jueves, 20 de noviembre de 2008

Taller de Oración. II. Día 4º. Levántate.


Día 4º.


Preparo el corazón.
Un paso o dos antes del lugar donde tengo que hacer la meditación, me pondré en pie, alzando el entendimiento hacia arriba, considerando como el Señor nuestro Dios me mira.
No estoy solo, Dios eres quien me miras y escuchas.

Escucho a Dios.

¡Álzate y brilla, que llega tu luz,
la gloria de Yahvé amanece sobre ti!
Mira: la oscuridad cubre la tierra,
y espesa nube a los pueblos,
más sobre ti amanece Yahvé
y su gloria sobre ti amanece.
Caminarán las naciones a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
Alza los ojos entorno y mira:
todos se reúnen y vienen a ti;
tus hijos vienen de lejos,
y tus hijas son traídas en brazos.
Al verlo te pondrás radiante,
tu corazón se ensanchará estremecido,
pues vendrán a ti los tesoros del mar,
te traerán las riquezas de los pueblos.
Isaías 60, 1-5

Sigo escuchando.

VER: Jerusalén había sido destruida por el rey de Babilonia (Irak) Nabucodonosor y las clases dirigentes y cultas deportadas a esta ciudad. El profeta proclama un canto de esperanza dirigido a la ciudad desolada y abatida. Es Dios quien va a actuar. Después de sufrir el castigo por el pecado, Jerusalén volverá a llenarse de gente y todos los pueblos rendirán homenaje a esta ciudad. La profecía se cumplió con el nacimiento de Jesús, los Magos simbolizando a todos los pueblos llegan a Jerusalén con sus tesoros (oro, incienso y mirra), gentes de diversas lenguas se acercan al Cenáculo el domingo de Jerusalén. Y hoy en día Jerusalén recibe a cientos de miles de peregrinos procedentes de todo el mundo. En resumen, en la oscuridad Dios llega con su luz.

JUZGAR: lo primero que te dice el profeta es que te levantes. Acostados están los que duermen y los muertos. Así pues, escucha la voz de Dios y levántate. ¿De qué? de tus pocas ganas de rezar, de tus pensamientos egoístas, de tu comodidad, en definitiva de tu pecado que oscurece tu persona. Escucha su voz. La Palabra de Dios que has leído es el amanecer sobre ti, es la luz que brilla y llega a tu corazón, es la gloria que habita en ti. Por eso de nuevo mira tu situación presente, tus oscuridades, tu pecado y deja que Dios te ilumine. Dios no va a ti sólo cuando estás en los juniors, en un campamento o en una misa. Dios sale a tu encuentro en tu pecado, como hizo Jesús con muchas personas (Zaqueo, los ciegos, María Magdalena, Mateo,...), en el pecado también hay luz, el amor de Dios, el Dios que se acerca a ti para decirte, levántate. Piensa, analiza tu vida, ¿cuándo has pecado y has sentido que no estabas sólo, que Dios estaba junto a ti, advirtiéndote, amándote, y acogiéndote después, cuando te has sentido mal por una palabra inoportuna, un suspenso, una justa bronca de tus padres o una borrachera? Dios se acerca como luz, la luz que se concreta en unos valores, una vida libre de todo lo que te esclaviza (el sexo desenfrenado, el alcohol, el consumo excesivo de tabaco, la velocidad, la diversión sin límites, la lengua fanfarrona y murmuradora, los enfados,...). Por eso es tan importante la Biblia, de manera especial, la constante lectura del Evangelio, porque ella es la luz.

ACTUAR: háblale y repite alguna de las frases. ¿Hasta cuando? Ya sabes que San Ignacio recomendaba todos los días una hora de oración, si bien, como mínimo si quieres rezar de veras, pasando por supuesto por la aridez en forma de aburrimiento, tienes que procurar superar la media hora.

Y después...
En los momentos de “bajón” que puedes tener durante el día repite esta oración: ¡álzate y brilla que llega tu luz!

Texto base tomado de http://www.seminariomenorvalencia.com/

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