viernes, 26 de junio de 2020

Domingo XIII Tiempo Ordinario. 28 de junio de 2020.


DOMINGO XIII – 28 de JUNIO de 2020. Año II - Nº 30
Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 8-11.14-16a.  
Pasó Eliseo un día por Sunén. Vivía allí una mujer principal que le insistió en que se quedase a comer; y, desde entonces, se detenía allí a comer cada vez que pasaba. Ella dijo a su marido:
-Estoy segura de que es un hombre santo de dios el que viene siempre a vernos. Construyamos en la terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse.
Llegó el día en que Eliseo se acercó por allí y se retiró a la habitación de arriba, donde se acostó. Entonces se preguntó Eliseo:
-¿Qué podemos hacer por ella?
Respondió Guejazí, su criado:
-Por desgracia no tiene hijos y su marido es ya anciano.
Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la entrada. Eliseo le dijo:
-El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[1].
Eliseo pasó un día por Sunen.
1 R 1, 3: Buscando una muchacha hermosa por todo el territorio de Israel, encontraron a Abisag, la sunamita, y la llevaron al rey.
La llamó y ella se detuvo a la entrada.
Gn 18, 10: [El ángel a Abraham] Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo”. Sara estaba escuchando detrás de la entrada de la tienda.

Notas exegéticas[2].
4 19 El mobiliario era lujoso para una época en la que la gente se sentaba, comía y dormía en el suelo.
4 16 (a) El anuncio del nacimiento de un hijo a la sunamita recuerda el del nacimiento de Isaac en Gn 18, 1-15. En los dos relatos, el feliz e inesperado acontecimiento aparece como recompensa por la hospitalidad dispensada al mensajero divino.

Salmo responsorial
Sal 88, 2-3.16-19

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: “La misericordia es un edificio eterno”,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey. R/.

 Textos paralelos[3].
 Dichoso el pueblo que sabe aclamarte.
Sal 47, 1: Pueblos todos, batid palmas, / aclamad a Dios con gritos de júbilo.
El Santo de Israel nuestro rey.
Is 6, 3:
Sal 47, 10: Los príncipes de los gentiles se reúnen / con el pueblo del Dios de Abrahán, / porque de Dios son los grandes de la tierra, / y él es excelso.

 Notas exegéticas[4].
 89 El preludio seguido de la evocación de la alianza davídica y de un himno al Creador introduce un oráculo mesiánico por contraste, la evocación de las humillaciones nacionales. El salmo concluye con una oración. El binomio “amor-lealtad” es una constante del salmo.

Segunda lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-4.8-11
Hermanos:
Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[5].
 Cuantos fuimos bautizados en Cristo.
Ga 3, 27: Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo.
Fuimos incorporados a su muerte.
Col 2, 12: Por el bautismo fuiste sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos.
Col 2, 13: Y a vosotros que estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó con él.
Tt 3, 5-7: No por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo, que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, seamos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
1 P 3, 21-22: Aquello era también un símbolo del bautismo que actualmente os está salvando, que no es purificación de una mancha física, sino petición a Dios de una buena conciencia, por la resurrección de Jesucristo, el cual fue al cielo, está sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles, potestades y poderes.
Mediante la portentosa actuación del Padre:
Rm 1, 4: Constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos: Jesucristo nuestro Señor.
Ex 24, 16: La gloria del Señor descansaba sobre la montaña del Sinaí y la nube cubrió la montaña durante seis días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.
Si hemos muerto con Cristo.
2 Tm 2, 11: Es palabra digna de crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él.
Hch 13, 34: Y que lo resucitó de la muerte para nunca volver a la corrupción, lo tiene expresado así: “Os cumpliré las promesas santas y seguras hechas a David”.
1 Co 15, 26: El último enemigo en ser destruido será la muerte.
2 Tm 1, 10: La cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio.
Hb 2, 14: Por tanto, lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo.
Ap 1, 18: El viviente; estuve muerto, pero ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.
De una vez para siempre.
Hb 7, 27: El que no necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

Notas exegéticas[6]:
6 3 Esta doctrina no es específicamente paulina. Se supone conocida incluso en una comunidad que Pablo no ha evangelizado. Para otros, se trataría de una simple pregunta retórica y, por tanto, la enseñanza sería nueva.
6 4 (a) Var.: “porque fuimos”.
6 4 (b) El bautismo no se opone a la fe, sino que la acompaña y la expresa en el plano sensible por el eficaz simbolismo de su rito. Por eso, Pablo les atribuye los mismos efectos. La “inmersión· (sentido etimológico de “bautizar”) en el baño del agua sepulta al pecador en la muerte de Cristo de la que sale por la resurrección con él como “nueva criatura”, “hombre nuevo”, miembro del Cuerpo único animado del único Espíritu. Esta resurrección que no será total y definitiva más que al final de los tiempos se realiza ahora por una vida nueva según el Espíritu. Además del simbolismo más especialmente paulino de muerte y de resurrección, este rito primordial de la vida cristiana es presentado en el NT como un baño que purifica, como un nuevo nacimiento, como una iluminación. Sobre bautismo de agua y bautismo del Espíritu ver Hch 1, 5: estos dos “unción” y “sello” de 2 Co 1, 21. Según 1 Pe 3, 21 el arca de Noé fue tipo del bautismo.  
6 10 Cristo, sin ser pecador, pertenecía a la esfera del pecado por su cuerpo de carne semejante al nuestro; hecho espiritual sólo pertenece a la esfera divina. Así el cristiano, si bien mora provisionalmente en la carne, vive ya del Espíritu.
6 11 (a) Mejor que “consideraos como muertos”. La traducción ofrecida descarta una interpretación puramente psicológica. No se trata de pensar que uno está muerto, sino de tomar en serio, como un dato objetivo, el hecho de uno está muerto.
6 11 (b) Texto recibido y Vulgata “Cristo Jesús Señor nuestro”.

Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 37-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a apóstoles:
-El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perdera, y, el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá recompensa de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdados digo que no perderá su recompensa.

El Documento Q. Los Dichos de Jesús[7].
Q 19, 16: El que os recibe a vosotros me recibe a mí, [y] el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado.
Q 14, 26: [] no odia a “su” padre y a “su” madre, no mío, y []   a “su” hijo y a “su” hija no puede ser discípulo mío.
Q 14, 27: El que no toma su cruz y viene detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Q 17, 33: [El que encuentre] su vida la perderá y [el que] pierda su propia vida [por mí] la encontrará.

Textos paralelos[8].
 El que ama a su padre.
//Lc 14, 26-27: Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Dt 33, 9: Que dijo de su padre y de su madre: “No los he visto”, / a sus hermanos no reconoció, / y de sus hijos no quiso saber. / Porque observaron tu palabra / y vigilaron sobre tu alianza.
 El que no tome su cruz.
// Mt 16, 24-25: Entonces dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará”.
// Mc 8, 34-35: Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.
Lc 9, 23-24: Entonces decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará”.
Lc 17, 33: El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.
Jn 12, 25: El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.
Quien a vosotros acoge, a mí me acoge.
// Mt 18, 5: El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí.
// Mc 9, 37: El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
// Lc 9, 48: El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante.
Quien acoja a un profeta.
// Lc 10, 16: Quien a vosotros escucha, a mí me escucha: quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
Jn 12, 44-45: Jesús gritó diciendo: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado”.
Jn 13, 20: En verdad, en verdad os digo: el que recibe a quien yo envie me recibe a mí, y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado.
1 R 17, 15: Ella [la viuda de Sarepta] se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su familia.
Mt 18, 4: El que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos.
Y todo aquel que dé de beber:
2 Re 4, 10: Construyamos en la terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse.
Mt 25, 35: Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis.
Mc 9, 41: Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no quedará sin recompensa.

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[9].
10 37 El término griego filein (amar) no es el que, en los evangelios sinópticos, denota el amor a Dios y al prójimo (agapón). En Mt tiene de ordinario un sesgo peyorativo. Esta palabra de Jesús a la que Lc 14, 26 le da una forma más dura, pone de relieve que los lazos familiares, aunque legítimos, pueden ser un obstáculo en el camino de quienes quieren seguir a Cristo. En esta frase, de forma más arcaica que en Mc y Lc, “encontrar” se ha de entender con el matiz de “ganar, obtener, procurarse”.
10 40 En estos tres versículos encontramos probablemente la estructura de la Iglesia mateana. En la cúspide la autoridad apostólica se describe mediante una fórmula jurídica judía para indicar la transmisión de poderes, pero que aquí se relaciona con Dios. Luego los que enseñan y los testigos que han resistido heroicamente en las persecuciones. Finalmente los pequeños.
10 42 Algunos ven en estos pequeños a los apóstoles (sentido sugerido por Mc 9, 51), bien sea a todos los discípulos como testigos del Reino de Dios (sentido indicado por la precisión “por ser discípulo), bien sea (más probable), en el seno de la comunidad de discípulos, a los más humildes, desheredados y quizá desfavorecidos debido a la persecución (sentido dominante en 18, 5-10), aunque en un contexto de vida comunitaria, no de persecución).

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[10].
37 EL QUE QUIERE AL PADRE….: Lc 14, 26s. Estamos en la esfera del primer mandamiento (aunque el verbo griego empleado no es el del amor de caridad – agapáô –, sino el de afecto natural: philéô): “Nuestro Dios es el único Señor; amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas” (Dt 6, 4-5). Jesús reclama para sí un amor equivalente.
38 “Seguir detrás” es pleonástico [dos palabras con el mismo significado seguidas para que tengan más fuerza]: seguir (helenístico) + detrás (semítico).
39 “Encontrar la vida” (lit., con doble semitismo, encontrar el alma) es salvarse, asegurar la vida. “Perder la vida” (lit. perder el alma) es, aquí, morir violentamente. Como si dijera: “El que reserva su vida, no se salva; se salva el que arriesga la vida hasta morir mártir”.
40 Con el enviado de Jesús va Jesús mismo; con él va la paz de Cristo, o la condena fuera de Cristo.
“Recibir” puede ser sinónimo de obedecer, si detrás está el verbo arameo qbl (que significa recibir, y es también escuchar, obedecer).
41-52 A TÍTULO DE: lit. a nombre de; fórmula rabínica, que puede traducirse: por ser…. El ambiente de estas frases es judío: los apóstoles son “profetas” y “justos” (la bina PROFETA-JUSTO aparece en 13, 17 y 23,29).
ESTOS PEQUEÑUELOS (25, 40.45): los discípulos de Jesús, en Mc 9, 41, parece referirse solo al grupo de los Doce.

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[11].
10, 37 Para contestar a la llamada de Cristo al discípulado, todo debe ser pospuesto, incluso el afecto a nuestra familia, por importante que sea. A medida que los niños maduran, su percepción a la llamada personal que les hace Cristo se hace más fuerte, y deben discernir cuidadosamente la vocación a la que son llamados. Los padres y demás miembros de la familia pueden también ofrecer orientación a sus hijos en este discernimiento. Cat. 2232.
10, 38 Ser discípulo de Cristo significa compartir su cruz (Cat. 1506). Todos los cristianos debemos estar dispuestos a dar testimonio de Cristo y a sufrir por él. Cat. 1225.
10, 40 El ministerio de los apóstoles, tanto en su predicación como en su ministerio sacramental, era una extensión del ministerio de Cristo. Los ministros ordenados de la Iglesia ejercen su servicio mediante la enseñanza, el culto divino, y el gobierno pastoral. Cat. 858, 888, 893-894.

San Jerónimo[12].
37. El que ama a su padre o a su madre, más que a mí no es digno de mí, etc. Dado que antes había dicho: No he venido a traer la paz sino espada y enfrentar al hombre contra su padre, su madre, su suegra, para que nadie anteponga la piedad familiar a la religión, agrega: El que ama a su padre o a su madre más que a mí; también leemos en el Cantar de los cantares: Ordena en mí el amor. Este orden es necesario para todo afecto. Ama a tu padre, ama a tu madre, ama a tus hijos después de Dios. Si fuera necesario poner a la par el amor de los padres y de los hijos con el amor de Dios y no es posible conservar ambos, odiar a los suyos es piedad para con Dios. Por tanto no prohibió amar al padre y a la madre sino que agregó expresamente: el que ama a su padre y a su madre más que a mí.
38. El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. En otro Evangelio está escrito: El que no toma su cruz, cada día. Para que no pensemos que el ardor de la fe puede bastar una sola vez se nos enseña que es necesario llevar la cruz siempre, para que siempre mostremos nuestro amor por Cristo.
40. Quien os recibe a vosotros a mí me recibe, y quien me recibe a mí recibe a Aquel que me ha enviado. Magnífico orden. Envía a predicar, enseña que no hay que temer los peligros, subordina el afecto a la religión. Más arriba les había quitado el oro, arrancado el dinero de su cinto. Dura condición de los evangelistas. ¿Cómo proveer a los gastos, a lo necesario para la vida? Atempera el rigor de las exigencias con la esperanza de las promesas y dice: Quien os recibe a vosotros a mí me recibe, y quien me recibe a mí recibe a Aquel que me envío, para que cada uno de los creyentes al recibir a los apóstoles piense que es a Cristo a quien recibe.
41. El que recibe a un profeta por ser profeta recibirá la recompensa de un profeta, etc. El que recibe a un profeta y comprende que él habla de las cosas futuras, ese recibirá la recompensa de un profeta.  
42. Quien reciba a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo. Pero otro podría excusarse diciendo: Mi pobreza me lo impide, la indigencia no me permite ofrecer hospitalidad. El deshace esta excusa por medio de un precepto muy leve: ofrecer de todo corazón un vaso de agua fresca. Dice de agua fresca, no caliente,  a fin de que aún para el agua caliente no busque la excusa de la pobreza, de la falta de leña.

San Agustín[13].
En la vida toda tentación es una lucha entre dos amores: el amor del mundo y el amor de Dios; el que vence de los dos atrae hacia sí, como gravedad, a su amante. A Dios llegamos con el afecto, no con alas o con los pies. Y, al contrario, nos atan la tierra los afectos contrarios, no nudos o carena alguna corporal. Cristo vino a transformar el amor y a hacer de un amante de la tierra un amante de la vida celestial; por nosotros se hizo hombre quien nos hizo hombrees. Dios asumió al hombre para hacer de los hombres dioses.
He aquí el combate que tenemos delante: la lucha contra la carne, contra el diablo, contra el mundo.
Ardiendo de este amor o, mejor, para que ardamos en él, dice: Quien ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí, y quien no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. No ha eliminado el amor a los padres, a la esposa, a los hijos, sino que lo ha colocado en el lugar que le corresponde. No dijo: “Quien ama”, sino: Quien ama más que a mí. Es lo que dice la Iglesia en el Cantar de los Cantares: Ordenó en mí, el amor (Ct 2, 4). Ama a tu padre, pero no más que al Señor; ama a quien te ha engendrado, pero no más que a quien te ha creado.
Ama, pues, a tu padre, pero no por encima de Dios; ama a tu madre, pero no por encima de la Iglesia, que te engendró para la vida eterna.
Pues si tanto ha de amarse a quienes te engendraron para la muerte, ¡con qué amor han de ser amados quienes te engendraron para que llegues a la vida eterna y permanezcas por la eternidad! Ama a tu esposa, ama a tus hijos según Dios, inculcándoles que adoren contigo a Dios. Una vez que te hayas unido a él, no has de temer separación alguna. Por tanto, no debes amar más que a Dios a quienes con toda certeza amas mal, si descuidas el llevarlos a Dios contigo.

San Juan de Ávila.

¿Qué quiere decir in nomine prophetae, in nomine iusti? Que, aunque no sean santos, ni lo sepan claramente, basta recibirlos y favorecerlos por este título, para que Dios se tenga por obligado a pagaros, aunque no lo sean[14].  
Así como el lugar donde el inmenso Dios ha de morar en nosotros ha de ser estimarle, reverenciarle y amarle sin tasa y sobre toda medida, amándole sobre todas las cosas de la tierra y el cielo, y amándole más que nos mismos, si tú, cristiano, no das a Dios tu corazón ensanchado con la grandeza y anchura de aquesta reverencia y amor, quiéreslo meter en lugar pequeño, quiéreslo poseer con amor pequeño, yu Él quéjase y dice: El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí (Mt 10, 37) [15].
Sus grados tiene el amor: hiere y ata, y es insaciable. Herido está el corazón del amor de Dios cuando se enseñorea tanto del hombre, que a todos los otros amores éste sobrepuja, y cumple lo que el Señor en el Evangelio pidió: El que ama a  padre y madre, mujer, hijos y hermanos; y: Si alguno viene a mí y no aborrece padre y madre, mujer, hijos y hermanos y aun a sí mismo, no puede ser discípulo mío. La ley de la Bondad divinal pide, y con mucha justicia, que así como ella es en sí cosa infinita, así sea preciada de hombres y ángeles sobre todas las cosas de manera que le haga decir con san Pablo: ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? Ni tribulación, ni angustia, ni hambre, ni desnudez, ni peligro, ni persecución, ni espada que mate; mas en todas estas cosas sobrepujamos por amor de aquel que nos amó[16].
Este Señor ensalza tanto a los suyos, juntándolos consigo mismo, a semejanza de un cuerpo con una cabeza, que el bien que hacen ellos lo hace Él con ellos; y por esta parte, de lo que si era de poco valor es preciosísimo y meritorio de vida eterna, aunque sea rezar un Ave María, aunque [sea] dar por amor de Dios un jarro de agua fría u otra cosa menor, con que sea buena y hecha por hombre que está en gracia, encorporado con el Cuerpo de Jesucristo y que goza de renombre de miembro vivo suyo, y8 que en valor se llama Cristo[17]




[1] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[2] Ib. 
[3] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib. 
[5] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[6] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.  
[7] Santiago Guijarro. Los Dichos de Jesús. Introducción al Documento Q. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2014. Pgs. 168-169.   
[8] Indicaciones Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.  
[9] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[10] Iglesias González, M. Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[11] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de www.vatican.va 
[12] Jerónimo. Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.
[13] San Agustín. Sermón 344, 1-2. Pg. 1011. San Agustín. Comentarios a las lecturas litúrgicas (N.T.). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
[14] San Juan de Ávila. Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas. OC II. BAC. Madrid. 2013. Pg. 87.
[15] San Juan de Ávila. Víspera del Corpus, 46. Obras Completas 3, Sermones. BAC. Madrid. 2015. Pg. 507.
[16] San Juan de Ávila.  Ascensión de María, 13. Ib. Pg. 951.
[17] San Juan de Ávila,  Santísimo Sacramento, 24. Ib. Pg. 541.

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