viernes, 25 de julio de 2008

Escuela de Oración. Semana XVI.


XVISemana. Viernes 25 de Julio de 2008.


Serenarse, ponerse en presencia.
“Al llegar ante el Santísimo, al que se lo debo todo, ante él hago un signo de sumisión, de pobreza, de reconocimiento de su grandeza y de mi pequeñez. Me pongo de rodillas y como aquel que se sabe ante alguien muy importante le agradezco poder estar con él.

Composición de lugar.
Con la vista imaginativa, ver a Jesús, a sus doce años, en medio de los doctores escuchando y haciendo preguntas... y a María y José buscándole.

Oración preparatoria:
“Señor, concédeme conocimiento interno de ti, tú que por mí te hiciste hombre y fuiste descubriendo poco a poco tu vocación de dedicarte a las cosas del Padre, para que así, más te ame y te siga”.

Introducción.
Vivir la vocación a la que el Padre nos llama no es fácil. No lo fue para la Sagrada Familia, pero tampoco para Jesús. Jesús, como cada uno de nosotros, fue descubriendo poco a poco su vocación. Ser Hijo de Dios no aparecía en su carnet, ni era algo que sabía sin más. Tuvo que ir tomando conciencia de su identidad y con ello de la manera de vivir que se le invitaba a asumir.
Jesús tiene doce años y ya está llamado a plantearse la vida. Es el momento de tomar conciencia y de actuar en fidelidad, es el momento de abrir la puerta a la sorpresa, de vivir atento al cómo actuar, de aceptar que Dios siempre va a ser más...
El niño Jesús en el templo, es un evangelio muy rico en imágenes, signos y sugerencias de cómo Jesús y sus padres iban viviendo la vocación a la que eran llamados. Hoy se nos invita a vivir con ellos el reconocimiento de nuestra adultez espiritual, la necesidad de vivir según la voluntad del Padre, la angustia que supone vivir a la intemperie, la sorpresa de la actitud inesperada, la paz del que en medio de todo hace según la voluntad de Dios, la llamada a seguir esa vocación en la “normalidad” de Nazaret.
Querido amigo: seguimos con estos ejercicios en los días más cálidos del año y con un tiempo que evidentemente no invita mucho a la reflexión, pero a la vez, el descanso y las vacaciones son momento propicio para Dios. Es estos días estoy resumiendo los guiones que nos ofrece el Seminario Menor. Así lo que los formadores proponen para una semana lo vamos a meditar en un día.
Si te detienes, en las últimas semanas descubrimos el nacimiento de Jesús y la vida de Nazaret. Hoy nos centramos en los doce años, la edad en la que se pasa de niño a adulto, la adolescencia, cuando los niños judíos entraban como miembros en la sinagoga, pudiendo proclamar la Ley y los Profetas. Es en ese momento cuando Jesús tiene que buscar su propia identidad. Hablar de identidad es hablar del proyecto de Dios. Cada uno de vosotros está en la misma situación que Jesús, en búsqueda, preguntándoos que vais a ser de adultos, escogiendo diversos caminos que marcarán vuestra vida: estudio, trabajo, universidad, ciclos formativos,...e integrándoos como miembros activos de la parroquia, como bien habéis demostrado en el último campamento.
Quizás haya en ti muchas dudas sobre Dios y sobre tu fe. No es fácil creer en Dios como no es fácil amar en profundidad. El miedo y la duda siempre están en el horizonte. Por eso es tan importante la oración, el encuentro personal con Dios, el tiempo de soledad y silencio para reflexionar y con la presencia del Padre descubrir su voluntad, el camino que Él te marca para que seas feliz. Hoy se trata de eso, que mires a Jesús, leas el Evangelio y descubras en lo que le pasa a Jesús, a María y a José tu propia vida, tus sentimientos, tus experiencias como monitor/a o educador/a. En el fondo todo lo que nos ha pasado, nos pasa y nos pasará está escrito en la Biblia. Y allí encontramos la luz que ilumina todas las situaciones por las que pasamos.
El texto.
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió los doce años, subieron como de costumbre a la fiesta. Pasados aquellos días, ellos regresaron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtieran. Creyendo que estaría en la caravana, y tras hacer un día de camino, lo buscaron entre los parientes y conocidos. Pero, al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Al cabo de tres días, lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas. Todos cuantos le oían estaban estupefactos, por su inteligencia y sus respuestas. Cuando lo vieron, quedaron sorprendidos; su madre le dijo:
-Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos andado buscando, llenos de angustia.
Él les dijo:
-Y ¿por que me buscabais? No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

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