viernes, 26 de marzo de 2010

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 50, 4-7Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,para saber decir al abatidouna palabra de aliento.Cada mañana me espabila el oído,para que escuche como los iniciados.El Señor me abrió el oído.Y yo no resistí ni me eché atrás:ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba;no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes;por eso endurecí el rostro como pedernal,sabiendo que no quedaría defraudado.Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
La Iglesia nos ofrece para meditar e iluminar la Semana Santa los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé. Este domingo nos ofrece los primeros versos del tercer cántico, el cual anuncia a Cristo, el profeta-Siervo, que escucha la Palabra como discípulo, la proclama y asume las consecuencias, confiando en la ayuda del Señor.
Así en este texto descubrimos la vocación del educador junior. Nosotros somos discípulos, quienes en la oración de la mañana, meditamos el evangelio del día, espabilando el oído, dejando que Dios nos interpele, reflexionando sobre ella. De este modo nos convertimos en profetas, nuestra vida guiada por la Palabra se transforma en palabra viva que anuncia otro estilo de vivir, que trata de transformar los valores egoístas de esta sociedad, de dar una palabra de aliento a los abatidos, pero también una palabra de denuncia a los que viven ensimismados en el poder, las riquezas, la mentira y la muerte.
El educador, al igual que el profeta-Siervo, si es coherente, cree, celebra y vive su condición de junior, no va a recibir a cambio Premios Nobel sino ultrajes y salivazos, ni los niños ni los padres, ni su familia ni sus amigos querrán escuchar el mensaje que transmite, la Palabra que anuncia.
Por eso como Cristo pondrá su confianza en el Padre, quien no defrauda.
Así pues comenzamos la Semana Santa, un tiempo ideal para plantearnos nuestra condición no sólo de educadores, sino de juniors y cristianos. Unos gracias al Intensivo de Semana Santa de la JEA, otros en las parroquias. Todos debemos aprovechar para revisar nuestra vida, descubrir en qué lugar nos situamos estos días, en los que acusan a Cristo por no ser demasiado exigente, los que les da igual o los que como la Verónica y el Cireneo entran en el camino de la cruz.
SALMO RESPONSORIAL.
Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R/.: 2a)R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Al verme, se burlan de mí,hacen visajes, menean la cabeza:«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere.» R/.Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R/.Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica.Pero tú, Señor, no te quedes lejos;fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R/.Contaré tu fama a mis hermanos,en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel. R/.
MEDITACIÓN
Con Israel: el salmista canta la acción de gracias de Israel resucitado a la vuelta del exilio, personificándolo en un inocente perseguido, quien se fija más en el auxilio divino que en el propio sufrimiento. El justo perseguido confía sobre todo en Dios, quien es su “fuerza”.
Con Jesús: en él se dan los detalles sugeridos por el salmista: taladran las manos, puede contar sus huesos, se reparten la túnica. Él es el “varón de dolores”, pero a diferencia de las lamentaciones del profeta Jeremías, no tiene rabia ni maldice a los verdugos, sufre y gime pero desde la esperanza en Dios. Tampoco se plantea las causas del sufrimiento, ni filosóficamente la raíz del mal, sencillamente sufre, ora y confía. Así este fue un salmo del que seguramente Jesús se sirvió en las dramáticas horas de su pasión. Allí en la cruz oró al Padre y oró como lo haríamos nosotros, recitando las oraciones que aprendimos de niño, aquellas que formaron parte de nuestra vida.
Con nuestro tiempo: ante el sufrimiento nos queda rebelarnos, filosofear o rezar con el salmista, confiando en el Padre con Jesús.
Con los juniors: también nosotros nos planteamos muchos porqués, no entendemos lo que está pasando, por eso aquí Dios nos ofrece una valiosa ayuda. Cuando en el dolor no sepamos qué rezar, dejemos que Él nos susurre las palabras.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11 Cristo, a pesar de su condición divina,no hizo alarde de su categoría de Dios;al contrario, se despojó de su rangoy tomó la condición de esclavo,pasando por uno de tantos.Y así, actuando como un hombre cualquiera,se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,y una muerte de cruz.Por eso Dios lo levantó sobre todoy le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se dobleen el cielo, en la tierra, en el abismo,y toda lengua proclame:Jesucristo es Señor,para gloria de Dios Padre.Palabra de Dios.MEDITACIÓN
En Cristo descubrimos en primer lugar al justo del Antiguo Testamento, quien humillado es exaltado.
Por otra parte este himno de origen pre-paulino tiene tres partes: identidad de Cristo, es Dios; confrontación con Adán, pues mientras éste quiere ser como Dios, Jesús renuncia a su condición y pasa a ser uno de tantos, rebajándose hasta la cruz, es decir, despojándose de todo; y la exaltación, en la cual el Padre lo eleva a lo más alto. Es por tanto un resumen de quien es Jesús: el Hijo de Dios encarnado, crucificado y muerto que ha sido exaltado por el Padre. Misterio éste que vamos a vivir durante la Semana Santa en tres momentos: aclamado como Hijo de Dios el Domingo de Ramos, sometido a la muerte el Viernes Santo y levantado sobre todo el Domingo de Pascua.
Así nosotros contemplamos a Cristo y dejándonos llevar por él, siguiendo las palabras con las que Pablo precede este himno: “tened vosotros los mismos sentimientos que Cristo”, invitación que da sentido a todo el himno, siguiéndole, amando como él nos ama, a nivel personal vivimos tratando de pasar por uno de tantos, rebajándonos hasta ser esclavos, es decir, servidores de los demás, desde la confianza puesta en el Padre.
Atrás quedan los años de gloria en la mayoría de los centros juniors y parece que tenemos miedo a ser uno de tantos, no el grupo donde se apuntan todos los niños, el más numeroso del barrio o pueblo. El texto nos ofrece luz para estos nuevos tiempos, que no son peores que los pasados. ¿Cuál es nuestra misión en la sociedad? ¿y nuestra meta como centro junior: la gloria dada por el mundo o la exaltación dada por el Padre? ¿En nuestro interior qué deseamos?
EVANGELIO
http://www.archivalencia.org/contenido.php?a=86&pad=86&modulo=73&tiempo=5&festividad=189&lectura=all

MEDITACIÓN
Los relatos de la Pasión, muerte y Resurrección son el documento más antiguo que conservamos, previos a la redacción de los cuatro evangelios.
Para el evangelista todo el relato parte de la experiencia de la Iglesia, ésta es la muerte y resurrección de Jesús. Los apóstoles vivieron en primera persona este acontecimiento, fueron testigos de él. Posteriormente transmitieron a los discípulos lo que ellos creían, celebraban y vivían. Fruto de esta experiencia creída, celebrada y vivida en las comunidades cristianas fueron los evangelios y en concreto el libro de Lucas.
Teniendo presente esta perspectiva, es decir, lo que el evangelista trasmite no es en primer término un relato histórico, sino el acontecimiento central de la Iglesia, la experiencia que da sentido a su vida y a la de sus hermanos, proclamamos el texto. Y al proclamar no sólo contamos lo que ocurrió una vez, sino que anunciamos la Palabra que ilumina nuestra vida, el kerygma, lo nuclear de nuestra fe, la razón primera y fundamental por la que somos juniors, católicos y cristianos.
Por otra las causas que le llevaron a escribir este relato son varias: histórica (el relato no es un cuento sino que tiene un acontecimiento real, y el evangelista, tratando de ser fiel a él, no omite aquello que perjudica a la Iglesia: el abandono de los apóstoles, la negación de Pedro, es decir, de los que son sucesores los obispos y el Papa) y dogmática (las verdades de nuestra fe: Jesús es el Hijo de Dios, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó, Él es en quien se cumplen las escrituras, es el nuevo Adán, Abel, José encadenado por sus hermanos, el justo perseguido, el Siervo anunciado por Isaías).
Finalmente el evangelista, siguiendo básicamente el esquema de la pasión según san Marcos, nos presenta a Jesús como modelo de discípulo. Así el discípulo es quien se en el sufrimiento se apiada de las mujeres, se deja ayudar por los demás, en la cruz perdona a los que le atormentan, ofrece esperanza a quienes sufren y muere confiando en el Padre. A diferencia de Mateo y Marcos, omite el grito de Jesús, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Todo es paz, el Justo asume su destino y muere haciendo el bien, como recordará el mismo evangelista en la tercera parte de su obra.
Por tanto al meditar la pasión de este ciclo, descubrimos en ella los rasgos del educador junior, de quienes hemos optado por Cristo y por tanto caminamos con Él llevando la cruz. La confianza en el Padre nos lleva a vivir las dificultades y las persecuciones, con serenidad. Hoy en día esta es nuestra misión, los centros juniors hemos de vivir sirviendo a la sociedad, amando y ofreciéndole palabras de esperanza, aunque ésta actúe en contra nuestra.
ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-
Experiencia:
La pasión no fue algo pasado, ella es un retrato de nuestra vida y de la sociedad, sus personajes conviven entre nosotros y habitan en nuestro interior. Por eso comienza recordando tu vida: ¿cuándo te diste a los demás?, ¿cuál fue la última vez que lloraste? ¿cómo te sentiste cuando un amigo traicionó tu amistad? ¿y cuando tus amigos, en aquel momento que tanto los necesitabas, no aparecieron? ¿quiénes han defraudado tu confianza y amistad? ¿en tu vida a quienes has dado la espalda alguna vez y los has dejado solos, o has permitido que delante de ti los criticasen? ¿a quiénes has juzgado y si por ti fueses los habrías expulsado del centro porque no pensaban o no actuaban como tú querías? ¿cuándo has colocado tu verdad por encima de los demás? ¿qué es lo que como educador más te cuesta? ¿cuál fue el peor campamento? ¿quiénes en estos momentos, cerca de ti, andan llevando la cruz de la preocupación, la falta de trabajo, los problemas económicos, la enfermedad, los conflictos familiares,...? ¿en qué momentos hubieses deseado no estar ahí y no pasar por ello? Entra en tu corazón, en tu vida, en tus pensamientos. Es interesante tomar una hoja en blanco y en una columna ir anotando las respuestas.
Reflexión:
Ahora lee la pasión, haz primero una lectura rápida. A continuación léela deteniéndote en las palabras más significativas. Y en tercer lugar relaciona lo vivido con los personajes y momentos de la pasión: ¿cómo actúan ellos? ¿cómo actuaste tú? ¿en qué se parece esa circunstancia al episodio de la pasión?
Compromiso.
Háblale a Jesús, después de los dos ejercicios, cuéntale como te sientes, pídele perdón por haber sido en ese momento concreto Pedro, los discípulos, Caifás, Pilato, el ladrón no conformado,... También agradécele por que en ese otro momento fuiste el cireneo, el buen ladrón, el centurión,... y porque ahora has encontrado luz en esos otros, cuando estuviste con Jesús en Getsemaní, en el sanedrín, el pretorio, la Vía Dolorosa, el Gólgota,... Háblale y siente el gozo de haber participado de su cruz, de haber descubierto entonces o ahora en esa cruz la presencia de Cristo.

Celebración:
Toma un clavo y ofréceselo o sencillamente coge en tus manos una cruz, tócala, siéntela en tus manos, entre tus dedos, contémplala, bésala, permanece en silencio.

ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

EXPERIENCIA:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María y cartel.

Signo de esta semana: la cruz.

Preparación: entregamos a cada un clavo.

Proclamación del Evangelio: el evangelio de este domingo es largo, si bien ello no debe ser óbice para leerlo, pues el ambiente de silencio y oración ayuda a escucharlo pausadamente. Podemos acompañarlo con un audiovisual en el que vaya ilustrando cada escena de la pasión. También en determinados momentos podemos colocar los signos que se presentan en el guión de la misa.

REFLEXIÓN:

Interiorización: después de escucharlo, contemplo el clavo, él representa a mis miedos, preocupaciones, también mis incoherencias, de mi falta de amor, de fe. Miro en él mi vida.

COMPROMISO:

Gesto: Jesús acoge mis clavos, abre la mano y de deja taladrar, no sólo por sus verdugos, sino por mí, mientras pronuncia palabras de perdón. Por eso ahora le ofrezco mi clavo, es mi vida, una vida en la que a veces le he hecho sufrir y él la acepta tal como es, pues me ama y me ama tal como fui concebido, pecador.

CELEBRACIÓN:
Oración final: cada uno pronuncia las palabras del buen ladrón: “acuérdate de mí”.











GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición antes de la bendición de los ramos.-
Buenos días a todos:
Hoy es un día de fiesta y alegría para nuestro pueblo, porque comienza la semana más grande de los cristianos. Este domingo, como los niños de Jerusalén y sus padres, nosotros los niños de Alfarrasí nos hemos reunido para celebrar la entrada de Jesús en Jerusalén.
Y dentro de una semana nos volveremos a reunir en este sitio, para celebrar la entrada de Jesús en el Cielo, entonces una niña nos anunciará que Jesús ha resucitado, será la fiesta de l’Angelet de la Corda.
Y para celebrar esta fiesta durante esta semana vamos a prepararnos, uniendo nuestro corazón a Jesús.

Monición Primera lectura.-
En esta un hombre bueno nos va a contar lo que le pasaba, como le hacían sufrir y como él confiaba en Dios.

Monición Segunda lectura.-
En esta lectura San Pablo nos va a contar el significado de la pasión de Jesús, él siendo Dios pasó por ser una persona más, sirviendo a sus discípulos el Jueves Santo, muriendo el Viernes Santo en la cruz y resucitando el Domingo de Pascua.

Monición evangelio.-
Hola amigos: hoy el evangelio es un poco más largo. Ah, perdonad, no me he presentado. Soy el evangelista San Lucas. Y mirad, a mí una vez los apóstoles me lo contaron. Me quedé impresionado y decidí escribirlo tal como ellos me lo habían contado, así que hoy vais a escuchar la Pasión según san Lucas, estad atentos:

Homilía.-
Comienzo del evangelio: un niño coloca un mantel sobre la mesa.
Final del relato del Cenáculo: dos niños colocan una jarra de vino y un pan.
Final de Getsemaní: cada niño deposita a los pies de la mesa el ramo de olivo.
Final juicio del Sanedrín: un niño coloca el palo vertical de la cruz.
Final del juicio de Pilato: un niño coloca el palo horizontal de la cruz y los ata.
Antes de “perdónalos”: un niño presenta los clavos.
Final del evangelio: los niños presentan posters con personas ayudando a los demás y les explicamos el sentido, es decir, Jesús sigue estando al lado de los que sufren a través de quienes les ayudan.

Peticiones.-
Por todos los cristianos, que estos días vamos a celebrar la muerte y resurrección de Jesús. Roguemos al Señor.
Por los judíos, el pueblo al que perteneció Jesús. Roguemos al Señor.
Por los que no conocen a Jesús pero tratan de ayudar a los demás. Roguemos al Señor.
Por las personas que están enfermas, de manera especial nos acordamos de los enfermos y enfermas y los ancianos y ancianas de nuestro pueblo. Roguemos al Señor.
Por las personas que otros años han celebrado estas fiestas con nosotros. Roguemos al Señor.
Por las niñas que un día fueron l’Angelet de la Corda. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas que vamos a participar de la Semana Santa. Roguemos al Señor.
Por nosotros que nos unimos a Jesús en su entrega por los demás. Roguemos al Señor.

Ofrendas.-
Jesús te ofrecemos estas flores de melocotonero que han brotado de las ramas secas.
Jesús te ofrecemos el pan y el vino.

Oración final.-
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Porque, arriba en Jerusalén,
te necesitamos para que nos des vida
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Aunque hoy te aclamemos
y mañana te olvidemos
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Perdona nuestros pecados
Olvida nuestras mentiras
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Bendito por venir a nuestra tierra
Bendito por venir a salvarnos
Bendito por lo mucho que nos amas
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR
Sube, Señor, a Jerusalén
Sube, Señor, a la cruz
Pues, sabemos todos, Señor
lo mucho que por Ti, Dios nos ama
NO DEJES DE SUBIR, SEÑOR

Oración final.-
Queridos hermanos:
La misa ha terminado. El Jueves Santo nos volveremos a reunir los niños y vosotros para celebrar la misa de la Institución de la Comunión, en ella, José, nuestro sacerdote, como hizo Jesús, nos lavará los pies y nosotros acompañaremos a Jesús al monumento. Queremos invitaros a esta fiesta que nos ayudará a
ORACIÓN
AYÚDANOS, SEÑOR
Si nos alejamos de Ti,
buscando una felicidad disfrazada
AYÚDANOS, SEÑOR
Si presumimos de ser mejores que los demás
AYUDANOS, SEÑOR
Si señalamos los defectos de los demás
y olvidamos los propios
AYUDANOS, SEÑOR
Si te dejamos
y nos perdemos por caminos equivocados
AYUDANOS, SEÑOR
Si nos ahogamos bajo la carga de nuestros pecados
AYUDANOS, SEÑOR
Si olvidamos que, Tú,
ante todo eres Padre y no juez
AYUDANOS, SEÑOR
Si nos esforzamos
y no conseguimos ser lo que Tú quieres
AYUDANOS, SEÑOR
Si venimos a la Eucaristía
y no descubrimos tu corazón
AYUDANOS, SEÑOR
Si escuchamos tu Palabra,
y no siempre la seguimos
AYUDANOS, SEÑOR
Si te negamos y te ofendemos de palabra y de obra
AYUDANOS, SEÑOR
Amén
Javier Leoz












VIA CRUCIS JUNIOR: COMPROMETIDOS COMO MARÍA CON CRISTO.

Primera estación: Jesús condenado a muerte
Del evangelio de San Lucas:
Dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38).
El camino de la cruz en María comienza con un anuncio y una respuesta. Ella acoge a quien un día tomará su cruz y subirá con ella al Gólgota y al acogerle se identifica con Cristo.
También nuestro camino comienza con un hágase, es decir, que Cristo se haga cuerpo en nosotros, identificándonos totalmente con Él.
El sí del junior comienza después de decirle sí a Jesús, acogiéndole en la Primera Comunión. El sí del educador comienza después de decirle sí a Jesús, acogiendo el Espíritu en la confirmación.

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas
Del evangelio de San Lucas:
Dió a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada (Lc 2,7).
María dio a luz al Hijo de Dios. Belén no tiene sitio para él, Nazaret lo expulsa y Jerusalén le carga la cruz y lo crucifica fuera de la ciudad. María compartió el camino del Hijo.
Los cristianos tampoco, como María y Jesús, tenemos lugar en las ciudades. Cuando se vive coherentemente con el Evangelio molestamos, nuestra defensa de la vida, desde su concepción hasta su final, provoca el rechazo por parte de los medios de comunicación y de la sociedad.
El primer rito del junior es el crismón y en él se encuentra la cruz, de este modo decimos sí a ella, a cargar con las consecuencias de una vida marcada por el seguimiento de Jesús, que incluye el rechazo y la burla.

Tercera estación: Jesús cae por primera vez bajo la cruz
Del evangelio de san Lucas:
¡A ti misma una espada te atravesará el alma! (Lc 2,35).
Fue en el templo donde el anciano Simeón le anunció la cruz. El Hijo que tanto amaba caería un día bajo el peso de ella y se levantaría para iluminar a los pueblos. María tuvo que aprender con dolor a derribar las torres del triunfalismo.
Nuestro sí está marcado por las caídas, las dudas, el para qué llevar una vida diferente, en fidelidad al Evangelio.
Muchos abandonan el movimiento cuando ser junior no es sólo jugar, sino jugársela por Cristo.
Cuarta estación: Jesús encuentra a su santísima Madre
Del evangelio de Lucas:
¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre? (Lc 2,49)
Fue el encuentro con Jesús, después de tres días de ausencia y el Hijo le respondió anunciando su final. También en la cruz, después de unos días de ausencia la Madre encuentra al Hijo, en silencio la misma respuesta: había sido enviado para volver a la Casa del Padre, y ahora él estaba recorriendo este camino.
A Jesús no lo encontramos donde queremos que esté, sino donde él quiere estar, en la Iglesia, en los momentos de silencio y oración, junto a los que andan llevando la cruz por este mundo. A veces no lo encontramos porque a diferencia de María no vamos a buscarlo donde ésta.
María salió de su casa, su pueblo, lo dejó todo para ir al encuentro de Cristo en el Templo y en la Via Dolorosa. También nosotros dejamos a Jesús para ir a su encuentro en la Iglesia, las capillas, los campamentos y los caminos donde andan los que sufren.

Quinta estación: Jesús es ayudado por el Cireneo a llevar la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Jesús volvió con ellos a Nazaret y vivió sujeto a ellos (Lc 2, 51).
Durante aquellos años de vida oculta en Nazaret María acompañó a Jesús, le ayudó a aprender sufriendo a obedecer, a caminar llevando la cruz de la vida cotidiana y del trabajo.
La vida del cristiano no es fácil, muchas veces tenemos la tentación de dejarnos arrastrar por quienes al margen de la cruz nos invitan a abandonarla y volver a la comodidad de ser espectadores. Pero con nosotros hay cireneos que nos ayudan a seguir, el sacerdote, la catequista, el monitor, el padre y la madre cristiana, la esposa o el esposo comprometido con la Iglesia.
¡Cuántas veces habríamos abandonado el Centro si junto a nosotros no se hubiese encontrado ese sacerdote o educador!

Sexta estación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús
Del evangelista San Lucas:
Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón (Lc 2, 51).
Como la Verónica María fue el paño blanco en el que Jesús enjugó sus lágrimas, conservándolas en su corazón.
La oración es en nuestra vida el paño que también enjuga nuestras lágrimas, el presencia callada donde vertemos nuestros sufrimientos.
El grupo es el ámbito que acoge nuestros cansancios y preocupaciones.
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
Del evangelista San Lucas:
Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen (Lc 8,21).
María aprendió cayendo, desmontando la imagen que ella tenía del Hijo. Para Jesús lo fundamental no era la sangre, de ella no esperaba una madre como todas, sino una discípula. Y no fue fácil, cayó, cayeron sus esquemas, se derrumbó la maternidad natural, para surgir y levantarse la maternidad espiritual, fruto del camino del discípulado, del camino de la cruz.
Nosotros necesitamos desmontar constantemente los esquemas preconcebidos, nuestras seguridades, cuestionar nuestra fe, caer y sentirnos perdidos, como el adolescente, para que surja la siempre novedad del Evangelio.
Las crisis forma parte del camino del junior y del educador, de ellas surge un nuevo junior y educador, que volverá a caer para que surja otro, fiel al ideal de educador que en ese momento Jesús desea.

Octava estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Del evangelio de San Mateo:
Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen (Mt 2,18).
La pasión de Jesús llevó a María a unirse al lamento de Raquel, de las mujeres judías sometidas a la violencia, de las madres que lloran el dolor de sus hijos, por eso su llanto, frente a las lágrimas de las plañideras, es auténtico, fruto de su compromiso real con las lágrimas de las mujeres víctimas.
¿Y nosotros como cristianos, lloramos con los que lloran, hacemos realmente nuestro el sufrimiento de los inocentes? ¿las madres que han perdido un hijo y las mujeres maltratadas?
La labor del movimiento junior es sacarnos del margen, de ser meros espectadores de la vida para comprometernos con los que caminan llevando la cruz, no sólo denunciando o sintiendo el dolor de los marginados, sino sufriéndolo con ellos.








Novena estación: Jesús cae por tercera vez bajo la cruz
Del evangelio de San Lucas:
Porque llegarán días en los que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! (Lc 23, 31).
María discípula también se preguntó si valió la pena aquel sí, caer con Cristo es derrumbarse, es plantearse existencialmente si valió la pena darlo todo por Él, cuando se está recibiendo cansancio, agotamiento, soledad, desolación.
¡Tanto para tan poco! En el camino del creyente surge esta exclamación. El camino no ofrece nada, la recompensa no está en la Via Dolorosa, ni siquiera en el Gólgota, el Viernes Santo es día para ir sembrando y llorando. Hemos de esperar que pase el silencio del Sábado Santo para descubrir el sentido auténtico, la recompensa de toda una vida entregada a Cristo, en el Domingo de Pascua, en el Sepulcro vacío, en el gozo del encuentro con el Padre.
Si pensásemos más en el Domingo de Pascua, si nuestro ser junior fuese pascual, muchos no habrían abandonado el centro cuando las circunstancias no eran como ellos esperaban.

Décima estación: Desnudan a Jesús, y le dan de beber hiel.
Del evangelista San Juan:
Mujer, ahí tienes a tu hijo (Jn 19, 25).
La vida de María fue un despojarse de su maternidad humana, para ser Madre de todos los creyentes. En la cruz María renace como Mujer, no como una mujer más, sino como la Mujer, la Nueva Eva, la Madre de los que renazcan por el bautismo, de los hijos de la Iglesia.
También nuestra vida como cristianos es despojarnos a nosotros para que sea Cristo quien viva en nosotros.
El educador es el que se despoja de sus ideas y de su protagonismo, para que sea Cristo el auténtico protagonista en la vida del grupo.

Undécima estación: Jesús clavado en la cruz
Del Evangelista San Juan:
Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19,27).
María se une a la Iglesia, su vida quedará vinculada no sólo a Jesús sino a la comunidad que el Hijo ha engendrado en la cruz.
Nuestra vida es inseparable a la Iglesia, unidos a ella por el bautismo, somos uno con sus luces y sombras, con su cruz.
Los juniors somos un movimiento de la Iglesia, sin este estar clavados, unidos a ella, como los sarmientos a la vid, no tiene sentido ser junior, de ella brota nuestra identidad, sin ella el centro es una rama seca desgajada del árbol.
Duodécima estación: Jesús muere en la cruz
Del Evangelio de San Juan:
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de suy madre, María, la mujer de Clopás, y María Magdalena (Lc 19,23).
Un sí hasta la cruz. María fue fiel a Dios hasta entregar a su Hijo, permaneciendo al pie del madero, escuchando el clamor de Cristo.
La cruz es bella, cuando es motivo de ornamentación, la cruz es terrible cuando es motivo de exclusión. ¿Qué cruz deseamos para nuestra vida? ¿la del mundo, del triunfo, del oro y los honores o la de Cristo, del fracaso, el madero y los insultos?
Quiero marchar decidido por el camino que Tú me marques. Deberíamos temblar cada vez que rezamos la oración junior, pensarlo dos veces antes de pronunciarlas, de rezar nuestra oración. ¿O somos unos mentirosos? ¿Realmente queremos marchar por el camino que Jesús nos marca? Éste es el camino de la cruz, es morir sin ser comprendido, es dar la cara por Él sabiendo que vamos a recibir insultos, es perdonar a los que nos ofenden, esperar en Dios y sólo en Dios, vivir unos valores no aceptados, amar sin recibir. ¿Somos como María y Juan, llevando el camino hasta las últimas consecuencias o como los otros apóstoles, apartándonos del camino cuando éste es cargar con la cruz hasta morir colgados de ella?

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su santísima Madre
Del evangelio de San Lucas :
Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? (Lc 2, 49).
¿Por qué? Es la pregunta que se hizo María, Madre de los Dolores, Madre de la Soledad, Madre al Pie de la Cruz. ¿Por qué el Dios de la Vida estaba sobre su regazo muerto? Por cuarta vez el Hijo permanece en el suelo, postrado en el abismo de la muerte y espera la mano del Padre que lo levante. Por cuarta vez la Madre permanece con el Hijo y en la noche oscura espera la luz que la levante de la postración.
Y nosotros, cuando Dios no es como imaginábamos, cuando la muerte de un ser cercano hiere con su gélido filo, ¿esperamos contra toda esperanza?
Nuestro movimiento junior aún no ha dado la vida por Cristo, pero quien sabe si un día sus hijos morirán mártires, como murieron tantos jóvenes de la Acción Católica, en la persecución de los años 1936-1939. Ellos, jóvenes como nosotros que se alimentaban de nuestra misma espiritualidad, fueron fieles a Cristo, valga un recuerdo, por nuestra oración por los movimientos laicales que sufren el martirio de sus hijos.

Decimocuarta estación: Jesús es puesto en el sepulcro
Del libro de los Hechos de los Apóstoles
Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de algunas mujeres, de María la madre de Jesús y sus hermanos (Hch 1,14).
María permanece no en el sepulcro llorando, sino en la Iglesia. La oración en comunidad es el aliento que aviva la fe, la esperanza y el amor de los discípulos de Cristo, el Sábado Santo y los largos años de persecución, esperando el Domingo de Pascua, el Domingo sin ocaso.
La Iglesia es el ámbito donde vivir los momentos de oscuridad y silencio de Dios. Es la oración de la Iglesia, los sacramentos y la eucaristía los medios para no desfallecer, para esperar la Pascua.
También nosotros necesitamos de la oración en común, los sacramentos y la eucaristía para no desfallecer, para como María vivir la radicalidad de nuestro compromiso con Cristo, con la Iglesia y con la sociedad.

Te adoramos Oh Cristo y te bendecimos Que por tu santa cruz nos redimiste.

Señor, Dios nuestro, que has querido realizar la salvación de todos los hombres por medio de tu hijo, muerto en la cruz, concédenos, te rogamos, a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de la redención. Por Jesucristo.

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