miércoles, 24 de marzo de 2010

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 43, 16-21
Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas;que sacó a batalla carros y caballos,tropa con sus valientes;caían para no levantarse,se apagaron como media que se extingue.«No recordéis lo de antaño,no penséis en lo antiguo;mirad que realizo algo nuevo;ya está brotando, ¿no lo notáis?Abriré un camino por el desierto,ríos en el yermo.Me glorificarán las bestias del campo,chacales y avestruces,porque ofreceré agua en el desierto,ríos en el yermo,para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé,para que proclamara mi alabanza.»
Palabra de Dios.

MEDITACIÓN

El tiempo ha pasado, Israel tras conquistar la Tierra Prometida en tiempos de Josué (1ª lectura domingo pasado), ser un gran reino en tiempos de David y Salomón, pecó, se dividió en dos y finalmente los habitantes de Jerusalén fueron deportados a Babilonia y la ciudad destruida. Es allí donde surge un profeta que invita a la esperanza y a fijar la mirada en el Siervo de Yahvé. Sus escritos formarán parte del libro del profeta del s.VIII, Isaías. Así los estudiosos de la Biblia le han llamado el Segundo Isaías (Is 40-55). Este personaje fue profeta que predicó en Babilonia entre las primeras victorias del rey persa Ciro (550 a.C.), que permitía presagiar la ruina del imperio babilónico y el edicto liberador (538) que autorizó la vuelta a su patria de los desterrados. Así el profeta anuncia este retorno, en el cual Dios como en éxodo de Moisés, en el que Dios al igual que ocurrió en tiempos de Moisés dirige la comitiva. Ahora bien, éste será mucho más espectacular, eclipsando las maravillas realizadas por Dios en tiempos de la liberación de Egipto.
Pero, ¿qué quiere decirnos Dios en este texto? Al meditarlo nos invita a mirar con esperanza el futuro. Comenzamos la cuaresma con el deseo de cambiar nuestra vida, pero seguimos como el pueblo de Israel, experimentando el destierro, lejos de lo que soñábamos. Pongamos nuestra esperanza en Dios, Él es el protagonista, Él puede abrir en el desierto de nuestra vida un camino y alumbrar ríos en el yermo. No nos desalentemos, Dios es quien actúa en nuestra vida, ser junior no es vivir una moral sino acoger la Palabra de un Dios que llena de agua nuestros desiertos.

SALMO RESPONSORIAL.

Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R/.: 3)R/.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.

MEDITACIÓN
Con Israel: el salmo narra la experiencia vivida por el pueblo de Israel en Babilonia y su vuelta del destierro. En él existe el convencimiento, al igual que le ocurría al Segundo Isaías, de ser todo ello obra de Dios, quien cambia la suerte de Sión y llena de gozo a su pueblo.
Con Jesús: descubrimos en este salmo a Jesús en su pasión, quien en la mañana del viernes santo marcha llorando, llevando en sus manos la semilla de su entrega por los demás y el domingo regresa a la ciudad, al Cenáculo, cantando, trayendo en sus manos las gavillas de la resurrección. Y todo ello gracias al Padre que cambió la suerte de Jesús y a quien sembraba entre lágrimas, muriendo por nosotros, cosechó entre los cantares de la Pascua la resurrección y la vida.
Con nuestro tiempo: son estos momentos de crisis y falta de esperanza, no sólo económica sino social, cultural, religiosa, política,... En estos años duros hemos de depositar nuestra esperanza en lo que sembramos. A todos nos corresponde sacrificarnos por salvar nuestro país de la crisis que atraviesa. Vivimos en periodo de siembra, de trabajar por que, con la ayuda de Dios, cambie la suerte de nuestra sociedad.
Con los juniors: especialmente en la Iglesia, leer este salmo desde nuestra situación concreta, cuando no vemos resultados, nos sitúa en el momento. Ahora conrresponde sembrar, y ello conlleva dolor, lágrimas y sufrimiento.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8-14

Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí. Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacía la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
El apóstol hace una síntesis del misterio pascual de Jesucristo en cuanto es vivido personalmente por cada cristiano, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
Así nosotros en cuanto juniors el Apóstol nos invita a relativizarlo todo, situando a Jesús en primer lugar. ¿Cuántas veces hemos considerado basura otras cosas en comparación a los juniors? Ese fin de semana de convivencia, mientras los amigos o amigas se iban de fiesta, ese campamento cuando los demás estaban disfrutando de la piscina.

EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
— «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
— «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.Jesús se incorporó y le preguntó:
— «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»
Ella contestó:
— «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo:
— «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN
El texto de hoy se sitúa dentro de la gran revelación mesiánica y la gran repulsa. Jesús se encuentra en la fiesta de las tiendas, allí discute con los de Jerusalén sobre su origen, promete el agua viva en el último día de la fiesta, después de pasar la noche en oración, en el monte de los Olivos, de madrugada se presenta en el templo y allí los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, es decir, una mujer casada manteniendo relaciones sexuales con un hombre distinto a su marido. Acerca de este pecado la legislación judía era bien clara, el Levítico y el Deuteronomio mandan condenar a muerte tanto al adúltero como a la adúltera (Lv 20,10 y Dt 22, 22-24). A Jesús le tienden una trampa: ser fiel a la Ley de Dios o ser misericordioso con los pecadores. La respuesta de Jesús muestra la profundidad de su corazón: está con contra del pecado pero no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta.

ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-
Experiencia:
Son estos días de buscar el momento adecuado para revisar la propia vida y acercarse al sacramento del perdón. Así pues, mira atrás, revisa tu historia personal desde que tienes conocimiento, tu infancia, adolescencia,... ¿Cuántas veces has engañado a Dios, a los demás, a ti mismo? ¿en cuantas ocasiones has sido infiel a la amistad de los tuyos y has traicionado su confianza? Pon nombre, recuérdalos, trae a tu memoria esos momentos. Por otra parte en tu vida has tenido personas que te han acusado públicamente. ¿Cómo te sentiste en esos momentos?
Reflexión:
Lee el texto y reflexiona acerca de él. Sitúate en el lugar de los acusadores, de la mujer, del compañero, quien momentos antes la amaba apasionadamente y ahora es incapaz de dar la cara por ella, permitiendo que maten a quien era su gran amor, mientras él salvaba la vida, de los apóstoles. Personaliza en momentos de tu vida, cuando tú acusabas, te acusaban o te salvabas de un castigo que también merecías mientras tu compañero lo sufría y callaba por no descubrirte. ¿Cómo te sentías? ¿Te has visto en una situación semejante en los últimos dos días? Después de mirarte con tu mirada y la de los demás, obsérvate con la mirada de Jesús.
Compromiso.
¿Qué le dices a Jesús?, explícale como te sientes.

Celebración:
Pídele ayuda para que te humildad para no acusar a nadie, fortaleza para defender a los que son acusados y misericordia para perdonar a quienes te acusan.


ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

EXPERIENCIA:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María y cartel.

Signo de esta semana: piedras y algodón.

Preparación: entregamos a cada uno una piedra y un poco de algodón.

Proclamación del Evangelio: leemos el Evangelio del domingo. Podemos proyectar el powerpoint de las benedictinas de Montserrat.

REFLEXIÓN:

Interiorización: tocamos la piedra, la sentimos en nuestra mano, incluso golpeamos con ella nuestra cabeza, ¿qué cualidades tiene? Seguidamente hacemos lo mismo con el algodón y nos preguntamos por sus cualidades. ¿Para qué se emplea uno y para qué el otro? ¿cuándo hemos lanzado piedras contra las personas heridas (alguien que ha cometido un pecado y bien se lo hemos reprochado o bien hemos colaborado en la crítica de su actuación)? Ante el pecado, ¿qué escoge Jesús la piedra que hiere o el algodón que cura? ¿cómo podemos curar nosotros a los que se equivocan o pecan?

COMPROMISO:

Gesto: cada uno opta por lo que desea ser y se acerca a la cruz depositando el algodón o la piedra ante Jesús, rezando en voz alta una oración de petición, p.ej.: Señor, ayúdame a saber corregir con bondad y dulzura, sin acusar al hermano.

CELEBRACIÓN:
Oración final: Padrenuestro, fijándonos en la petición, “perdónanos como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición de entrada.-
El próximo domingo la misa será distinta, porque la empezaremos en la Plaza y celebraremos el Domingo de Ramos. Pero, ¿estaremos preparados? Hoy Jesús nos va a ayudar a que lo estemos, diciéndonos lo que tenemos que hacer, es decir, ser comprensivos con los que se equivocan y no estar siempre criticando a los que hacen las cosas mal.

Acto penitencial.-
A pesar de nuestros pecados, Tú siempre nos amas.
Señor, ten piedad.
Un niño presenta una hoja con una lista de pecados.

A pesar de que no somos agradecidos contigo. Tú siempre nos amas.
Cristo, ten piedad.
Un niño presenta el dibujo de un salvavidas.

A pesar de que nosotros siempre estamos contando los fallos de los demás.
Tú siempre nos amas.
Señor, ten piedad.
Una calculadora.

Monición Primera lectura.-
En esta lectura el profeta Isaías nos va a contar como Dios les dijo a los judíos que pronto volverían a su tierra.

Monición Segunda lectura.-
En esta lectura San Pablo nos va a decir que es lo más importante que hay en su vida y que hace que todo lo demás sea para él basura.

Monición evangelio.-
Hola amigos: veis ese montón de piedras que hay ahí, pues unas así eran las que llevaban en sus manos los judíos y no eran para jugar, sino para matar a una pobre muchacha. Pero afortunadamente las piedras no acabaron en su cabeza sino que se quedaron en el suelo. Estad atentos a esta historia.

Homilía.-
Tomamos como punto de partida el montón de piedras y les explicamos el evangelio. También podemos colocar debajo de cada piedra una expresión (p.ej.: ha copiado en el examen, me ha pegado, ha suspendido, no sabe hablar, es el más vago de la clase,...). Otra posibilidad es servirse del gesto de la oración y preguntarles como se puede ayudar a una persona que está herida, con piedras o con algodón, relacionándolo con el evangelio.

Peticiones.-
Por el Papa y los Obispos. Roguemos al Señor.
Por las personas que se equivocan, para que les ayudemos a cambiar Roguemos al Señor.
Por los niños que están solos en el patio porque nadie quiere jugar con ellos. Roguemos al Señor.
Por las personas que han venido a nuestro pueblo y no son aceptadas por ser de otro país. Roguemos al Señor.
Por los maestros y catequistas que tienen la tarea de enseñarnos a respetar a los demás. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas que vamos a recibir a Jesús. Roguemos al Señor.
Por nosotros, para que no seamos tan criticones. Roguemos al Señor.


Ofrendas.-
Jesús te ofrecemos estas flores de melocotonero que han brotado de las ramas secas.
Jesús te ofrecemos aceite que significa nuestro deseo de curar a los que se equivocan.
Jesús te ofrecemos el pan y el vino.

Oración final.-
Jesús,
Gracias por mostrarnos
que no somos mejores
que los niños que no van a misa
ni más buenos
que los que son de otros países.
Gracias por pedirnos
que no echemos piedras
contra los niños que se equivocan,
que no los critiquemos
ni les insultemos.
Gracias porque nos amas
y no quieres hacernos daño
ni a nosotros
ni a los que se portan mal contigo.

ORACIÓN


VIA CRUCIS JUNIOR: COMPROMETIDOS COMO SAN JOSÉ CON LA FAMILIA

Primera estación: Jesús condenado a muerte
Del evangelio de San Mateo:
Una vez despertó del sueño, José, hizo lo que le había mandado (Mt 1,24)
José fue obediente al Señor y acogió a María y en ella compartió el destino del Hijo de sus entrañas: no ser aceptado por los suyos.
También hoy hay familias que rechazan a sus hijos, no les dejan nacer, ellos no tienen cabida en su hogar y son asesinados antes de ver la luz. En esta estación decimos sí a estos inocentes.
Los juniors creemos en la familia y en la vida, aunque ello conlleve no ser comprendidos por la sociedad y condenados al insulto y el desprecio.

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas
Del evangelio de San Mateo:
Tomó consigo a su mujer (Mt 1, 24).
Amar es siempre aceptar a la otra persona tal como es, con su misterio, su libertad, su historia y trazar la propia vida con la otra persona, pensando más en el ser amado que en uno mismo. José dijo sí a María, la acogió y cargó con la cruz de negarse a sí mismo para que Cristo fuera la protagonista de su vida.
Amar es cargar con el yugo suave del amor, fundar una familia es asumir el peso de caminar no según la propia voluntad, sino con la persona amada.
Los juniors creemos en el amor auténtico, el que brota de la negación de ambos para crear un espacio donde no existe el tú y el yo, sino el nosotros.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
Del evangelio de san Mateo:
Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado (Mt 1,19).
Fue el primer momento de duda, terrible en toda relación de pareja. José vivió la oscuridad, cayó en la desolación y la repudió. Pero Dios salió a su encuentro, transformó la duda en fe y se levantó.
El amor es luz, pero también oscuridad, es fiarse de la persona amada con la única certeza de la fe en la otra persona.
Los juniors creemos en la capacidad humana para superar todo obstáculo, sabemos que en la duda, el temor y cuanto interfiere en las relaciones humanas, Dios está tendiéndonos la mano, ayudándonos a superarla.

Cuarta estación: Jesús encuentra a su santísima Madre
Del evangelio de San Mateo:
Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo (Mt 1, 16)
José experimentó a lo largo de su vida la cruz, pero en esa cruz nunca estuvo sólo, contó con la ayuda de María, su esposa, ella fue aliento y fortaleza.
En los momentos de enfermedad, cansancio, en los miedos y las incertidumbres la persona amada es la luz que ilumina, la compañía en el camino de la cruz.
Los juniors creemos en María, la Mujer que es aliento en la vida, rezar y contemplar a María constituye un medio idóneo para no desfallecer en nuestro compromiso por la familia y la vida.

Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
Del evangelio de San Mateo:
El se preparó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto (Mt 2, 14).
Al marchar los Magos comenzó de nuevo el via crucis para María y Jesús, pero no estaban solos, José fue el cireneo que les ayudó a cargar con la cruz de la persecución.
El hombre está ahí, es el esposo, el padre, el que acompaña, aconseja, protege a la familia.
Y nosotros como José estamos llamados a acompañar a aquellas familias que huyen de la violencia, el hambre, la falta de futuro en los países del Sur.

Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús
Del evangelista San Lucas:
Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre (Lc 2,7).
José fue el primero en limpiar el rostro del Hijo de Dios, en aquella cueva reconoció en el hombre que no tenía cabida entre los suyos al Mesías esperado por los suyos.
Y Dios entrega sus hijos, nosotros, a los padres, ellos tienen la tarea de cuidar de las frágiles criaturas, lavar su rostro, salir de la comodidad para servir a sus hijos.
Y ellos durante unos días nos encomiendan la tarea de cuidar de sus hijos, la misión del educador es ser el padre y la madre que cuida del junior, desviviéndose por los niños.


Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Del evangelista San Lucas:
No tenían sitio en la posada (Lc 2, 7).
¡Cuántas preguntas pasarían por la mente de José en aquella noche! El Hijo de David y sin embargo no tenía lugar en la ciudad de su padre David, naciendo en condiciones penosas. No fue fácil asumir la lógica de Dios que vino a ser el último de todos, sin mas trono que un pesebre y una cruz.
También es difícil ser cristiano hoy. Queremos tronos, gloria, prestigio social y sin embargo nuestro camino es la cruz, la familia cristiana lo será si asume la lógica del evangelio, si busca servir a la sociedad, asumiendo no tener cabida en ella.
Y nosotros, los juniors, ¿estamos dispuestos a ser la familia de Jesús, la que no tiene cabida en los pueblos y hace presente a Jesús en la pobreza de medios?

Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Del evangelio de San Mateo:
Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen (Mt 2,18).
José acompaña este llanto, el llanto de María temiendo la muerte de su Hijo, de tantas mujeres que lloran la muerte por hambre, enfermedad, violencia de sus hijos.
Es en el hogar donde se comparten las penas, allí el dolor de la madre encuentra eco en el dolor del padre, el matrimonio sufre, llora y se consuela, pues sólo el marido puede comprender en su profundidad el dolor de la esposa que ha perdido el hijo que le dió el esposo.
Ante el dolor sólo cabe silencio y presencia, esa es nuestra tarea como educadores, acompañar con nuestra oración, presencia y palabra, breve y significativa, a quienes en el centro lloran la muerte de un ser querido.

Novena estación: Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio (Lc 2, 50).
No comprendió a Cristo, no entendió que su lugar no era permanecer en el hogar de Nazaret, sino después de tres días de ausencia marchar a la Casa del Padre.
Uno de los mayores sufrimientos de un padre y una madre, no comprender al hijo en determinados momentos. Asumir que, aun siendo de la misma carne y sangre, es otro, con su propia personalidad, un ser llamado a recorrer un camino distinto al de los padres.
Y nuestra tarea como educadores es ayudarles con ellos a descubrir este camino, el que Dios ha trazado para ellos.

Décima estación: Desnudan a Jesús, y le dan de beber hiel.
Del evangelista san Lucas:
Y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre (Lc 2, 16).
En la fragilidad del Dios que ha venido a hacerse hombre, en la pequeñez de un niño José le reconoció. Años más tarde Juan el evangelista reconocerá al Mesías en el crucificado. Así es nuestro Dios, despojado de su grandeza y omnipotencia.
Es en los hijos más frágiles en los que los padres más desbordan su amor: el hijo con sindrome down, parálisis cerebral, malformaciones, enfermo,... despojado de la salud, pero con una dignidad y capacidad de amor que llena el corazón del padre y de la madre, sacrificando su vida por el hijo más necesitado.
Y nosotros acogemos a estas criaturas: ¡son tantos los ejemplos de monitores y monitores que se entregan al cuidado de los niños enfermos en un campamento, de aquellos que necesitan tener siempre cerca una persona que cuide de ellos!

Undécima estación: Jesús clavado en la cruz
Del evangelista S. Lucas:
Este está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción (Lc 2,34).
José escucha las palabras del anciano Simeón, lo ha comprendido desde el primer momento, el Hijo que presenta en el templo será un día clavado en la cruz y él lo acoge, comparte su destino.
También hoy muchos padres asumen el destino de sus hijos y aceptan que ellos renuncien al matrimonio para entregarse a los demás en la vida sacerdotal o religiosa, siendo signo de contradicción, incomprendidos por los suyos.
No tengamos miedo a vivir nuestra vocación, pues si realmente somos juniors hemos de compartir el destino de Cristo, ser clavados en la cruz de la murmuración, el desprecio, la crítica, la burla.

Duodécima estación: Jesús muere en la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a las gentes.
José vivió siempre con esta luz, su vida fue iluminada por Cristo en la pobreza de Belén, en la clandestinidad de Egipto, en la cotidianeidad de Nazaret, en la obediencia de Jesús a quien consideró su padre.
También nosotros descubrimos en nuestros padres la presencia de Dios, ellos, con su entrega, su sacrificio, sus consejos, su testimonio de vida, su fe, su amor entre ellos y a nosotros, su morir a sí mismos fueron luz para nosotros.
¿Y nosotros, educadores, muriendo a nuestros valores para que Cristo viva, somos luz para los niños que la Iglesia nos encomienda?

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su santísima Madre
Del evangelio de San Lucas:
¡A ti misma una espada te atravesará el alma! (Lc 2, 35).
José escucha y acompaña a María, sabe que el hijo además de alegría traerá consigo sufrimiento y dolor y él permanece en silencio, escuchando, meditando, al lado de su esposa, María.
El esposo es siempre la persona en quien la esposa se apoya, el compañero con quien camina, el confidente que escucha, el paño que enjuga las lágrimas, el amigo en quien confía la madre.
Muchas son las personas que sufren, nuestra labor es estar ahí, al pie de la cruz con ellas, con esa madre que nos cuenta los problemas que tiene con el hijo, con ese padre que está acompañando al hijo en el hospital.

Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro
Del evangelio de San Mateo:
Tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel (Mt 2,20).
La entrada en Israel desde Egipto evoca la entrada del pueblo capitaneado por Josue en la Tierra Prometida y anuncia la entrada de la Iglesia, guiada por Cristo en la Vida Eterna, la resurrección. Y aquella noche José con todos los que habían muerto, quien creyó y esperó, alcanzó la resurrección obtenida por Cristo.
Es el mayor ejemplo de vida, esos padres que entran en el río de la muerte, tomados de la mano de Jesús. A José se le invoca como abogado de la buena muerte, él ayuda a morir en la paz de los justos, los que esperan tras la muerte la vida.
Los juniors sabemos cuál es la meta del camino que Jesús nos marca, José con su vida nos enseña este camino: morir a sí mismo para que Cristo viva en nosotros y nosotros vivamos en Cristo, en esta vida y en la que Él nos ha obtenido con su muerte y resurrección.

Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz nos redimiste.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo.

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