miércoles, 29 de abril de 2009

Domingo III Tiempo Pascual. 26 de Abril de 2009

LECTURAS Y COMENTARIOS

Primera lectura.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19

En aquellos días, Pedro dijo a la gente:
«El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando habla decidido soltarlo.
Rechazasteis al santo, al justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos.
Sin embargo, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestras autoridades lo mismo; pero Dios cumplió de esta manera lo que habla dicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados. Palabra de Dios.


Comentario.
Durante el tiempo de pascua la primera lectura se toma del libro de los Hechos de los Apóstoles.
En este domingo Pedro y Juan acaban de curar a un mendigo tullido de nacimiento y, por eso, excluido del templo. La curación ha sido realizada con el poder del nombre de Jesús. El episodio suscita estupor entre la gente, por lo cual, Pedro toma la palabra y explica el significado del milagro.
En el discurso Pedro toma como punto de partida las profecías del Antiguo Testamento, seguidamente presenta a Jesús como el Siervo de Dios (recordemos los cuatro cánticos del Siervo de Yahvé comentados en el Destellos especial de Semana Santa) no reconocido por el pueblo, rechazado y condenado a una muerte injusta.
Sin embargo la muerte no es más fuerte que la vida y no son los hombres los que conducen la historia, sino Dios, que con su poder a resucitado al Siervo fiel, Jesucristo.
Los apóstoles son testigos de este hecho y participan de la vida divina que les ha comunicado el Resucitado.
El poder de curar a los enfermos tiene el origen en Jesucristo y el fin en el arrepentimiento y la conversión, que lleva al bautismo y a la unión con Jesús.

Salmo responsorial

Sal 4, 2. 7. 9 (R/.: cf. 7)


R/. Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor.
O bien: Aleluya.

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración. R/.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?» R/.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo. R/.


Comentario.
Primera lectura: con Israel.
Este salmo es la oración de un "fiel", un hombre religioso de Israel consciente de ser amado por Dios. Ahora bien, no ora sino que grita hacia Dios, pues siente amenazada su fe por el paganismo que le rodea. Así su gran angustia, es estar literalmente sofocado por los paganos que lo rodean: este paganismo, este ambiente materialista, diríamos hoy, es atrayente, aun para un fiel. Recurre entonces a una antiquísima costumbre religiosa usada en muchas de las religiones antiguas: "pasará una noche en el Templo", haciéndose el "huésped de Dios", esperando el favor de un "sueño profético" en que Dios le hablará.
De hecho, en el fondo de sí mismo, en su fe, escucha decir a Dios que la vida "sin Dios" es "nada", una "carrera hacia la mentira", una vida engañosa. La verdadera felicidad no está en la abundancia de bienes materiales, sino en "la intimidad con Dios": "alza sobre nosotros la lumbre de tu rostro... Diste a mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y d vino".

Segunda lectura: con Jesús.
Leyendo este salmo, pensamos necesariamente en la parábola en que Jesús pone en escena un rico campesino cuyas "cosechas y vendimias" fueron de tal magnitud, que pensó en ampliar sus graneros. Jesús, igual que el salmo, denuncia con fuerza la ilusión de los hombres que se apoyan únicamente en sus bienes materiales. "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás os vendrá por añadidura" (Lucas 12,18- 12,31).
Jesús afirmó a menudo que la verdadera felicidad, "lo único necesario", era la vida íntima con Dios. Así Jesús vivió esta paz y esta confianza total en el Padre, hasta en su reposo en el sepulcro, esperando "en paz" la resurrección. "En paz me acuesto y me duermo, porque Tú me haces reposar confiadamente, Señor".
Jesús hablaba de la muerte como una especie de "sueño". "Nuestro amigo Lázaro duerme, voy a despertarlo" (Juan 11, 11). Finalmente la absoluta confianza en la oración, que testimonia este salmo ("El Señor me oye cuando lo invoco"), era igualmente la certeza de Jesús: "pedid y recibiréis... Golpead y se os abrirá" (Mateo 7,7).
Las numerosas correspondencias entre el salmo 4 y el evangelio, no son fortuitas; Jesús estaba realmente impregnado de esta oración. Los salmos, este salmo, era "su" oración. La oración de Jesús se prolonga en nosotros, cuando recitamos este salmo.
Tercera lectura: con nuestro tiempo.
El hombre moderno, igual que el hombre de todos los tiempos, está ávido de felicidad. Hay algo profundamente melancólico en este problema: "¿Quién nos dará la felicidad?".
Esta especie de pesimismo cunde en nuestras civilizaciones occidentales, pese a apariencias contrarias. La "sociedad de consumo" produce una especie de desencanto. Bien pagado, bien alimentado, bien instruido, bien abrigado, bien alojado... El hombre sigue preguntando: "¿Quién nos dará la felicidad?". ¡Qué valiosa es la profesión de fe del salmista, que se atreve simplemente a afirmar que él es feliz, que es más feliz que todos aquellos que superabundan en bienes materiales! "¡Diste a mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el vino!".
Engañarse de felicidad: la "carrera hacia la mentira". Los bienes terrenos son necesarios. Pero quien va al extremo se engaña sobre la felicidad. Estamos seguros de una cosa: ¡que esos bienes son frágiles, fútiles, engañosos, decepcionantes! El autor de este salmo opone un rechazo total a la ambición que llevamos dentro hacia esos bienes engañosos. Estigmatiza esta búsqueda desenfrenada de la "carrera hacia la mentira, el amor de la nada": corréis hacia el "vacío" cuando os dejáis absorber por los negocios... Os equivocáis sobre la verdadera felicidad. "No sólo de pan vive el hombre" (Mateo 4,4). La invitación tanto de Jesús como del salmo, es no tanto de reducir nuestros deseos, cuanto de colocarlos más alto.
Para un verdadero sueño reparador. La fórmula del salmista es pintoresca y de una elocuencia nada banal. "En paz me acuesto y me duermo"... ¡Hace de este equilibrio un signo de su "fe"! No está turbado, no está tenso, aun en medio de sus cuidados... Su secreto, es poner su confianza en Dios. Confiesa que se duerme tranquilo y que se despierta bien dispuesto, la mañana siguiente, pasada una buena noche: "me acuesto, me duermo, luego me despierto; el Señor me protege, no temo a los muchos millares que en derredor mío acampan contra mí" (Salmo 3,6), cantaba el salmo anterior, casi con las mismas palabras. Jesús, era alguien que sabía dormir, aun en medio de las fuertes tempestades, y decía que Dios cuida del trigo que crece aun cuando el agricultor duerma (Marcos 4,27).
Oración de la tarde antes de acostarse. Este salmo es tradicionalmente utilizado como oración de Completas. Es una bella oración vespertina. Decir a Dios que El es nuestro "único necesario". Hacer "silencio" haciendo callar las preocupaciones. ("Yo os digo, no os inquietéis", decía Jesús a sus discípulos. Lucas 12,22). Promover en nosotros mismos los valores de "paz", de "tranquilidad", de "felicidad". Luego entregarnos al sueño confiando que la acción misteriosa de Dios continúa en nosotros mientras dormimos. Tener "confianza" en Dios (la palabra se repite dos veces en el salmo) y sepultarse en esta muerte aparente que es el sueño, con la certeza del "despertar".
Reflexionad en lo secreto, haced silencio, no pequéis más. Al caer la tarde, es hora del balance, de la "revisión de vida". Han ocurrido quizá cosas desagradables o malas en esta jornada. Es el momento de "reflexionar" en ellas, y de "convertirse". Señor, rectifica en mí lo que no corresponde a tu amor. Perdona mis pecados.
Con Carlos G. Vallés.

El día toca a su fin, un día de alegrías y trabajos, de ratos de intimidad y ratos de ansiedad, de momentos de impaciencia y momentos de satisfacción. Me quedo solo, dispuesto a volver a ser yo mismo por la noche, y una última oración sube a mis labios antes de cerrar los ojos.
«En paz me acuesto... y en seguida me duermo»
Esa es mi oración, la oración de mi cuerpo cansado después de un día de duro bregar. El sueño es tu bendición nocturna, Señor, porque la paz ha sido tu bendición durante el día, y el sueño desciende sobre el cuerpo cuando la paz anida en el corazón. Me has dado paz durante el día en medio de prisas y presiones, en medio de críticas y envidias, en medio de la responsabilidad del trabajo y el deber de tomar decisiones. «Tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría que si abundara en trigo y en vino», y el cuidado que has tenido de mí a lo largo del día me ha preparado tiernamente para el descanso de la noche.
Conozco los temores del hombre del desierto al echarse a dormir, el hombre que sacó estos Salmos de su experiencia y de su vida. El miedo del animal salvaje que ataca de noche, del rival sangriento que busca venganza en la oscuridad, de la tribu enemiga que asalta por sorpresa mientras los hombres duermen. Y conozco mis propios temores. El miedo de un nuevo día, el miedo de encontrarme de nuevo cara a cara con la vida, de enfrentarme conmigo mismo en la luz incierta de un nuevo amanecer. Miedo a la oposición, a la competencia, al fracaso; miedo a no poder aguantar el esfuerzo de ser otra vez como debo ser, como me obligan a ser, como otros quieren que yo sea; o, más adentro, miedo a que no sabré sustraerme a la esclavitud de ser lo que otros quieren que yo sea y portarme como quieren que me porte. Miedo a ser yo mismo y miedo a que no me dejen serlo.
Al acostarme tengo miedo a no volver a levantarme; y al levantarme siento pánico por tener que enfrentarme una vez más al triste negocio del vivir. Ese es el miedo visceral que pesa sobre mi vida. Su único remedio está en ti, Señor. Tú velas mi sueño y tú guías mis pasos. Tu presencia es mi refugio; tu compañía, mi fortaleza. Por eso puedo caminar con alegría, y ahora, llegada la noche, acostarme con el corazón en paz.
«En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo».


Lectura junior del salmo.
Uno de los recuerdos más bellos que conservo de los campamentos con el Centro Junior Foc de Riba-roja del Turia, en Siete Aguas, era la capilla y en concreto, las completas.
Concluida la jornada, con los niños sumergidos en las tiendas y antes de revisar el día, entrábamos en la capilla, austera y franciscana. Allí nos acompañaba Jesús, presente en el sagrario. Con la sola luz de las linternas rezábamos completas.
La vida de un campamento tiene sus momentos de luz y de oscuridad. La luz del vivir rodeados por la naturaleza, la luminosidad que transmiten los niños, los destellos de la amistad del equipo de monitores, el resplandor de las cocineras, sirviendo a los acampados.
Pero también tiene sus sombras: las largas horas de trabajo, los conflictos, las pocas horas de dormir, el cansancio,...
Y al llegar la noche todo ello se asienta en el equipo de monitores. A veces como una presa que sucumbe a la presión de las aguas, estalla que anega la armonía entre los monitores.
Por eso las Completas ayudan y en concreto este salmo rezado el sábado por la noche. Como cristianos, al final de la jornada, descubrimos la paz no en lo que nos ocurre, sino en Dios. Y por eso, porque confiamos en Él depositamos todas nuestras preocupaciones, concientes que tras la noche viene la luz, y dormimos en paz, porque Él nos hace vivir tranquilos.


Segunda lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2, 1-5
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.
Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.

Palabra de Dios.
Comentario .
Tras haber expresado el simbolismo de la luz y de las tinieblas, el contraste entre la justicia de Dios y de Cristo, por una parte, y el pecado del hombre, por otra, Juan invita a los creyentes a considerar, con detenimiento, la orientación que deben dar a su propia vida.
El Apóstol que ha visto y tocado con sus propias manos a Cristo nos escribe con autoridad, exhortándonos a evitar el pecado y reconocer el amor y la misericordia.
El hombre y la mujer, heridos por el pecado, son justificados por el sacrificio de Jesucristo en la cruz, el cual permanece para siempre como intercesor nuestro ante el Padre y abre el amino de retorno a Dios.
Ahora bien no podemos hacernos la ilusión de amar a Dios sino guardamos sus mandamientos y no cumplimos su voluntad en las situaciones concretas de la vida.
Humildad y obediencia son, por consiguiente, dos rasgos que deben caracterizar al cristiano. Ambas le hacen capaz de dar acogida al amor perfecto, al mismo Espíritu Santo que lo configura con Cristo como persona entregada a los demás, sin esperar nada a cambio.




Evangelio.
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: — «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo: — «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: — «¿Tenéis ahí algo que comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: — «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: — «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Palabra del Señor

Comentario .

Nos encontramos en la noche del día de Pascua. Los once apóstoles que quedan se han reunido en el cenáculo, esperando la puesta del sol y la caída de la noche.
De improvisto, el Resucitado, que ya se ha hecho reconocer por los discípulos de Emaús, aparece en medio de ellos, mejor aún, está entre ellos.
De nuevo el Evangelio subraya la dificultad que les supone creer, así como la benévola comprensión de Jesús, que no se cansa de ofrecer distintos modos de reconocimiento: los signos de su crucifixión y la comida compartida.
Presentada la crónica de los acontecimientos, el evangelista ilumina la muerte y resurrección, es decir, el Misterio Pascual, con la Palabra de Dios, la Biblia.
Todo el relato conduce a la misión: los testigos de la resurrección están llamados a anunciarla a todas las naciones, predicando en el nombre de Jesús la conversión y el perdón de los pecados.
Preguntas para reflexionar

La curación del paralítico por parte de Pedro:
¿Es nuestra fe como la del paralítico, suficiente para obtener la nueva vida que quiere Jesús para nosotros?
¿Estamos dispuestos como Pedro a dar testimonio de Jesús?
Para la primera comunidad cristiana Jesús lo era todo. Animados por el Espíritu el libro de los Hechos nos relata como los cristianos vivían para Jesús. Entusiasmados por Él le anunciaban en todos los lugares. ¿Lo es para nuestro centro junior?
En el grupo y las actividades que realizamos con ellos, ¿qué es más importante para nosotros: un buen juego para que se lo pasen bien o anunciarles a Jesucristo, mediante el juego?

El salmo:
¿Cuáles son las dificultades que encontramos en el centro junior?
¿En qué nos vemos tentados a abandonar a Dios?
¿Ante las dificultades y crisis recurrimos a la oración para encontrar en ella la pa z y tranquilidad?
¿La fe en Dios nos hace mirar los contratiempos con otra mirada, la del creyente que confía en Dios incluso en las malas noches de la vida?

La carta de Juan:
¿Creemos en Jesús?
¿Si iluminamos la realidad de nuestro centro con las palabras de Juan qué obtenemos?
¿Cómo podemos guardar los mandamientos de Dios?

Evangelio:
¿En aquella comunidad los discípulos acogieron la presencia de Cristo y nosotros?
¿Buscamos a Jesús en nuestro centro?
¿Dónde encontramos al Resucitado?
Hablando claro, ¿realmente abrimos la puerta a Jesús en las reuniones, los juegos y actividades tanto con los monitores/educadores como con los niños?







Dinámica para educadores

Nos distribuimos en tres grupos.

El primero mediante una lluvia de ideas aportará experiencias de Jesús vivo y activo hoy en día, es decir, dónde le encontramos.
El segundo mediante una lluvia de ideas aportará testimonios cristianos que necesita nuestra sociedad.
El tercero mediante una lluvia de ideas nos ofrecerá maneras de ser testigos de Cristo en el centro junior, la parroquia, la familia, los amigos, el estudio, el trabajo, los grupos asociativos (festeros, comparsas, peñas, equipos deportivos, sindicatos, partidos políticos,...)

Debate:

Los testigos: defenderán que vale la pena dar la vida por Jesús, ser buen junior siendo buen cristiano y anunciando el Evangelio.
Los perseguidores: criticarán la actuación y la fe de los cristianos como algo propio del paleolítico.

Oración:

Sentados alrededor de la Biblia, un icono y una luz encendida.
Pedimos al Espíritu de Dios que nos guíe y nos transforme.
Con las manos palmas arriba: Señor, queremos comunicar el Amor que nos envía tu Espíritu.
Con los pies levantados un poco: Señor, queremos caminar por donde nos guíe tu Espíritu.
Con las manos en los bolsillos: Señor, queremos compartir nuestro tiempo y nuestras cosas con aquellos que el Espíritu nos presente en nuestro camino.
Con las manos en la cabeza: Señor, queremos iluminar nuestra forma de ver el mundo y de pensar con tu Espíritu.
Con las manos sobre el corazón: Señor, queremos amarte a ti y amar a los demás, llenando nuestro corazón de tu Espíritu.
Con los oídos: Señor, queremos escuchar al necesitado y descubrir en su clamor la voz del Espíritu.
Con la lengua tocando los labios: Señor, queremos llevar el Evangelio a todos los que nos rodean, impulsados por tu Espíritu.





Dinámica para niños
Sentados los niños formando un círculo, el educador va diciendo:
Con las manos abarcamos las cosas.
Extendemos los brazos, los alargamos todo lo que podamos hacia arriba y hacia los lados.
Con las manos tocamos:
Con los ojos cerrados empezamos a tocar nuestra cara, cada una de las facciones de nuestra cara, despacio.
Con las manos trabajamos:
Tomamos con las manos una hoja de periódico y tratan de hacer una figura de papiroflexia.
Con las manos recibimos:
Mirando las manos piensan en cuantas cosas pueden caber en sus manos: otra mano, unas monedas, un objeto,... Seguidamente llenarán la mano del compañero con algo propio (el reloj, unas monedas, la pulsera,...).
Con las manos somos libres:
Cada uno lo expresará como crea mejor (brazos abiertos, manos que acogen,...)
Con las manos rezamos:
Cada uno con las manos juntas realiza una pequeña oración, bien de petición (por el centro, por un problema familiar, por la crisis económica,...) bien de alabanza (por un examen aprobado, por el buen tiempo que hacen, por los padres,...).
Leemos este texto:
Cuentan que el Creador, una mañana, llamó a su lado a varios de los seres creados y les dijo:
-Para que podáis multiplicar mi generosidad, quiero regalaros mis propias manos para que sean vuestras. ¿Qué os gustaría tener en ellas? ¿qué haríais con ellas?
Y algunas de las criaturas llegaron ante el Creador para decirle:
La montaña: Quiero extender mis espacios de altura, para que corran ríos de agua, cual manos de vida y verdor.
El árbol: Quiero extender mi altura, haciendo que mis ramas ofrezcan frutos, alimento gratuito.
El hombre: Quiero salir fuera, para con las manos buscar al hermano y abrazarle.
Les preguntamos:
¿Qué estamos dispuestos a hacer con nuestras manos para justificarlas ante el Creador?
Oramos:
Cada uno responde con una oración de petición que comience así: Señor, haz de mis manos un instrumento de tu paz, que con ellas pueda (ayudar a mis padres en la mesa, abrazar a mi abuela enferma, ayudar a un compañero en los estudios, acompañar a mi abuelo a comprar,...).
Misa de Niños
Monición de entrada.
Buenos días a todos. Feliz Pascua de Resurrección.
Sí, amigos, seguimos celebrando con las flores, la luz y el agua que Jesús ha resucitado. ¿Nos damos cuenta de lo que esto supone? También nosotros resucitaremos.
Mientras esto nos llega venimos a misa para ser más amigos de Jesús. Por qué Él no sólo resucitó sino que se encuentra vivo entre nosotros.
Nos encontramos con Él en el sacerdote, en las lecturas, en el pan y vino, en cada uno de nosotros.
Como los apóstoles sintámonos muy felices de tenerle cerca, en esta misa.

Señor, ten piedad.
Como el día de Pascua también hoy el sacerdote va a rociar nuestras cabezas con el agua que fue bendecida en la Vigilia Pascual. Con este signo nos recuerda que gracias al agua del bautismo todos nuestros pecados fueron borrados y perdonados.

Monición a las lecturas.
Vamos a escuchar las lecturas del tercer domingo de Pascua. En la primera Pedro nos recordará que Jesús ha resucitado. En la segunda Juan que Él está todos los días pidiendo al Padre por nosotros y en el Evangelio escucharemos como se apareció a sus amigos la noche de pascua.

Monición al evangelio.

Discípulo 1 ¿Pero cómo no le conocisteis? ¡Vaya par de despistados!
Emaús Eso pensamos nosotros después y... ¡qué rabia! Hasta que no partió el pan, lo bendijo y nos lo dio, ¡estuvimos ciegos!
Discípulo 2 ¡Cómo si hubiese muchas personas iguales al Maestro!
Emaús El caso es que cuando nos dimos cuenta de quién era, corrimos, corrimos para venir a avisaros.
Discípulo 1 Pues os podíais haber ahorrado la carrera porque...
Discípulo 2 ¡Nosotros ya sabemos que Jesús ha resucitado!
Emaús ¿Síí? ¿De verdad?
Discípulo 1 ¡Claro que sí! Lo hemos visto dos veces. Pero, si es Jesús el que estaba con nosotros, enterándose de la conversación. Jesús, cuéntanos, pero mejor que sea a través de José.

Peticiones.
Por Don Carlos Osoro, nuestro nuevo arzobispo, para que en las cartas que nos escribirá a los niños y niños nos ayude a querer a Jesús. Roguemos al Señor.
Por los que tienen dudas y viven tristes, para que se encuentren con Jesús. Roguemos al Señor.
Por las personas que están sufriendo la crisis, para que los mayores encuentren soluciones para volver a tener todos trabajo. Roguemos al Señor.
Por los niños que nos preparamos para la primera comunión, para que vivamos con ilusión lo más importante de esta fiesta, el encuentro con Jesús vivo y resucitado. Roguemos al Señor.
Por nosotros, para que sintamos cada día muy cerca a Jesús. Roguemos al Señor.

Ofrendas.
Una trompeta, un cartel con la palabra vida, un bastón de peregrino, un pan grande partido y una jarra con vino junto a la Biblia, el pan y vino.




















FUENTES
Textos bíblicos: www.archivalencia.org
Comentarios a las lecturas: Lectio Divina para cada día del año 4. Verbo Divino.
Comentarios a los salmos: Noel Quesson. 50 Salmos para todos los días. Tomo II. Paulinas. Carlos G. Vallés. Busco tu rostro. Orar los Salmos. Sal Terrae. En www.mercaba.org ( en el pan de la Palabra de Dios).

Preguntas para reflexionar y dinámica para educadores: Diálogos Semanales con Jesús – Libro 3. Verbo Divino.

Dinámica para niños: Tiempos Litúrgicos – Ciclo B de Juniors m.d.

Misa de niños: Misa familiar de Javier Leoz. En www.mercaba.org (Javier Leoz) y Tiempos Litúrgicos – Ciclo B de Juniors m.d. Evangelios Escenificados (trabajo realizado por los salesianos).

Dibujos: www.diocesismalaga.es y www.cruzblanca.org

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