lunes, 9 de octubre de 2023

Domingo 28. 15 de octubre de 2023.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de Isaías 25, 6-10a. 

Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre. Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo – lo ha dicho el Señor –. Aquel día se dirá:

-Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor en quien esperábamos. Celebremos y gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor.

 

Textos paralelos.

 Preparará Yahvé Sebaot para todos los pueblos.

Mt 8, 11: Os digo que muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios.

Un convite de manjares enjundiosos.

Jn 6, 51: Yo soy el pan vivo que baja del cielo. Quien coma de este pan vivirá siempre. El pan que yo doy para la vida del mundo es mi carne.

Jn 6, 54: Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Acabará para siempre con la Muerte.

Os 13, 14: ¿Los libraré del poder del Abismo / los rescataré de la Muerte?

Enjugará el Señor Yahvé.

Ap 21, 4: Les enjugará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo ha pasado.

1 Cor 15, 26: El último enemigo en ser destruido es la muerte.

Ap 7 17: Pues le han declarado: Tú eres sacerdote perpetuo en la línea de Melquisedec.

En toda la superficie del país.

Is 35, 10: Y volverán a Sión con cánticos: / en cabeza, alegría perpetua, / siguiéndolos, gozo y alegría; / pena y aflicción se alejarán.

 

Notas exegéticas.

25 6 Volviendo sobre los conceptos universalistas ya difundidos entre los profetas anteriores Is 2, 2-3, Za 8, 20, etc., y ampliándolos, el autor describe la afluencia de los pueblos a Jerusalén como a un inmenso banquete. A partir de este texto la idea de un banquete mesiánico se hizo corriente en el Judaísmo y vuelve a encontrarse en el NT: Mt 22, 2-10.

25 7 Este velo que oculta los rostros, ver 1 R 19 13, puede impedir la visión y la comprensión o con más frecuencia es señal de duelo. El término apocalipsis significa precisamente desvelamiento y es empleado a propósito de las naciones en el Cántico de Simeón (Lc 2, 32).

 

Comentario.

-Este texto pertenece al “Apocalipsis de Isaías” (24-27).

-Textos tardíos postexílicos (s. V o IV a.C.), cuyo estilo y mensaje no tiene nada que ver con el profeta Isaías (s. VIII a.C.).

 

Salmo responsorial

Sal 23 (22)

 

R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

 

El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

 

Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa. R/.

 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término. R/.

 

Textos paralelos.

 Yahvé es mi pastor.

Ez 34, 1: Me dirigió la palabra el Señor: “Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza diciéndoles: ¡Pastores! Esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas los que tienen que apacentar los pastores?

En verdes pastos me hace reposar.

Jn 10, 9: Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará; podrá entrar y salir y encontrar pastos.

Me conduce a fuentes tranquilas.

Jn 4, 1: Los fariseos se enteraron de que Jesús ganaba más discípulos y bautizaba más que Juan.

Allí reparo mis fuerzas.

Is 40, 31: Pero los que esperan en el Señor / renuevan sus fuerzas, / echan alas como las águilas, / corren sin cansarse, / marchan sin fatigarse.

Me guía por cañadas oscuras.

Jr 31, 25: Regaré gargantas sedientas, / colmaré a los muertos de hambre.

Pr 4, 11: Te instruyo sobre el camino de la sensatez, / te encamino por la senda recta.

Sal 116, 1: ¡Yo amo! , porque el Señor escucha / mi voz suplicante.

Aunque fuese por valle tenebroso.

Is 50, 10: ¿Quién de vosotros respeta al Señor / y obedece a su siervo? / Aunque camine en tinieblas, / sin rayo de luz, / que confíe en el Señor / y se apoye en su Dios.

Jb 10, 21-22: Antes de partir, para no volver / al país de tinieblas y sombras, / a la tierra lóbrega y opaca, / de confusión y negrura, / donde la misma claridad es sombra.

Preparas ante mí una mesa.

Ex 16, 1: Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.

Sal 22, 27: Comerán los desvalidos hasta saciarse / y alabarán al Señor los que lo buscan: / ¡No perdáis nunca el ánimo!

Bondad y amor me acompañan.

Sal 16, 6: Me ha tocado una parcela apacible, / es espléndida mi heredad.

Sal 63, 6: Como de enjundia y de manteca / se saciará mi garganta, / y con labios jubilosos / te alabará mi boca.

Habitaré en la casa de Yahvé.

Sal 27, 4: Una cosa pido al Señor, / es lo que busco: / habitar en la casa del Señor / todos los días de mi vida; / contemplando la belleza del Señor, / observando su templo.

 

Notas exegéticas.

23 La solicitud divina por los justos, descrita bajo la doble imagen del pastor u del huésped que ofrece el lenguaje mesiánico. Este salmo se aplica tradicionalmente a la vida sacramental especialmente al Bautismo y a la Eucaristía.

23 4 “pues tú vienes” adicción probable para armonizar con 1 S 22 23 y subrayar así la alusión al gesto davídico. El texto primitivo sería: “Cerca de mí, tu vara, tucayado están ahí”.

25 5 Conforme a la costumbre de la hospitalidad oriental.

23 6 “y habitaré” versiones: “volveré a”, hebreo (simple corrección vocálica).

 

Segunda lectura.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 4, 12-14.19-20

Hermanos:

Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús. A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

Textos paralelos.

 A la saciedad y al hambre.

2 Co 12, 9-10: Y me contestó: te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto presumiré de mis debilidades, para que se aloje en mí el poder de Cristo. Porque estoy contento con las debilidades, insolencias, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo. Pues cuando soy débil, entonces son fuerte.

Col 1, 29: Para ello trabajo y peleo, con la energía suya que actúa eficazmente en mí.

Mi Dios proveerá.

2 Co 2, 15: En efecto, somos el aroma de Cristo ofrecido a Dios, para los que se salvan y para los que se pierden.

Al Dios y Padre nuestro, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Rm 16, 27: A Dios, el único sabio, por medio de Jesucristo, sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 

Notas exegéticas.

4 12 Lit. “he sido iniciado”. Término propio de los cultos mistéricos (vb. myéo), cuyo sentido aquí es sencillo: he aprendido una cosa que todos no saben.

4 13 Var.: “en Cristo”.

4 19 Var. (Vulgata): “provea”.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14

En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

-El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidaos: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”. Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron. El rey montó en cólera, envío sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis llamadlos a la boda·. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?” El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos.

 

Los dichos de Jesús.

Q 16 Un hombre preparó una [gran] cena [e invitó a muchos].

Q 17 Y envió a su siervo [a la hora de la cena] para decir a los invitados: Venid, porque ya está preparada.

Q 18 “Uno se excusó a causa de su” campo.

¿Q 19? “Otro se excusó a causa de sus negocios”.

¿Q 20? ..

Q 21 “Y el siervo <regresó y dijo> a su siervo:

Q 23 Sal a los caminos y llama a los que encuentras, para que se llene mi casa.

 

Textos paralelos.

// Lc 14, 16-24:

Mateo

Lucas

En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:

-El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo;

mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidaos: “Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.

 

Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.

 

 

El rey montó en cólera, envío sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.

 

 

Luego dijo a sus criados: “La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis llamadlos a la boda·. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?” El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos.

 

 

 

Un hombre daba un gran banquete, al que invitó a muchos.

Hacia la hora del banquete despachó a su criado a avisar a los invitados: Venid que ya está preparado. Uno tras otro se fueron excusando todos.

 

 

 

El primero dijo: He comprado un terreno y tengo que ir a examinarlo; por favor, acepta mis excusas. El segundo dijo: He comprado una yunta y voy a probarlos; por favor acepta mis excusas. El tercero dijo: Me acabo de casar y no puedo ir. El criado volvió a informar al amo.

El amo de casa, irritado, dijo al criado: Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, lisiados, ciegos y cojos. El criado le dijo: Señor, se ha hecho lo que me ordenabas y todavía sobra sitio.

 

El amo dijo al criado: Sal a los caminos y veredas y oblígalos a entrar hasta que se llene la casa. Pues os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi banquete.

 

Tomó Jesús de nuevo la palabra y les habló en parábolas.

Mt 8, 11: Os digo que muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de Dios.

Pr 9, 1-6: La sensatez se ha edificado una casa, / ha labrado siete columnas, / ha matado las reses, mezclado el vino / y puesto la mesa, / ha despachado a sus criadas a pregonarlo / en los puntos que dominan la ciudad. / “El que sea inexperto, venga acá; / al falto de juicio le quiero hablar. / Venid a comer de mis manjares / y a beber el vino que he mezclado; / dejad la inexperiencia y viviréis, / seguid derechos el camino de la prudencia.

Semejante a un rey.

Is 25, 6-10: El Señor de los ejércitos / ofrece a todos los pueblos, / en este monte, / un festín de majares suculentos, / un festín de vinos de solera, / manjares enjundiosos, / vinos generosos. / Arrancará en este monte / el velo que cubre a todos los pueblos, / el paño que tapa a todas las naciones; / y aniquilará la muerte para siempre. / El Señor enjugará las lágrimas / de todos los rostros / y alejará de la tierra entera / el oprobio de su pueblo / – lo ha dicho el Señor –.

Envió a sus siervos a llamar a los invitados.

Mt 21, 34: Cuando llegó la vendimia, despachó a sus criados a recoger de los agricultores el fruto que le correspondía.

Los escarnecieron y los mataron.

Mt 21 35: Ellos agarraron a los siervos: a uno lo desollaron, a otro lo mataron, al tercero lo apedrearon.

El rey enojado.

2 S 11, 1: Al día siguiente, en la época en que los reyes van a la guerra, David envió a Joab con sus oficiales y todo Israel a devastar la región de los amonitas y sitiar Rabá.

2 S 12, 26: Mientras, Joab había atacado a la capital de los amonitas y se había apoderado de ella.

Dio muerte a aquellos homicidas.

Is 64, 10: Nuestro templo, nuestro orgullo, / donde te alabaron nuestros padres, / ha sido pasto del fuego, / y lo que más queríamos / está reducido a escombros.

Ap 17, 16: Los diez cuernos que viste y la fiera aborrecerán a la prostituta, la dejarán arrasada y desnuda, se comerán su carne y la quemarán.

Invitad a la boda a los que encontréis.

Ap 19, 7: Hagámosle fiesta alegre dándole gloria, porque ha llegado la boda del Cordero y su novia está preparada.

Reunieron a todos los que encontraron.

Mt 13, 38: El campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los súbditos del maligno.

Mt 13, 47: El reinado de Dios se parece a una red echada al mar, que atrapa peces de toda especie.

Le dijo: Amigo.

Ap 19, 8: La han vestido de lino puro resplandeciente (el lino son las obras buenas de los santos).

Él se quedó callado.

Sb 4, 19: Se convertirán en cadáver sin hora, / baldón entre los muertos para siempre; / pues los derribará cabezas abajo, sin dejarles hablar, / los zarandeará desde los cimientos, y los arrasará hasta lo último; / vivirán en dolor y su recuerdo perecerá.

Sb 17, 2: Pensaban los malvados que controlaban la nación santa, / mientras yacían ellos prisioneros de las tinieblas, / en el calabozo de una larga noche, recluidos bajo sus techos, / prófugos de la entera providencia.

Sb 8, 12: Si callo, estarán a la expectativa; si tomo la palabra, prestarán atención; y si me alargo hablando, se llevarán la mano a la boca.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

22 Parábola entreverada de rasgos alegóricos, como la precedente, ,y que entraña la misma lección: el rey es Dios, el banquete de bodas es la felicidad mesiánica, ya que el hijo del rey es el Mesías; los enviados son los profetas y los apóstoles; los invitados que hacen caso omiso de ellos o los ultrajan son los judíos; los que son llamados de los caminos son los pecadores y los gentiles; el incendio de la ciudad es la ruina de Jerusalén. A partir del v. 11 cambia la escena y se trata del Juicio final. Parece que Mt ha combinado dos parábolas, una análoga a la de Lc 14, 16-24, la otra aquella cuya conclusión se encuentra en vv. 11s: el hombre que responde a la invitación ha de llevar vestido de bodas; las obras de justicia deben acompañar la fe.

22 10 Estas palabras pueden aludir al hecho de que en el Reino antes del juicio final se encuentran mezclados malos y buenos, o más probablemente a la gracia de Dios, que invita al disfrute del Reino a todos los hombres, sobre todo a los pecadores.

22 14 Esta sentencia parece corresponder a la primera parte de la parábola más bien que a la segunda. No se trata de los elegidos en general, sino de los judíos, los primeros invitados. La parábola no dice, pero tampoco excluye, que algunos “pocos” de entre ellos hayan respondido y hayan sido elegidos.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

22 1-2 UN REY: lit. un hombre rey. // DIO UN BANQUETE…: lit. hizo bodas (así en toda la parábola, con el significado secundario de “banquete de boda”) para el hijo de él (en honor de su hijo).

4 Esos OTROS ESCLAVOS tenían el encargo de llamar definitivamente, o por última vez, A LOS anteriormente CONVIDADOS.

7 SU EJÉRCITO: lit. sus ejércitos (plural de generalización).

10 TODOS LOS QUE ENCONTRARON, MALOS Y BUENOS: comenta san Agustín: “Así está ahora la Iglesia, llena de buenos y malos […]. Esa muchedumbre la oprime a veces y está a punto de hacerla naufragar. La muchedumbre de los que viven mal turba a los que viven bien, y los perturba hasta el punto de que el que vive bien piensa, cuando ve a los otros vivir mal, que está haciendo el tonto; sobre todo porque, según los valores de este mundo, hay muchos malos felices, hay muchos buenos infelices”.

11-12 ¿Pertenecieron estos vs. a otra parábola, originariamente separada de la anterior? // UNO: lit. un hombre. El TRAJE DE BODA no tiene porque entenderse como vestido especial; simplemente es la ropa limpia, la que se pone un invitado que quiere hacer honor a su anfitrión. Alegóricamente simboliza “lasa buenas obras” (Ap 19, 8): no basta ser invitado, es preciso convertirse y producir los frutos de esta conversión.

12 SIN TRAJE: lit. no teniendo traje.

13 DESPUÉS DE ATARLO [DE] PIES Y MANOS, ECHADLO…: lit. habiendo atado de él pies y manos echad a él…

14 Forma semitizante de comparativo: son más los invitados que los realmente participantes en el banquete. Es la enseñanza de la parábola: los primeros invitados a entrar en el reino de Dios – los judíos – se han quedado fuera, al no aceptar la invitación. Este sería el sentido directo, si el v. 14 iba después del 10 originariamente; tal como está colocado, su alcance se extiende a toda la humanidad invitada por Dios a su “fiesta de familia”. Las formas verbales griegas están en la voz pasiva “teológica”: “Dios invita a muchos” (e. d., a todos: cf. v. 10 y Mc 10, 45), pero elige a pocos (a un número menor que el de los invitados).

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

22, 1-14 La imagen del banquete de bodas evoca la alegría escatológica. Cristo, el Hijo, es el esposo prometido a su Iglesia. A veces se describe el reino de los cielos como el banquete de bodas del Cordero (cf. Ap 19, 9). El invitado que no llevaba un traje adecuado representa probablemente a aquellos que, aun estando entre los invitados, no se han preparado adecuadamente en vida, con un “sí” total a la vocación a la santidad y, por lo tanto, no pueden participar en el banquete de bodas.  

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

546 Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas, rasgo típico de su enseñanza. Por medio de ellas invita al banquete del Reino (cf. Mt 22, 1-14), pero exige también una elección radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo; las palabras no bastan, hacen falta obras. Las parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra como un suelo duro o como una buena tierra? ¿Qué hace con los talentos recibidos? Jesús y la presencia del Reino en este mundo están secretamente en el corazón de las parábolas. Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse discípulos de Cristo para “conocer los Misterios del Reino de los cielos” (Mt 13, 11). Para los que están “fuera” (Mc 4, 11), la enseñanza de las parábolas es algo enigmático.

 

Concilio Vaticano II

Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, merecemos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde “habrá llanto y rechinar de dientes” (Mt 22, 13). En efecto, antes de reinar con Cristo todos compareceremos ante el tribunal de Cristo para dar cuenta cada uno del bien y del mal que hizo durante su vida en este cuerpo. Al fin del mundo los que hicieron el mal resucitarán para el juicio.

Lumen gentium, 48.

 

Los Santos Padres.

Primero hay que averiguar si esta lección según san Mateo es la misma que san Lucas describe bajo el nombre de cena. (…) Aquí en las bodas está significada la Iglesia presente, y allí en la cena está significado el último y eterno banquete, puesto que aquí entran algunos que han de salir, y quien ha entrado allí una vez, ya no saldrá más. (…) El Padre celebró las bodas de su Hijo Rey cuando por el misterio de la encarnación se desposó con la santa Iglesia; y el seno de la Virgen Madre fue el tálamo de este esposo. (…) En efecto salió Dios encarnado como un esposo de su tálamo cuando, para unir consigo a la Iglesia, salió del seno inmaculado de la Virgen. Y envió a sus criados para que invitasen a estas bodas a los amigos. Los envió una y dos veces, porque hizo predicadores de la encarnación del Señor primero a los profetas y después a los apóstoles. (…) ¿Qué entendemos, hermanos carísimos, por los terneros y por los animales cebados sino los padres del Antiguo y Nuevo Testamento?

Gregorio Magno. Homilías sobre los evangelios, 38. 1b, pg. 186.

Todos los bautizados conocen cuál es la boda del hijo del rey y cuál su banquete. La mesa del Señor está dispuesta para todo el que quiera participar en ella. A nadie se le prohíbe acercarse, pero lo importante es el modo de hacerlo. Las Sagradas Escrituras nos enseñan que son dos los banquetes del Señor: uno al que vienen buenos y malos, y otro al que no tienen acceso los malos.

Agustín, Sermón, 90. 1b, pg. 187.

¿Qué es lo que significa, carísimos hermanos, el vestido nupcial? No podemos decir que signifique ni el bautismo ni la fe, porque ¿quién puede entrar en estas bodas sin el bautismo y sin la fe? Pues por el mero hecho de no creer, está fuera de ellas. Por lo tanto, ¿qué debemos entender por vestido nupcial, sino la caridad? Entra, pues, en las bodas pero no lleva el vestido nupcial el que estando en la Iglesia católica tiene fe, pero le falta la caridad. Con fundamento se llama a la caridad vestido nupcial, puesto que nuestro Creador la tuvo cuando fue a las bodas para desposarse con la Iglesia.

Gregorio Magno. Homilías sobre los Evangelios, 38. 1b, pg. 189.

¿Cuál es, pues, aquel vestido nupcial? Este es: “El fin del mandamiento, dice el Apóstol, es el amor que procede de un corazón puro, de la conciencia recta y de la fe no fingida” (1 Tm 1, 15). Este es el vestido nupcial. No cualquier amor, pues con frecuencia se ve amarse a hombres partícipes de mala conciencia. Quienes se unen para cometer robos u otras acciones perversas, quienes juntamente aman a los histriones (actor en el teatro romano), quienes se unen para aclamar a los aurigas y cazadores, en la mayor parte de los casos se aman entre ellos; pero no existe en ellos “el amor que procede de un corazón puro, de una conciencia recta y de una fe no fingida”. Tal amor es el vestido nupcial.

Agustín. Sermón 90, 6. 1b, pg. 190.

 

San Jerónimo.

1-3. Jesús les habló otra vez en parábolas. Los fariseos, comprendieron que estas parábolas se referían a ellos, buscaban detenerlo y matarlo. El Señor conocía su designio, sin embargo acusa a los que están enfurecidos contra él y no se deja dominar por el temor a oponerse a los pecadores. Este rey que celebró las bodas de su hijo es Dios omnipotente. Celebró las bodas de nuestro Señor Jesucristo y de la Iglesia, donde son congregados tanto los judíos como los gentiles; envió a su servidor para llamar a los invitados a las bodas: sin duda se trata de Moisés por quien dio la Ley a los invitados. Si leyéramos “servidores”, como traen la mayoría de los manuscritos, se referiría a los profetas, ante cuya invitación se negaron a venir los invitados.

4. De nuevo envió a otros servidores. En estos servidores que fueron enviados en segundo lugar es mejor ver a los profetas que a los apóstoles, siempre que más arriba esté escrito “su servidor”. En cambio, si leemos “servidores”, por estos servidores enviados en segundo lugar debemos entender los apóstoles. El banquete preparado, los terneros y los mejores animales que han sido muertos describen, mediante una metáfora, las riquezas del rey, para que a través de imágenes carnales entendamos las cosas espirituales, o bien se puede percibir en ellos la grandeza de los dogmas y una doctrina totalmente imbuida de la Ley de Dios.

5.6. Y se fueron, uno a su granja. Entre los que no reciben la verdad del Evangelio hay muchas diferencias. Los que se negaron a venir porque estaban ocupados en otras cosas son menos culpables que aquellos que, despreciando los sentimientos del que los invitaba, respondieron con crueldad a su amabilidad y deteniendo a los servidores del rey los mataron y les dieron muerte. En esta parábola no se habla de la muerte del esposo, se muestra el desprecio de las bodas por la muerte de los servidores.

7. Y envió a sus tropas. Por sus tropas entendamos sus ángeles vengadores de los que está escrito en los salmos: Dirigió contra ellos los ángeles de su ira, o bien los romanos, bajo la conducción de Vespasiano y Tito, que mataron al pueblo judío e incendiaron la ciudad pecadora [año 70 d.C.].

8.9. Salid a los cruces de los caminos. El pueblo de los gentiles no estaba en los caminos sino en los cruces de los caminos. Uno se pregunta cómo, en aquellos que estaban afuera, entre los malos, se han encontrado algunos buenos. El Apóstol trtata este punto con más detalle en la carta a los Romanos: los gentiles que hacen naturalmente lo que está contenido en la Ley condenan a los judíos que no cumplen la Ley escrita (Rm 2, 14). Entre los mismos paganos hay diversidad infinita, sabemos que algunos están inclinados al vicio y corren precipitadamente hacia el mal, otros practican la virtud por la honestidad de sus costumbres.

11.12. El rey entró. Los vestidos de fiesta son los preceptos del Señor y las obras cumplidas según la Ley y el Evangelio que son las vestiduras del hombre nuevo.

Amigo, ¿cómo has entrado aquí? Lo llama amigo porque ha sido invitado a las bodas, le reprocha su desvergüenza por haber manchado la pureza de las bodas con la sordidez de su vestido.

14. Porque muchos son llamados pero pocos son elegidos. Una breve sentencia resume todas las parábolas porque tanto en los obreros de la viña como en la edificación de la casa y en el banquete de bodas lo que se busca no es el principio sino el fin.

 

San Agustín.

¿Qué cosa es el vestido nupcial? Sin duda alguna, se trata de algo que no tienen en común los buenos y los malos. Hallando esto, habremos hallado el vestido nupcial. Entre los dones de Dios, ¿cuál no tienen en común los buenos y los malos? El ser hombres y no bestias es un don de Dios, pero lo poseen tanto buenos como malos. El que nos llegue la luz del cielo, en el que las nubes descarguen la lluvia, las fuentes manen, los campos den fruto, es don de Dios, pero común a buenos y malos. Entremos en la boda; dejemos de lado a quienes no vinieron a pesar de haber sido llamados. Centrémonos en los comensales, es decir, en los cristianos. Don de Dios es el bautismo; lo tienen buenos y malos. El sacramento del altar lo reciben tanto buenos como malos. Profetizó el inicuo Saúl, enemigo de aquel varón santo y justísimo; profetizó mientras lo perseguían (1 Re 19). ¿Acaso se afirma que solo los buenos creen? también los demonios creen, pero tiemblan (St 2, 19). ¿Qué he de hacer? He tocado todo y aún no he llegado al vestido nupcial. […] ¿Por qué nos tienes en vilo, ¡oh Apóstol!? Quizá es la profecía el don de Dios que no tienen en común los buenos y los malos. Si no tengo caridad – dijo – de nada me sirve (1 Co 13, 1-3).

He aquí el vestido nupcial; vestíos con él. ¡Oh comensales!, para estar sentados con tranquilidad. No digáis: “Somos pobres para llevar ese vestido”. Vestid y seréis vestidos. Es invierno, vestid a los desnudos. Cristo está desnudo y a quienes no tienen el vestido nupcial él se lo dará. Corred a él, pedídselo. Sabe santificar a sus fieles, sabe vestir a los desnudos. Para que teniendo el vestido nupcial, no quepa el miedo a las tinieblas exteriores, a ser atado de miembros, manos y pies, nunca os falten las obras. Si faltan, cuando tenga atadas las manos, ¿qué ha de hacer? ¿A dónde ha de huir con los pies atados? Tened este vestido nupcial, ponéoslo y sentaos tranquilos, cuando él venga a inspeccionar. Llegará el día del juicio. Ahora se concede un largo plazo; quien se hallaba desnudo, vístase de una vez.

Sermón 95, 7

 

San Juan de Ávila.

28. ¿Acodáisos del evangelio de las bodas? Amigo, ¿a qué entraste no teniendo vestidura de bodas? Plega a Dios, hermanos, que sepáis entender las bodas, para que las fiestas que se hacen el suelo se hagan también en el cielo. En bodas estáis; los ojos del cielo os están mirando. Mirad qué tanta razón es que tengáis limpieza mucha; plegue a Dios, por quien es, que [no] estéis en las bodas sin tener vestidura de bodas. [S]i mirándoos Dios viese alguna sin vestidura de bodas, ¿qué sería? Si mirase Dios, vuestro corazón y lo hallase ajeno de la perfición, ¿qué diría Dios? ¿Qué sería si Dios os dijese: “Cómo entrastes en Santa Clara o Santa Inés sin tener la vestidura de bodas? ¿Cómo os osáis asentar en lugar de santas, sin hacer las obras que hicieron?...  

Plática 16. A las monjas de Zafra. OC I. Pgs. 899-900.

23. Y, pues tantos y tan claros motivos tiene para se mirar si va bien vestido, para parecer agradable y hermoso a los ojos de Dios, no lleve sus ojos cerrados, porque no oiga aquella terrible sentencia: Amice, quomodo huc intrati non habens vestem nuptialen? (Mt 22, 12); y, atados los pies y las manos, lo echen en las tinieblas de fuera, [pues] amó las tinieblas de dentro, no queriendo mirar la luz, que pudiera declarar sus faltas y enseñar [le] sus obligaciones para que cumpliera con ellas. Mírese y remírese, y pida para ello particular gracia del Espíritu Santo, como la pedían los santos, y las faltas que en sí conociere lávelas con abundancia de lágrimas.

Tratado sobre el sacerdocio. OC I. Pg. 928.

Finalmente privada de la vestidura de boda (cf. Mt 22, 12-15), átala el diablo, por orden de la divina justicia, de pies y de manos, porque la hace andar a su gusto y querer, y échala en las tinieblas, que en esta vida son interiores, para que ni se vea a sí misma, ni conozca a Dios, ni el peligro en que está, ni lo que perdió.

Diálgos iner confesarium et penitentem. OC II. Pg. 790.

27 ¿Cómo eres manso, si por una palabra que te dijeron tienes rencor, y no bastan frailes ni clérigos para hacerte perdonar, ni viernes santo, en el cual se te representa más la pasión de Cristo y la liberalidad y caridad, con que, sin que se lo regasen sus contrarios, los perdonó y rogo a su Padre por ellos? Si eso no das, ¿cómo creeré yo que derramarás la sangre y darás la vida por tu prójimo? Vestis ergo nuptialis est Christus,… (Mt 22, 11).

24. Domingo 19 después de Pentecostés. O.C. III. Pg. 293

En fiesta tan principal, ¿vienes con tus andrajos? (cf. Mt 22, 11-14). Estos que están aquí, tan pobres eran como tú, pero tuvieron respeto a mis bodas y demandaron prestadas vestiduras, etc. ¿Cómo tu veniste sin ella?, etc. Como aquel desventurado enmuciese, mandóloel rey echar, etc. ¡Dios nos guarde! Al infierno. ¡Dios nos libre que or su infinita bondad! Y concluye el santo [evangelio] diciendo: Multi sunt vocati, apuci vero electi. Dios, por quien es, nos dé gracia para que seamos de los pocos escogidos y no de los muchos perdidos. ¡Hágalo Él, por la sangre que por nosotros derramó en la cruz! … - Señor, ¿por qué juicio tan recio? – Por estar sin ropa. ¿Quién entenderá las justicias de Dios? Ansí como no hay sabio que entienda, como dice David, sus misericordias (cf. Sal 106, 43), no hay sabio que entienda sus justicias. ¿Quieres entender quién es Dios? La cosa más misericordiosa que se puede pensar y la cosa más rigurosa que se puede decir. Misericordioso más que ángeles y arcángeles, etc., más que cielo y tierra y que todas las criaturas. Aunque cada una tuviese mas lenguas, no pueden decir las misericordias de Dios. Y riguroso más que se puede pensar. Dios os guarde de caer en su ira. Dios os dé gracia para aprovecharos de las justicias de Dios. Si no, después, de norabuena os parió vuestra madre. Estas dos cosas, misericordia y justicia, se declaran en este evangelio. Misericordia en el llamamiento y convite a las bodas; justicia en castigarlos.

24. Domingo 19 después de Pentecostés. O.C. III. Pg. 286.

¡Cuán valerosa cosa es el amor, y necesario para bien usar del oficio público!, pues él es el que hace emplear bien los talentos y ser guarlardonado por ello; y la falta de él hace al hombre descuidado y flojo y lo echa a las penas eternas.

11. A un señor de este reino, siendo asistente de Sevilla. O.C. IV. Pg. 68.

 

San Oscar Romero. Homilía.  

Queridos hermanos, esta es la lección preciosa del festín de Dios con los hombres. ¿Quiénes son los llamados?, nos termina diciendo el Evangelio. ¡muchos son los llamados! Todos, todos los pueblos. Para Dios no hay categorías ni para la Iglesia hay distinciones. Por eso choca la Iglesia, porque es el mundo el que quiere mantener distinciones. Y la iglesia sabe que no hay más que una categoría: los justos. Los que cumplen el Evangelio. Los que entran al festín de Dios con vestido de fiesta, con conversión de corazón, por eso son llamados al festín de Dios muchos que no pueden entrar todavía.

Homilía 15 de octubre de 1978.

 

Papa Francisco. Ángelus. 11 de octubre de 2020.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Con el relato de la parábola del banquete nupcial, del pasaje evangélico de hoy (cf. Mt 22, 1-14), Jesús perfila el proyecto que Dios ha pensado para la humanidad. El rey que «celebró el banquete de bodas de su hijo» (v.2) es la imagen del Padre que ha preparado para toda la familia humana una maravillosa fiesta de amor y comunión en torno a su Hijo unigénito. Hasta dos veces el rey envía a sus siervos a llamar a los invitados, pero estos rechazan la invitación, no quieren ir a la fiesta porque tienen otras cosas que hacer: el campo, los negocios. Muchas veces también nosotros anteponemos nuestros intereses y las cosas materiales al Señor que nos llama —y nos llama para una fiesta. Pero el rey de la parábola no quiere que la sala esté vacía, porque desea regalar los tesoros de su reino. Dice, pues, a los siervos: «Id a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda» (v.9). Así se comporta Dios: cuando es rechazado, en lugar de rendirse, relanza y manda llamar a todos los que están en los cruces de los caminos, sin excluir a nadie. Nadie está excluido de la casa de Dios.

El término original que utiliza el evangelista Mateo se refiere a los límites de los caminos, es decir, esos puntos donde terminan las calles de la ciudad y comienzan los senderos que conducen al campo, lejos de las zonas habitadas, donde la vida es precaria. A esta humanidad de las encrucijadas es a la que el rey de la parábola envía a sus siervos, con la certeza de encontrar personas dispuestas a sentarse a la mesa. Así, la sala del banquete se llena de “excluidos”, los que están “fuera”, de aquellos que nunca habían parecido dignos de asistir a una fiesta, a un banquete de bodas. Al contrario: el amo, el rey, dice a los mensajeros: “Llamad a todos, buenos y malos. ¡A Todos!”. Dios también llama a los malos. “No, soy malo, he hecho tantas...”.Te llama: “¡Ven, ven, ven!”. Y Jesús iba a almorzar con los publicanos, que eran los pecadores públicos, eran los malos. Dios no tiene miedo de nuestra alma herida por tantas maldades, porque nos ama, nos invita. Y la Iglesia está llamada a ir a las encrucijadas de hoy, es decir, a las periferias geográficas y existenciales de la humanidad, esos lugares marginales, esas situaciones en las que se encuentran acampados y viven fragmentos de humanidad sin esperanza. Se trata de no apoltronarse en las formas cómodas y habituales de evangelización y testimonio de la caridad, y de abrir las puertas de nuestro corazón y de nuestras comunidades a todos, porque el Evangelio no está reservado a unos pocos elegidos. También los que viven al margen, incluso los rechazados y despreciados por la sociedad, son considerados por Dios dignos de su amor. Él prepara su banquete para todos: justos y pecadores, buenos y malos, inteligentes e incultos. Ayer por la tarde logré llamar por teléfono a un anciano sacerdote italiano, misionero de la juventud en Brasil, pero siempre trabajando con los excluidos, con los pobres. Y vive su vejez en paz: quemó su vida con los pobres. Esta es nuestra Madre Iglesia, este es el mensajero de Dios que va a las encrucijadas.

Sin embargo, el Señor pone una condición: llevar el traje de boda. Y volvemos a la parábola. Cuando la sala está llena, llega el rey y saluda a los invitados de última hora, pero ve a uno de ellos sin el traje de boda, esa especie de chal que cada comensal recibía como regalo en la entrada. La gente iba como estaba vestida, como podía estar vestida, no iba con vestidos de gala. Pero a la entrada recibían  una especie de chal, un regalo. Ese hombre, al rechazar el regalo, se ha excluido a sí mismo: por lo que el rey no tiene otra opción que echarlo. Este hombre había aceptado la invitación, pero luego decidió que no significaba nada para él: era una persona autosuficiente, no tenía deseos de cambiar o de dejar que el Señor lo cambiase. El traje de boda —ese chal— simboliza la misericordia que Dios nos da gratuitamente, es decir, la gracia. Sin la gracia no se puede dar un paso adelante en la vida cristiana. Todo es gracia. No basta con aceptar la invitación a seguir al Señor, hay que estar dispuestos a un camino de conversión que cambia el corazón. El hábito de la misericordia, que Dios nos ofrece sin cesar, es un don gratuito de su amor, es precisamente la gracia. Y requiere ser acogido con asombro y alegría: “Gracias, Señor, por haberme dado este don”.

Que María Santísima nos ayude a imitar a los siervos de la parábola evangélica y salir de nuestros esquemas y estrechez de miras, anunciando a todos que el Señor nos invita a su banquete, para ofrecernos la gracia que salva, para darnos su don.

 



Homilía Chat GPT (Inteligencia Artificial).
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy nos reunimos en la presencia del Señor para reflexionar sobre una de las parábolas más poderosas y significativas que Jesús compartió con nosotros: la parábola del rey y los invitados a la boda. En esta historia, encontramos valiosas lecciones espirituales que nos invitan a examinar nuestras vidas y nuestra relación con Dios.
Imaginemos la escena: un rey decide celebrar la boda de su hijo. Envió invitaciones a muchas personas, pero cuando llega el momento de la fiesta, los invitados rechazan la invitación. Algunos están ocupados con sus propios asuntos, mientras que otros incluso maltratan y matan a los mensajeros del rey. Esto nos lleva a una pregunta fundamental: ¿cómo respondemos nosotros a la invitación de Dios?
En esta parábola, el rey representa a Dios, el hijo es Jesús, y la boda simboliza el reino de los cielos. Las invitaciones que envía el rey a sus súbditos representan la llamada de Dios a seguirlo, a entrar en su Reino a través de la fe en su Hijo Jesucristo. A menudo, como los invitados en la parábola, podemos estar ocupados con nuestras vidas cotidianas, nuestras preocupaciones terrenales y nuestras distracciones. Ignoramos o incluso rechazamos la invitación de Dios a una relación más profunda con Él.
También podemos ver una metáfora poderosa en la reacción violenta de algunos invitados hacia los mensajeros del rey. Esto nos recuerda que a lo largo de la historia, los profetas y mensajeros de Dios han sido perseguidos y rechazados. En la vida de Jesús, vemos cómo Él mismo fue rechazado y crucificado. Pero Dios, en su infinita misericordia, sigue extendiendo su invitación a todos nosotros, a pesar de nuestras fallas y pecados.
La parábola continúa con el rey llenando su banquete de bodas con personas de los caminos y callejones, buenos y malos, mostrándonos que Dios llama a todos, sin importar su pasado, su origen o su condición. Sin embargo, hay un detalle importante en esta historia: un hombre sin el traje de bodas adecuado es echado fuera. Esto nos enseña que no basta con aceptar la invitación de Dios; debemos también prepararnos adecuadamente para entrar en su presencia.
El traje de bodas simboliza la pureza y la santidad que Dios espera de nosotros. Debemos vestirnos con la justicia y la gracia de Cristo, lavando nuestras impurezas en el sacramento de la confesión y viviendo de acuerdo con los mandamientos de Dios. La fe en Jesús es el primer paso, pero la transformación interior y la santidad son un proceso continuo que debemos abrazar.
Hermanos y hermanas, en esta parábola, vemos el llamado de Dios a la conversión y la necesidad de prepararnos para el banquete celestial. Aceptemos la invitación de Dios con humildad y gratitud, dejando atrás nuestros pecados y abrazando la justicia y la santidad. No ignoremos esta llamada divina, porque no sabemos cuándo será el tiempo de la fiesta celestial. Que el Señor nos ayude a ser dignos de su Reino y a vivir en su amor eterno.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Francisco. Intervención durante la apertura de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

 Hermanos y hermanas, ¡buenas tardes!

Los saludo a todos ustedes, con quienes iniciamos este camino sinodal.

Me gusta recordar que fue san Pablo VI quien dijo que la Iglesia en Occidente había perdido la idea de sinodalidad, y por eso había creado la Secretaría del Sínodo de los Obispos, que celebró muchos encuentros, muchos Sínodos sobre diferentes temáticas.

Pero la expresión de la sinodalidad aún no está madura. Recuerdo que fui secretario en uno de estos Sínodos, y el Cardenal Secretario ―buen misionero belga, muy bueno― cuando yo preparaba lo necesario para las votaciones venía a mirar: ¿Qué estás haciendo? ―Lo que se tiene que votar mañana― ¿Qué es? No, esto no se vota ―Oiga, pero es sinodal― No, no, esto no se vota. Porque todavía no teníamos la costumbre de que cada uno debe expresarse libremente. Y así, lentamente, a lo largo de estos casi 60 años, el camino ha ido en esta dirección, y hoy podemos llegar a este Sínodo sobre la sinodalidad.

No es fácil, pero es hermoso, muy hermoso. Un Sínodo que todos los obispos del mundo han querido. En la encuesta que se hizo después del Sínodo para la Amazonia, entre todos los obispos del mundo, el segundo lugar de las preferencias fue éste: la sinodalidad. En primer lugar estaban los sacerdotes, en tercero creo que una cuestión social. Pero [este estaba] en segundo lugar. Todos los obispos del mundo veían la necesidad de reflexionar sobre la sinodalidad. ¿Por qué? Porque todos habían entendido que el fruto estaba maduro para tal objeto.

Con este espíritu empezamos hoy a trabajar. Y me gusta señalar que el Sínodo no es un parlamento, sino algo distinto; que el Sínodo no es una reunión de amigos para resolver algunas cosas del momento o dar opiniones, sino otra cosa. No olvidemos, hermanos y hermanas, que el protagonista del Sínodo no somos nosotros: es el Espíritu Santo. Y si en medio de nosotros está el Espíritu que nos guía, será un buen Sínodo. Pero si en medio de nosotros hay otras formas de avanzar por intereses, sean humanos, personales, ideológicos, no será un Sínodo, sino que será una reunión más parlamentaria, que es otra cosa. El Sínodo es un camino que realiza el Espíritu Santo. Se les han entregado unas hojas con textos patrísticos que nos ayudarán en la apertura del Sínodo. Son de san Basilio, que escribió ese hermoso tratado sobre el Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque necesitamos comprender esta realidad, que no es fácil.

Cuando, con ocasión del 50 aniversario de la creación del Sínodo, los teólogos me prepararon una carta, que firmé, fue un buen paso adelante. Pero ahora tenemos que encontrar nosotros la explicación sobre ese camino. Los protagonistas del Sínodo no somos nosotros, es el Espíritu Santo, y si le damos lugar al Espíritu Santo, el Sínodo irá bien. Estas fichas sobre san Basilio les han sido entregadas en diferentes idiomas: inglés, francés, portugués y español, para que las tengan en sus manos. No menciono estos textos, sobre los cuales les pido que luego reflexionen y mediten.

El Espíritu Santo es el protagonista de la vida eclesial: el plan de salvación de la humanidad se realiza por la gracia del Espíritu. Es Él quien tiene el protagonismo. Si no comprendemos esto, seremos como aquellos de los que se habla en los Hechos de los Apóstoles: “Recibieron el Espíritu Santo? ¿Qué es el Espíritu Santo? Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo” (cf. 19,1-2). Debemos comprender que Él es el protagonista de la vida de la Iglesia, Aquel que la lleva adelante.

El Espíritu Santo desencadena un dinamismo profundo y variado en la comunidad eclesial: el “bullicio” de Pentecostés. Es curioso lo que ocurrió en Pentecostés: todo estaba bien dispuesto, todo estaba claro. Aquella mañana había bullicio, se hablan todas las lenguas, todo el mundo entendía. Pero es una variedad de la cual no se acaba de entender qué significa. Y después de esto, la gran obra del Espíritu Santo: no la unidad, no; la armonía. Él nos une en armonía, la armonía de todas las diferencias. Si no hay armonía, no hay Espíritu: es Él quien la hace.

A continuación, el tercer texto que nos puede ayudar: el Espíritu Santo es el compositor armónico de la historia de la salvación. Armonía ―atención con esto― no significa “síntesis”, sino “vínculo de comunión entre partes disímiles”. Si en este Sínodo acabamos con una declaración que es todo lo mismo, todo igual, sin matices, el Espíritu no está, se quedó fuera. Él obra esa armonía que no es síntesis, sino vínculo de comunión entre partes disímiles.

La Iglesia, una única armonía de voces, a muchas voces, realizada por el Espíritu Santo: es así como debemos concebir la Iglesia. Cada comunidad cristiana, cada persona tiene su propia peculiaridad, pero estas particularidades deben incluirse en la sinfonía de la Iglesia, y la sinfonía adecuada la realiza el Espíritu: nosotros no podemos realizarla. No somos un parlamento, no somos las Naciones Unidas; no, es otra cosa.

El Espíritu Santo es el origen de la armonía entre las Iglesias. Es interesante lo que dice Basilio a sus hermanos obispos: “Así como nosotros estimamos como bien nuestro vuestra mutua concordia y unidad, así también los invitamos a participar de nuestros sufrimientos causados por las divisiones, y a no apartarnos de ustedes por el hecho de estar lejos debido a la posición de los lugares, sino más bien a recibirnos mutuamente en la armonía de un único cuerpo porque estamos unidos en comunión según el Espíritu”.

El Espíritu Santo nos lleva de la mano y nos consuela. La presencia del Espíritu es así ―permítanme la palabra― como maternal, como una mamá nos conduce, nos da este consuelo. Es el Consolador, uno de los nombres del Espíritu: el Consolador. La acción consoladora del Espíritu Santo representada por el posadero a quien se le confía el hombre que había caído en poder de los ladrones(cf. Lc 10,34-35). Basilio interpreta esa parábola del Buen Samaritano y en el posadero ve al Espíritu Santo que permite que la buena voluntad de un hombre y el pecado de otro sigan un camino armonioso.

Además, el que custodia la Iglesia es el Espíritu Santo. Al mismo tiempo, el Espíritu Santo tiene un ejercicio paraclético multiforme. Debemos aprender a escuchar las voces del Espíritu: todas son diferentes. Aprender a discernir.

Precisamente, el Espíritu es el que hace la Iglesia. Es Él quien hace la Iglesia. Hay un vínculo muy importante entre la Palabra y el Espíritu. Podemos pensar en esto: el Verbo y el Espíritu. La Escritura, la Liturgia, la tradición antigua nos hablan de la “tristeza” del Espíritu Santo, y una de las cosas que más entristecen al Espíritu Santo son las palabras vacías. Palabras vacías, las palabras mundanas, y ―bajando un poco a cierta costumbre humana, pero no buena―, la murmuración. La murmuración es el anti-Espíritu Santo, va contra Él. Es una enfermedad muy común entre nosotros. Y las palabras vacías entristecen al Espíritu Santo. “No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con el que fueron marcados” (cf. Ef 4,30). Qué gran mal es entristecer al Espíritu Santo de Dios, ¿hace falta decirlo? Murmuración, difamación: esto entristece al Espíritu Santo. Es la enfermedad más común en la Iglesia, la murmuración. Y si no dejamos que Él nos cure de esta enfermedad, un camino sinodal difícilmente será bueno. Al menos aquí dentro: si no estás de acuerdo con lo que dice aquel obispo o aquella religiosa o ese laico, díselo en la cara. Para esto es un sínodo. Para decir la verdad, no la murmuración por debajo de la mesa. 

El Espíritu Santo nos confirma en la fe, es Él quien lo hace continuamente.

Estos textos de Basilio, léanlos, están en vuestra lengua, porque creo que nos ayudarán a hacerle lugar al Espíritu en nuestros corazones. Repito: esto no es un parlamento, esto no es una reunión para la pastoral de la Iglesia. Esto es un syn-odos, caminar juntos es el programa. Hemos hecho muchas cosas, como ha dicho Su Eminencia: las consultas, todo esto, con el pueblo de Dios. Pero quien conduce esto, quien guía es el Espíritu Santo. Si Él no está, esto no dará un buen resultado.

Insisto en esto: por favor, no entristezcan al Espíritu. Y en nuestra teología hay que hacerle lugar al Espíritu Santo. Y también en este Sínodo, discernir las voces del Espíritu de las que no son del Espíritu, que son mundanas. En mi opinión, la enfermedad más fea que vemos hoy en la Iglesia ―siempre, pero también hoy― es lo que va contra el Espíritu, es decir, la mundanidad espiritual. Un espíritu, pero no santo: de mundanidad. Cuidado con esto: no sustituyamos al Espíritu Santo con cosas mundanas ―incluso buenas―, como el sentido común: esto ayuda, pero el Espíritu va más allá. Debemos aprender a vivir en nuestra Iglesia con el Espíritu Santo. Por favor, reflexionen sobre estos textos de san Basilio, que nos ayudarán mucho.

Luego, quiero decir que en este Sínodo ―también para hacerle lugar al Espíritu Santo― está la prioridad de la escucha, está esta prioridad. Y tenemos que dar un mensaje a los operadores de prensa, a los periodistas, que hacen un trabajo muy hermoso, muy bueno. Tenemos que dar precisamente una comunicación que sea reflejo de esta vida en el Espíritu Santo. Hace falta una ascesis ―perdón por hablar así a los periodistas―, un cierto ayuno de la palabra pública para custodiar esto. Y lo que se publique, que sea en este clima. Algunos dirán ―lo están diciendo― que los obispos tienen miedo y por eso no quieren que los periodistas hablen. No, el trabajo de los periodistas es muy importante. Pero debemos ayudarles a que digan esto, este andar en el Espíritu. Y más que la prioridad de hablar, está la prioridad de escuchar. Y pido a los periodistas que, por favor, hagan comprender esto a la gente, que sepa que la prioridad es escuchar. Cuando se tuvo el Sínodo sobre la familia, la opinión pública, hecha por nuestra mundanidad, decía que este era para dar la comunión a los divorciados; y así entramos en el Sínodo. Cuando se tuvo el Sínodo para la Amazonia, había una opinión pública, una presión, que era para dar vía libre a los viri probati; y entramos con esta presión. Ahora circulan algunas hipótesis sobre este Sínodo: “¿qué irán a hacer?”, “quizá el sacerdocio para las mujeres”; no sé, estas cosas que se dicen fuera. Y dicen muchas veces que los obispos tienen miedo de comunicar lo que está pasando. Por eso les pido a ustedes, comunicadores, que cumplan bien su función, adecuadamente, para que la Iglesia y la gente de buena voluntad ―los otros dirán lo que quieran― entiendan que también en la Iglesia existe la prioridad de la escucha. Transmitir esto es muy importante.

Gracias por ayudarnos a todos en esta “·pausa” de la Iglesia. La Iglesia ha hecho una pausa, como la hicieron los Apóstoles después del Viernes Santo, aquel Sábado Santo, encerrados, pero ellos por miedo; nosotros, no. Pero está en pausa. Es una pausa de toda la Iglesia, a la escucha. Este es el mensaje más importante. Gracias por vuestro trabajo, gracias por todo lo que hacen. Y les encargo, si pueden, lean estas cosas de san Basilio, ayudan mucho. Gracias

 

DOMINGO XXIX T. O. 22 de octubre de 2023.

 

Monición de entrada.-

Los que venimos a misa estamos en la iglesia.

Y también en la calle, la escuela o donde trabajan nuestras madres y padres.

Y en todos los sitios somos cristianos.

No se puede ser bueno en misa y después malo en la escuela.

Además hoy es el domun.

El domingo en el que nos acordamos y ayudamos a las personas que van a misa en los países pobres.

Y en nuestra iglesia el sacerdote va a enviar a los catequistas y monitores Juniors.

Para que nos ayuden a conocer y querer a Jesús y las personas.

 

Señor, ten piedad.-

Tú eres nuestro único Salvador. Señor, ten piedad.

Tú eres nuestro único Señor.  Cristo, ten piedad.

Tú eres nuestro único Dios. Señor, ten piedad.

 

 Peticiones.-

Por el Papa Francisco y el sínodo de la iglesia, para que el Espíritu Santo les ayude. Te lo pedimos, Señor.

Por la Iglesia para que sea signo de la justa libertad que Dios quiere para todos.  Te lo pedimos, Señor.

Por los que vamos a misa, para que obedezcamos las leyes que son justas. Te lo pedimos, Señor.

Por los misioneros, para que les ayudes mucho. Te lo pedimos, Señor.

Por los catequistas y monitores Juniors que van a ser enviados, para que el Espíritu Santo les ayude este curso. Te lo pedimos, Señor.

Por nosotros y las personas que en los países de misión irán este domingo a misa, para que seamos buenos amigos tuyos. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, queremos darte las gracias por el nuevo curso que hemos empezado y por los catequistas que son los misioneros en nuestro pueblo, porque nos hablan de Jesús.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

Jerónimo. Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va

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