sábado, 18 de octubre de 2008

Escuela de Oración. XX. Meditación 2º


DÍA 2º.


Serenarse, ponerse en presencia.


“Al llegar ante el Santísimo, al que se lo debo todo, ante él hago un signo de sumisión, de pobreza, de reconocimiento de su grandeza y de mi pequeñez. Me pongo de rodillas y como aquel que se sabe ante alguien muy importante le agradezco poder estar con él”.

Vivimos en un tiempo de prisas. ¿Quién de nosotros sería capaz de navegar a la velocidad de hace catorce años? Conectar a la línea de teléfonos, esperar acceder, descargar lentamente la página, y así un minuto, dos, tres.... No os digo lo que representaba trabajar con un ordenador como el MSX, Amstrad o Spectrum, sin diskete, con la cinta magnetofónica cargando los programas,...
Hoy todo es rapidez y sin ser malo si provoca el que no nos detengamos. Necesitamos parar el tiempo y dejar que la vida vaya al ritmo que le corresponde, pensar en lo que nos ocurre, buscar la voz de Dios en cada circunstancia, analizar.
Y eso es la oración, un medio ideal no sólo a nivel del creyente sino de toda persona, pues invita a la reflexión, a parar el tiempo, estar con uno mismo, conocerse. Y cuanto más desde el diálogo de amor con el Padre.

Oración preparatoria.

“Señor abre mis ojos para reconocer los engaños del mal espíritu en mi vida, sus seducciones y trampas. Concédeme no usar tu nombre en vano, no adorar falsos dioses con la pretendida justificación de que te estoy adorando a ti”

Textos:


Entró en Jericó e iba cruzando la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero como era bajo de estatura, no podía, pues la gente se lo impedía. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzó la vista y le dijo:
-Zaqueo, baja pronto; conviene que hoy me quede yo en tu casa.
Se apresuró a bajar y lo recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban:
-Ha ido a hospedarse a casa de un pecador.
Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor:
-Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dijo:
-Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abrahán, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.


Meditación.
Nos dice el Seminario:
Cristianismo ético. ¿Es reducible el cristianismo a ética? evidentemente no, pero ¿qué decimos que es ser cristiano? Amar al prójimo. Esta afirmación sin más, nos conduce a ver a Cristo como modelo ético. Hay que ser como Cristo. Hacer lo que Cristo hace... Así, el maestro Jesús de Nazaret da ejemplo y estimula, pero no da vida. Es el encuentro con Zaqueo que cambia la vida al dejarse amar, o el encuentro con el joven rico, que se queda en su incapacidad, encerrado en sus posibilidades, sus leyes y sus causas, incapaz de contar con la sorpresa de Dios que actúa donde y como quiere. Por Cristo, sí, pero CON Cristo y EN Cristo, descubriendo este tersoro, por el que merece la pena venderlo todo. Por eso no se reconoce el elemento de pasividad que comporta recibir gratuitamente la salvación, se busca la propia salvación a través de la propia acción. Es necesario demostrar a Dios, a los demás que uno da la talla. La cruz no se entiende como un lugar de pasividad desde donde se nos regala gratuitamente la salvación, sino como una revelación sangrante de lo que ocurre en la historia que debe ser respondido como compromiso y acción.
En este punto entramos en un tema que ha marcado la historia de la Iglesia. En otros tiempos se llamó compromiso cristiano. Y así cuando el adolescente llegaba a la confirmación se le insistía en el compromiso que adquiría. El sacramento era el momento en el que el joven se comprometía a ser apóstol de Cristo. Hoy el péndulo se encuentra en la otra parte, hemos de volver la mirada a Dios y no mirarnos tanto a nosotros mismos. En la confirmación lo importante es que Dios confirma al joven, renueva el amor que desbordó en él el día del bautismo, ofreciéndole el don de sí, el Espíritu Santo.
Lo importante no es lo que hace el junior por Jesús sino lo que Jesús hace por el junior. Por eso, como ocurre en la Biblia, te invito a meditar esta escena.


Ver: sitúate en el texto, míralo, contempla a Zaqueo, la higuera, Jesús pasando, su casa, lo ajetreado que se encuentra agasajando al divino huesped, las miradas entre Jesús y él, la expresión de alegría en su rostro al escuchar como el Maestro le elogia, a los pecadores con él y la mirada de los fariseos.


Juzgar: compáralo hoy, imagina la escena en estos tiempos. Imagina a Jesús un día en la peña más rebelde del pueblo, ¿qué pensaríamos los juniors? Siente que eres Zaqueo, los apóstoles, los pecadores, los fariseos, ¿qué sentimientos brotan de tu corazón? ¿Qué sientes al sentir que Jesús te ama?


Actuar: simplemente reza, dile que le quieres, con tus palabras.

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