vatican.va
[12] Jerónimo. Comentario
al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.
[13] San Agustín. Sermón
344, 1-2. Pg. 1011. San Agustín. Comentarios a las lecturas litúrgicas (N.T.).
II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
[14] San Juan de Ávila. Lecciones
sobre la Epístola a los Gálatas. OC II. BAC. Madrid. 2013. Pg. 87.
[15] San Juan de Ávila.
Víspera del Corpus, 46. Obras Completas 3, Sermones. BAC. Madrid. 2015. Pg.
507.
[16] San Juan de Ávila. Ascensión de María, 13. Ib. Pg. 951.
[17] San Juan de Ávila, Santísimo Sacramento, 24. Ib. Pg. 541.
No hay comentarios:
Publicar un comentario