lunes, 13 de octubre de 2008

Escuela de Oración. Semana XIX. Día 2º


DÍA 2º.

Serenarse, ponerse en presencia.


“Al llegar ante el Santísimo, al que se lo debo todo, ante él hago un signo de sumisión, de pobreza, de reconocimiento de su grandeza y de mi pequeñez. Me pongo de rodillas y como aquel que se sabe ante alguien muy importante le agradezco poder estar con él”.
La autora que seguimos en este apartado cita la frase de Santa Teresa de Liseaux: “Dios no tiene necesidad de nuestras trabajos aunque sí de nuestro amor”. Y este es el lenguaje de Dios. No son las matemáticas ni la física, pues como bien ha demostrado la historia, las pruebas sobre la existencia de Dios, no muestran que Dios exista, son razones par quien ya ha dado el paso de la fe. Dios pertenece al ámbito donde somos más humanos, el amor. Podemos vivir sin saber química, pero no podemos vivir sin conocer el amor.
Y Dios pertenece a este ámbito. Así la oración no es pensar en la verdad ni mucho menos dar vueltas replegado sobre uno mismo, es percibir y gustar con el pensamiento las razones que habitan, no sólo en la mente, sino, sobre todo, en el corazón, pues “no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho”, decía santa Teresa de Jesús.

Oración preparatoria.
“Señor, abre mis ojos para reconocer como me sitúo ante ti. Concédeme la gracia de estar enamorado de ti para que sintiendo como me llamas a tu servicio, sea capaz de elegir aquello que sea para mayor gloria de tu nombre y plenitud de mi vida”.


Ejercicio.
Continuando con los binarios, en este día el Seminario Menor nos invita a considerar la voluntad mediatizada, el “quiero... pero”. Dice así: “la intención es que descubramos si seguimos a Jesús casi del todo, porque estamos dispuestos a todo menos a un determinado afecto. Somos capaces de lo más, y nos reservamos algo pequeño, supone estar atados por una voluntad mediatizada, y buscar un trato o un apaño con Dios. Es querer manipular a Dios, más o menos conscientemente. Es una aplicación acomodaticia del Padre nuestro: hágase tu voluntad, siempre que coincida con la mías. Es una especie de sombra, una zona de nuestra luna que no se deja iluminar por el sol, y que nunca se aclara con la verdad, con la sinceridad.


Textos:
Un hombre llamado Ananías, de acuerdo con su mujer Safira, vendió una propiedad y se quedó con una parte del precio; la otra parte la llevó y la puso a los pies de los apóstoles. Pedro le dijo:
-Ananías, ¿cómo es posible que Satanás se haya adueñado de tu corazón para mentir al Espíritu Santo y quedarte con parte del precio del campo? ¿Acaso no era tuyo mientras lo tenías? y una vez vendido, ¿no podías disponer del precio?¿Por qué determinaste en tu interior hacer esto? No has mentido a los hombres, sino a Dios.
Al oír estas palabras, cayó y expiró. Y un gran temor se apoderó de todos cuantos lo oyeron. Se levantaron los jóvenes, lo amortajaron y lo llevaron a enterrar.
Unas tres horas más tarde entró su mujer, que ignoraba lo ocurrido. Pedro le preguntó:
-Dime, ¿habéis vendido el campo en tanto?
Ella respondió:
-Sí, en eso.
Pedro le replicó:
-¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del Señor? Mira, aquí a la puerta están los pies de los que han enterrado a tu marido; ellos te llevarán también a ti.
Al instante cayó a sus pies y expiró. Cuando entraron los jóvenes, la hallaron muerta, y la llevaron a enterrar junto a su marido.
Hch 5, 1-10

Mientras iban caminando, uno le dijo:
-Te seguiré adonde quiera que vayas.
Jesús replicó:
-Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Dijo a otro:
-Sígueme.
Pero él respondió:
-Déjame ir primero a enterrar a mi padre.
Replicó Jesús:
-Deja que los muertos entierren a los muertos. Tú vete a anunciar el Reino de Dios.
Hubo otro que le dijo:
-Te seguiré, Señor, pero déjame antes despedirme de los de mi casa.
Replicó Jesús:
-Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios.
Lc 9, 57-61

Meditación.


Dos textos que ilustran el quiero... pero. El primero pertenece al libro de los Hechos de los Apóstoles. El problema de Ananías y Safira es el engaño, el pretender mentir a los apóstoles y en ellos a Dios. Podían libremente haberse negado a ofrecer el campo. Pero quieren aparentar que lo dan todo y no es así. El segundo situado en el camino de Jesús hacia Jerusalén nos presenta a través de tres personajes la urgencia del Reino de Dios y el seguimiento. Cuando decimos “voy hacia ti Jesús, quiero marchar por el camino que tú me marques” estamos comprometiéndonos a que Jesús sea lo primero. En el seguimiento es necesario asumir la ausencia de seguridades, como Jesús buscar a Dios por encima de todo, situar la familia en su lugar y no mirar atrás añorando lo que dejamos.


VER: ¿qué dice el texto?, ¿de qué va? Trato de imaginarlo y situarme en la escena, como un discípulo de los apóstoles o de Jesús que ve lo que ocurre. Imagino a los apóstoles sentados en una amplia sala, rodeados de los cristianos, a Jesús caminando y deteniéndose.


JUZGAR: ¿qué me dice Dios en este texto? Me sumerjo en él. Yo soy esa persona que quiere ofrecer al Centro Junior todo, pero se reserva una parte. ¿Qué es lo que no estoy dispuesto a dar y sin embargo parece que sí lo doy al Centro?, yo soy esa persona que quiere seguir a Jesús, pero... quiero una vida tranquila, sin que nada me moleste, cómoda. También quiero estar con la muerte, ¿? Sí, lo que me impide amar, necesito tiempo para quitarme todo lo que me mata (los caprichos, el tiempo perdido, la pereza,...) y yo como el tercero añoro y en el fondo envidio a los que no son juniors, a esos amigos y amigas que se han quedado atrás. La urgencia del Reino es así, primero es Jesús, es vivir el amor a los demás, entregarnos a la Iglesia en el junior, como tantas veces realizas cuando dejas tu ambiente para ir de convivencia o de campamento.


ACTUAR: ¿qué le digo yo? Simplemente, después de escuchar a Dios, háblale.

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