lunes, 20 de octubre de 2008

Escuela de Oración. XX. Meditación 3ª


DÍA 3º.

Serenarse, ponerse en presencia.



“Al llegar ante el Santísimo, al que se lo debo todo, ante él hago un signo de sumisión, de pobreza, de reconocimiento de su grandeza y de mi pequeñez. Me pongo de rodillas y como aquel que se sabe ante alguien muy importante le agradezco poder estar con él”.

Nos cuenta Dolores López Guzmán:
“Un novicio dirigió esta palabra al prior de la Orden:
-Maestro, ¿cómo se aprende el camino de la contemplación?
El anciano le dijo:
-Dame un poco de agua de la fuente. Estoy fatigado y sudoroso.
El joven, guardó silencio y, llenando un cuenco de agua fresca se la dio a beber. Quedaron callados, sentados a la sombra del claustro, junto a la fuente. El sabio prior le miraba con agradecimiento. Al cabo de un tiempo, se levantó, llenó el cuenco y se lo llevó al joven novicio para apaciguar su sed. El anciano tomó de nuevo la palabra.
Para contemplar es necesario hacerse mendigo. Saber pedir y, sobre todo, saber recibir. Escuchar las necesidades y los gestos de los otros; ir más allá de uno mismo. Tú has respondido diligente a mi petición y has tomado con sencillez el agua que he puesto en tus labios. Dejarse amar y sorprender por Dios es el gran tesoro de la contemplación.
El joven novicio refrescó sus manos en el agua de la fuente y recitó en alta voz:
El río de Dios va lleno de agua,
tu preparas los trigales.
Así es como la preparas:
riegas sus surcos, allanas sus glebas,
con lluvias la ablandas, bendices sus renuevos.
Salmo 65

Oración preparatoria.
“Señor abre mis ojos para reconocer los engaños del mal espíritu en mi vida, sus seducciones y trampas. Concédeme no usar tu nombre en vano, no adorar falsos dioses con la pretendida justificación de que te estoy adorando a ti”

Textos:

Tened vosotros los mismos sentimientos que Cristo:
El cual siendo de condición divina,
no codició el ser igual a Dios,
sino que se despojó de sí mismo
tomando condición de esclavo.
Asumiendo emejanza humana
y apareciendo en su porte como hombre,
se rebajó a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó
y le otorgó el Nombre,
que está sobre todo nombre.
Para que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
en los cielos, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua confiese
que Cristo Jesús es el Señor
para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2, 5-11


Meditación.
Nos dice el Seminario:
Cristianismo de autorrealización. La plenitud de vida radica en su autorrealización y en alcanzar la felicidad, a la cual todos tenemos “derecho”. Por tanto la vocación es un gran medio para lograr estos dos objetivos, pero así el centro lo ocupa el propio sujeto que define los objetivos y jzga sobre su logro, uno no “se recibe” de otra instancia superior. La prueba final de todo discernimiento es el amor a la cruz del Señor, la cual crucifica los planes del sujeto, frustrando los propios planes y renunciando a uno mismo. La fe promete la plenitud, que pasa por perder la vida, por dejar las riendas en manos de otro. En este cristianismo Dios no puede actuar como un verdadero Señor y pedir la vida entera, sino simplemente ser un buen siervo al servicio del otro señor: de MÍ.

VER: de nuevo le preguntamos al texto lo que nos dice. En él nos habla de Jesús, desde la invitación a tener sus mismos sentimientos. Jesús es quien dejó su vida en las manos del Padre, pasando por uno de tantos.


JUZGAR: respondemos a la pregunta, ¿tengo los mismos sentimientos que Cristo? En cuanto somos juniors amamos a los demás como Jesús nos ama, por tanto, sí debiéramos tener sus mismos sentimientos, su misma actitud hacia los otros. Se trata que analicemos nuestra vida a la luz de este texto.


ACTUAR: nos planteamos un propósito y le pedimos a Jesús nos ayude.

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