lunes, 6 de octubre de 2008

Escuela de Oración. Semana XIX. Día 1º


SEMANA XIX. LOS BINARIOS.

DÍA 1º.



Serenarse, ponerse en presencia.


“Al llegar ante el Santísimo, al que se lo debo todo, ante él hago un signo de sumisión, de pobreza, de reconocimiento de su grandeza y de mi pequeñez. Me pongo de rodillas y como aquel que se sabe ante alguien muy importante le agradezco poder estar con él”.

Oración preparatoria.


“Señor, abre mis ojos para reconocer como me sitúo ante ti. Concédeme la gracia de estar enamorado de ti para que sintiendo como me llamas a tu servicio, sea capaz de elegir aquello que sea para mayor gloria de tu nombre y plenitud de mi vida”.

Introducción.


Si en cada momento se nos pide un paso más en el camino de la experiencia espiritual, ahora se nos pide que llamemos a las cosas por su nombre, que pongamos ante Dios la realidad profunda de nuestros afectos, que son esa enorme capacidad que tenemos para adherirnos a personas, cosas, proyectos... ¿qué no hacemos por alguien que queremos?, ¿qué no movemos para conseguir lo que anhelamos?...
Podemos decir que allí donde están nuestros afectos, está nuestro corazón.
Lo afectivo es lo efectivo en tu vida, ya que los afectos van guiando tu propia vida, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes. Ellos establecen tu escala real de valores.
En definitiva... “Si quieres, puedes... y si no puedes, pon nombre tu no querer”.
A estas alturas de la película es necesario situarnos con profundidad y sinceridad delante del Señor y de su Iglesia.

Ejercicio.


La meditación de este día tiene como tema: “Voluntad caprichosa del admirador: QUERRÍA”. Son los educadores que desconocen el “quiero” decidido y coherente. Se mueven en el “querría... pero”. Se asientan en “quisiera” quitar ese afecto desordenado que me impide vivir en plenitud y me mantiene a distancia del seguimiento de Jesús, pero es costos el despegarse de ello... No se deciden por Jesús. Se deciden por las cosas a las que están apegados. Van dando largas al asunto. No ponen los medios y remedios necesarios. No hay voluntad. En todo caso, creen que en la hora de la muerte Dios solucionará todo: “Mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana”.
He aquí dos textos bíblicos.

Textos:


Escuchad otra parábola. Había un propietario que plantó una viña, la rodeo de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió sus siervos a los labradores para percibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro lo mataron, a otro lo apedrearon. Envió después otros siervos, en mayor número que los rpimeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, pensado: A mi hijo lo respetrán. Pero los labradores al ver al hijo, se dijeron entre sí:
Este es el heredero. vamos, matémosle y quedémonos con su herencia.
Y, agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
Mateo 21, 33-40

Tomó Jesús de nuevo la palabra y les habló en parábolas. Les dijo:
“El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió a sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero éstos no quisieron venir.
Volvió a enviar otros siervos, con este encargo: decid a los invitados, mirad, mi banquete está preparado. Ya han sido matados mis novillos y animales cebados, y todo está a punto. Venid a la boda.
Pero ellos no hicieron caso y se fueron: el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. El rey enojado, envió sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
Entonces dijo a sus siervos. La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos. Id pues, a los cruces de los caminos e invitad a la boda a cuantos encontréis. Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de boas se llenó de comensales.
Mateo 22, 1-10

Meditación.


El primer texto nos recuerda que nuestra vida no nos pertenece, la recibimos de Dios y un día hemos de rendir cuentas ante el Creador. Somos administradores de ella, de nuestra persona, nuestro cuerpo. También nosotros hacemos oídos sordos cuando Dios envía a los profetas para advertirnos que hemos de cuidar de ella y trabajarla para que de frutos de amor. Éstos avisos de Dios nos llegan a través de la Biblia, el Papa y los obispos, los consiliarios, los educadores, la campaña, los textos formativos, las convivencias, las charlas,... Unas veces decimos que están desfasados o eso no se lleva, el mundo va por otro camino, otras los matamos interiormente, apagando su voz y así cuando el consiliario habla nos distraemos pensando en otras cosas o jugando con el movil, no nos interesa, ¿qué puede decirme un cura a mí, si ellos no saben como está la juventud?, ¿la campaña, para qué, mi centro es diferente? Es le pasar de lo que me digan e ir a la mía, como veíamos al semana anterior, unas veces soy junior y otras vivo como si no fuese junior, olvidando la ley, lema, oración y principios de vida.
El segundo texto es el de las excusas. Dios todas las semanas envía mensajeros para invitarnos a su banquete: la eucaristía. Pero, no vamos. Siempre tenemos razones para no ir. También nosotros tenemos nuestro campo y nuestro negocio. Pero el sábado o el domingo por la tarde, ¿cómo vamos a ir a misa si tenemos que estudiar? ¿y el domingo por la mañana, después de una noche de fiesta a ver quien se levanta, que también tenemos derecho a ir con los amigos y divertirnos?
Siempre hay excusas para no ir a misa. Lo mismo que las hay para no ir a la reunión de monitores o a una convivencia o encuentro de monitores y educadores. Sobre todo tenemos que estudiar y claro. Es más importante salir con los amigos que formarte cristianamente o ayudar a los niños en su formación cristiana.
No es esto tan nuevo como puedes creer. No es ésta la primera generación de jóvenes que tienen excusas para no ir a misa o a un encuentro de educadores. Le ocurrió ni más ni menos que al mismo Jesucristo. Todos cuando queremos tenemos excusas para no ir a una reunión.
Es el querría, pero...
Pues bien, ahora se trata que te enfrentes sólo con la Palabra de Dios. Recuerda, no estás leyendo un texto cualquiera, sino la Biblia y por tanto Dios va a hablarte:
Ver (lectio): ¿qué dice el texto? Léelo varias veces, deteniéndote en las palabras que te sean significativas o aquellas que no comprendes, haciendo un resumen del texto.
Juzgar (meditatio): ¿qué te dice el texto? Revisa tu vida a la luz de lo leído. Dios te dice una palabra, con la mente reflexiona lo que Jesús quiere decirte hoy a ti, recordando momentos o situaciones de tu vida en la que has actuado como los viñadores homicidas o los invitados a la boda.Actuar (oratio): ¿qué le dices al texto? Con el corazón háblale a Jesús, dile que te cuesta entenderlo, o agradécele haberte iluminado hoy, pídele te ayude. Es el momento de hablarle desde los sentimientos y realizar un propósito que te ayude a cambiar tu vida y ser como él espera de ti.

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