domingo, 5 de abril de 2009

Domingo de Ramos

DOMINGO DE RAMOS

Sentido:
Con este domingo inauguramos la Semana Santa, celebrando la entrada de Cristo en Jerusalén para realizar el misterio pascual.
En los cuatro evangelios Jesús es presentado como el Rey-Mesías que entra y toma posesión de su ciudad, un Mesías humilde y manso que cumple la profecía de Zacarías (9,9): “He aquí que tu rey viene a ti; él es justo y victorioso, humilde y montado en un asno”.
Así el domingo es llamado domingo de Ramos y domingo de pasión, en cuanto en él tienen lugar los dos elementos: acogemos a Cristo victorioso que al pecado y sus consecuencias, con su pasión y muerte.

Elementos de este dia:
La Procesión: su origen se encuentra en Jerusalén durante el s.IV, celebrándose allí el domingo por la tarde. Ese día se reunían todos en el monte de los Olivos y desde allí iban en procesión hasta la ciudad, llevando ramos de olivo y acompañando al Obispo, quien representaba a Cristo.
Se caracteriza por el gozo y el júbilo que anticipa la Pascua. Es una procesión en honor a Cristo rey; por eso los ornamentos (el alba, la estola y la casulla que lleva el sacerdote) son rojos (igual que en Pentecostés, las misas del Espíritu Santo y de los mártires, es decir, de quienes entregando su vida por Cristo triunfan). Durante la procesión se cantan.
En ella no sólo recordamos un hecho histórico acaecido en la ciudad de Jerusalén, sino que aclamamos al que es para nosotros el Señor que viene cada día en la eucaristía, es la celebración de quienes acogemos a Cristo en la Jerusalén de nuestra vida, con sus mediocridades, intrigas interiores, hipocresías, pero también con la sinceridad, la belleza interior y el deseo de acoger a Dios que viene en Jesús, en la Palabra, los sacramentos y los hermanos, especialmente los que sufren.
Por otra parte la alegría y el triunfo expresado en las palmas anticipan la Pascua. Los ramos bendecidos y llevados en procesión son el emblema de la victoria de Cristo sobre la muerte.
La Liturgia de la Palabra: si la procesión evocaba la Pascua, la liturgia de la Palabra (las lecturas) evocan el viernes santo. Con ello se resume toda la Semana Santa, como bien se ha indicado más arriba: Cristo vencerá por su pasión y muerte.
La primera lectura es del profeta Isaías (50, 7-4), en ella encontramos el retrato de Cristo que acepta el sufrimiento pacientemente, como bien nos indica el apóstol Pablo en la segunda lectura (Filipenses 2, 6-11). En su anonadamiento es elevado por el Padre. Seguidamente tiene lugar la solemne lectura de la pasión. En ella se despoja de todo ceremonial, no hay velas ni incienso y se omite la señal de la cruz al principio. Simplemente se comienza con el anuncio: “Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos”.

Estructura de la celebración:
1.Conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén.
Acogida:
Reunidos en una Iglesia menor o lugar apto fuera de la Iglesia en la que se va a celebrar la misa y llevando los fieles en sus manos los ramos.
Vestiduras de los sacerdotes: casulla o capa pluvial roja.
El sacerdote saluda al pueblo con esta monición:
Queridos hermanos:
Ya desde el principio de la Cuaresma nos venimos preparando con obras de penitencia y caridad. Hoy, cercana la Noche santa de Pascua, nos disponemos a inaugurar, en comunión con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios de la pasión y resurrección de Jesucristo, misterios que empezaron con la solemne entrada del Señor en Jerusalén.
Por ello, recordando con fe y devoción la entrada triunfal de Jesucristo en la ciudad santa, le acompañaremos con nuetros cantos, para que, participando ahora de su cruz, merezcamos un día tener parte en su resurrección.
Bendición de los ramos:
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno,
santifica con tu bendición estos ramos,
y, a cuantos vamos a acompañar a Cristo
aclamándolo con cantos,
concédenos entrar en la Jerusalén del cielo,
por medio de él.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
A continuación el sacerdote rocía con agua bendita los ramos sin decir nada.
Seguidamente se proclama el evangelio.
Procesión:
El sacerdote u otro ministro idóneo, puede hacer esta monición:
Como la muchedumbre que aclamaba a Jesús, acompañemos también nosotros con júbilo al Señor.
Comienza la procesión con este orden: incensario – cruz adornada y acompañada por dos ministros con velas encendidas – sacerdote con los ministros – fieles con ramos en las manos.
Los cantores cantan.

Entrada en la Iglesia:
El sacerdote al llegar al altar, lo venera y si juzga oportuno lo inciensa.
El sacerdote va a la sede, se quita la capa pluvial y se pone la casulla y dice la oración colecta de la misa.

En las restantes misas:
Se hace memoria de la entrada del Señor en Jerusalén mediante la lectura de la antífona de entrada en la que se recuerda este acontecimiento, recitándose el salmo 23, en el cual se exalta a Cristo, el Rey de la gloria y Señor de los ejércitos.

Misa:
La Liturgia de la Palabra y Eucarística del mismo modo que en todas las misas.
Excepción: en la lectura de la Pasión del Señor no se llevan ni cirios ni incienso, ni se hace al principio la salutación habitual, ni se signa el libro. Puede ser proclamada por lectores laicos, reservando, si es posible, al sacerdote la parte correspondiente a Cristo.
Prefacio: resume el sentido de la pasión.
Siendo inocente, se entregó a la muerte por los pecadores y aceptó la injusticia de ser contado entre los criminales. De esta forma, al morir, destruyó nuestra culpa, y, al resucitar, fuimos justificados.

Bendición de los ramos.

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 11,1-10.
Se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al Monte de los Olivos, y Jesús mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles:
-Id a la aldea de enfrente, y en cuanto entréis, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto.
Fueron y encontraron el borrico en la calle atado a una puerta; y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron:
-¿Por qué tenéis que desatar el borrico?
Ellos le contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron.
Llevaron el borrico, le echaron encima los manteos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás, gritaban:
-Viva, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Viva el Altísimo!

Lecturas de la misa.

Lectura del Profeta Isaías 50,4-7.
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.

Cada mañana me espabila el oído,
para que escuche como los iniciados.

El Señor Dios me ha abierto el oído;
y yo no me he rebelado
ni me he echado atrás.

Ofrecí la espalda. a los que me golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.

No oculté el rostro a insultos y salivazos.

Mi Señor me ayudaba,
por eso no quedaba confundido;
por eso ofrecí el rostro como pedernal,
y sé que no quedaré avergonzado.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial.
Sal 21,8-9.17-18a.1920.23-24

R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que le ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere.»

Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores:
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.

Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo,
linaje de Jacob, glorificadlo,
temedlo, linaje de Israel.

Segunda lectura.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2,6-11.
Hermanos:
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo,
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
-en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo-,
y toda lengua proclame: « ¡Jesucristo es Señor!»,
para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios.

Evangelio. Mc 14, 1-15,47
Texto íntegro
Narrador Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos
Faltaban. dos días para la Pascua y los Acimos. Los sumos sacerdotes y los letrados pretendían prender a Jesús a traición y darle muerte. Pero decían
Sinagoga -No durante las fiestas; podría amotinarse el pueblo.
Narrador Estando Jesús en Betania, en casa de Simón, el leproso, sentado a la mesa, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza. Algunos comentaban indignados:
Sinagoga -¿A qué viene este derroche de perfume? Se podía haber vendido por más de trescientos denarios para dárselo a los pobres
Narrador Y regañaban a la mujer. Pero Jesús replicó:
 -Dejadla, ¿por qué la molestáis? Lo que ha hecho conmigo está bien. Porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros y podéis socorrerlos cuando queráis; pero a mí no me tenéis siempre. Ella ha hecho lo que podía: se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Os aseguro que, en cualquier parte del mundo donde se proclame el Evangelio, se recordará también lo que ha hecho ésta.
Narrador Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. A1 oírlo, se alegraron y le prometieron dinero. El andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
Sinagoga -¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
Narrador -El envió a dos discípulos diciéndoles:
-Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa en que entre, decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?»
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arregladla con divanes. Preparadnos allí la cena.
Narrador Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer fue él con los Doce. Estando a la mesa comiendo dijo Jesús:
 -Os aseguro, que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo.
Narrador Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro:
Sinagoga -¿Seré yo?
Narrador Respondió:
 -Uno de los Doce, el que está mojando en la misma fuente que yo. El Hijo del Hombre se va, como está escrito, pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del Hombre!; ¡más le valdría no haber nacido!
Narrador Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
 -Tomad, esto es mi cuerpo.
Narrador Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron.
Y les dijo:
 -Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro, que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.
Narrador Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos. Jesús les dijo:
 -Todos vais a caer, como está escrito: «Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.» Pero cuando resucite, iré antes que vosotros a Galilea.

Narrador Pedro replicó:
Sinagoga -Aunque todos caigan, yo no.
Narrador Jesús le contestó:
 -Te aseguro, que tú hoy, esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.
Narrador Pero él insistía:
Sinagoga -Aunque tenga que morir contigo, no te negaré.
Narrador Y los demás decían lo mismo. Fueron a una finca, que llaman Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
 -Sentaos aquí mientras voy a orar.
Narrador Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, empezó a sentir terror y angustia, y les dijo:
 -Me muero de tristeza: quedaos aquí velando.
Narrador Y, adelantándose un poco, se postró en tierra pidiendo que, si era posible, se alejase de él aquella hora; y dijo:
 -¡Abba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz. Pero no lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.
Narrador Volvió, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro:
Sinagoga -Simón, ¿duermes?, ¿no has podido velar ni una hora? Velad y orad, para no caer en la tentación; el espíritu es decidido, pero la carne es débil.
Narrador De nuevo se apartó y oraba repitiendo las mismas palabras. Volvió, y los encontró otra vez dormidos, porque tenían los ojos cargados. Y no sabían qué contestarle. Volvió y les dijo:
 -Ya podéis dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora; mirad que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me entrega.
Narrador Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los doce, y con él gente con espadas y 'palos, mandada por los sumos sacerdotes, los letrados y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles:
Al que yo bese, es él: prendedlo y conducidlo bien sujeto.
Narrador Y en cuanto llegó, se acercó y le dijo:
Sinagoga -¡Maestro!
Narrador Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo prendieron. Pero uno de los presentes, desenvainando la espada, de un golpe le cortó la oreja al criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo:
 -¿Habéis salido a prenderme con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario os estaba enseñando en el templo, y no me detuvisteis. Pero, que se cumplan las Escrituras.
Narrador Y todos lo abandonaron y huyeron.
Lo iba siguiendo un muchacho envuelto sólo en una sábana; y le echaron mano; pero él, soltando la sábana, se les escapó desnudo.
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote, y se reunieron todos los sumos sacerdotes y los letrados y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote; y se sentó con los criados a la lumbre para calentarse.
Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban un testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; y no lo encontraban. Pues, aunque muchos daban falso testimonio contra él, los testimonios no concordaban. Y algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra él diciendo:

Sinagoga -Nosotros le hemos oído decir: «Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro no edificado por hombres.»
Narrador Pero ni en esto concordaban los testimonios.
El sumo sacerdote se puso en pie en medio e interrogó a Jesús:
Sinagoga -¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos que levantan contra ti?
Narrador Pero él callaba, sin dar respuesta. El sumo sacerdote lo interrogó de nuevo preguntándole:
Sinagoga -¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?
Narrador Jesús contestó:
 -Sí lo soy. Y veréis que el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo.
Narrador El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras diciendo:
Sinagoga -¿Qué falta hacen más testigos? Habéis oído la blasfemia. ¿Qué decís?
Narrador Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirlo, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían:
Sinagoga -Haz de profeta.
Narrador Y los criados le daban bofetadas.
Mientras Pedro estaba abajo en el patio, llegó una criada del sumo sacerdote y, al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y dijo:
Sinagoga -También tu andabas con Jesús el Nazareno.
Narrador El lo negó diciendo:
Sinagoga -Ni sé ni entiendo lo que quieres decir.
Narrador Salió fuera al zaguán, y un galló cantó.
La criada, al verlo, volvió a decir a los presentes:
Sinagoga -Este es uno de ellos.
Narrador Y él lo volvió a negar.
Al poco rato también los presentes dijeron a Pedro:
Sinagoga -Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.
Narrador Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar:
Sinagoga No conozco a ese hombre que decís.
Narrador Y en seguida, por segunda vez, cantó el gallo. Pedro se acordó de las palabras que le había dicho Jesús: «Antes de que cante el gallo dos veces, me habrás negado tres», y rompió a llorar. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los letrados y el sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:

Sinagoga -¿Eres tú el rey de los judíos?
Narrador El respondió:
 -Tú lo dices.
Narrador Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
Pilato le preguntó de nuevo:
Sinagoga -¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
Narrador Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado.
Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre.
Pilato les contestó:
Sinagoga -¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
Narrador Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
Sinagoga -¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos
Narrador Ellos gritaron de nuevo:
Sinagoga -Crucifícalo.
Narrador Pilato les dijo:
Sinagoga -Pues ¿qué mal ha hecho?
Narrador Ellos gritaron más fuerte:
Sinagoga -Crucifícalo.
Narrador Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al pretorio- y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
Sinagoga -¡Salve, rey de los judíos!
Narrador Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz.
Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice:- «Lo consideraron como un malhechor.»
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
Sinagoga -¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.
Narrador Los sumos sacerdotes se burlaban también de él diciendo:
Sinagoga -A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.
Narrador También los que estaban crucificados con él insultaban.
Al llegar el mediodía toda a región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
 -Eloí, Eloí, lamá sabaktaní. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
Narrador Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
Sinagoga -Mira, está llamando a Elías.
Narrador Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
Sinagoga -Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.
Narrador Y Jesús, dando un fuerte grito expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
Sinagoga -Realmente este hombre era Hijo de Dios.
Narrador Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José y Salomé, que cuando él estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, noble magistrado, que también aguardaba el Reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto.
Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, observaban dónde lo ponían
Sacerdote Palabra del Señor.


Texto breve

Sacerdote Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 14,1-15,47.
Narrador Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los letrados y el sanedrín en pleno, prepararon la sentencia; y, atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:

Sinagoga -¿Eres tú el rey de los judíos?
Narrador El respondió:
 -Tú lo dices.
Narrador Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
Pilato le preguntó de nuevo:
Sinagoga -¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.
Narrador Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado.
Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre.
Pilato les contestó:
Sinagoga -¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?
Narrador Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
Sinagoga -¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos
Narrador Ellos gritaron de nuevo:
Sinagoga -Crucifícalo.
Narrador Pilato les dijo:
Sinagoga -Pues ¿qué mal ha hecho?
Narrador Ellos gritaron más fuerte:
Sinagoga -Crucifícalo.
Narrador Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al pretorio- y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
Sinagoga -¡Salve, rey de los judíos!
Narrador Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a llevar la cruz.
Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «La Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno.
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: EL REY DE LOS JUDIOS. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice:- «Lo consideraron como un malhechor.»
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
Sinagoga -¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz.
Narrador Los sumos sacerdotes se burlaban también de él diciendo:
Sinagoga -A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.
Narrador También los que estaban crucificados con él insultaban.
Al llegar el mediodía toda a región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente:
 -Eloí, Eloí, lamá sabaktaní. (Que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?)
Narrador Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
Sinagoga -Mira, está llamando a Elías.
Narrador Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
Sinagoga -Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.
Narrador Y Jesús, dando un fuerte grito expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
Sinagoga -Realmente este hombre era Hijo de Dios.
Sacerdote Palabra del Señor.






Guión para la misa de niños.
Monición antes de la bendición:
Buenos días a todos.
Hoy es un día de fiesta, de color y alegría porque comienza la Semana Santa y porque celebramos su entrada en Jerusalén.
Hace unos dos mil años los niños de Jerusalén salieron a recibir a Jesús con ramos de olivo en sus manos.
También este domingo los niños de Alfarrasí salimos a recibir a Jesús con ramos de olivo. Él viene en la persona del sacerdote y Él nos hablará en misa, cuando escuchemos como murió en la cruz.
Démosle gracias por este día de fiesta y dispongámonos a celebrar las fiestas más importantes de nuestro pueblo, que concluirán el próximo domingo con la fiesta de l’Angelet de la Corda, la resurrección de Jesús y su encuentro con nuestra Madre, María.

Monición a las lecturas:
Las lecturas de este domingo nos hablan de la entrega de Jesús por nosotros, por eso vamos a escuchar a lo que nos dice Dios por medio del profeta Isaías y por medio de San Pablo. Pero sobretodo vamos a estar muy atentos a la lectura de la Pasión de Jesús. Escuchemos, hoy más que nunca con atención.

Gestos que realizan los niños durante la proclamación de la Pasión:
-Inicio: una botella de colonia
-Última Cena: el candelabro de los siete brazos, un pan y una jarra de vino.
-Getsemaní: unos ramos de olivo.
-Casa de Caifás: un bastón.
-Crucifixión: posters con rostros de personas que sufren hoy la cruz y si ésta no se encuentra en el altar la entran ellos.
-Final: un paño blanco.

Peticiones:
-Por la Iglesia, para que nos enseñe a amar y dar la vida por los demás como hizo Jesús en su pasión. Roguemos al Señor.
-Por los que prefieren ir montados en los caballos del poder, para que descubran que la felicidad está en ir montados en el pollino del amor a los demás. Roguemos al Señor.
-Por las personas que en estos días sufren como Jesús la cruz: los enfermos, los pobres, los parados, los ancianos que viven solos, para que encuentren cristianos que les ayuden a llevar la cruz. Roguemos al Señor.
-Por todos los niños de nuestro pueblo, para que nunca perdamos la alegría y siempre la contagiemos a los mayores. Roguemos al Señor.
-Por todos nosotros, para que en estos días nos demos cuenta de lo mucho que Dios nos quiere. Roguemos al Señor.

Bendición del Angelet de la Corda.
Señor, Dios nuestro,
que de la boca de los niños
has sacado la alabanza de tu Nombre,
mira con bondad a esta niña
que tiene como tarea representar
a todos los niños del pueblo
y al ángel que anunció a María
tu gloriosa resurrección,
y, así como tu hijo
al recibir con agrado a los niños,
los abrazaba y los bendecía,
y nos los puso como ejemplo,
así también, Padre, derrama sobre ella tu bendición.

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