miércoles, 23 de abril de 2008

Escuela de Oración. Semana IV. Día 3º


IV Semana. Miércoles 23 de Abril

Adicción:
Celebramos hoy el Día del Libro y es indudable que para los millones de cristianos el Libro es la Biblia, ese libro donde Dios nos habla y al que tomamos como base de nuestra oración, pues la Biblia se hace vida gracias al Espíritu Santo que ilumina a quien ora con ella.
Pero siguiendo el libro guía, cuenta la autora lo siguiente, tomado de las Sentencias de los Padres del Desierto, esos hombres que en los primeros siglos del cristianismo dejando sus familias marchaban al desierto a vivir en soledad, penitencia y oración:
El abad Pastor, amante de la soledad y el silencio, solía decir:
-Es hombre aquel que se conoce a sí mismo.
Y añadía:
-Hay personas que parecen guardar silencio, pero su corazón condena a las demás. En realidad están hablando sin cesar. Otros hablan desde la mañana a la noche y, sin embargo, guardan silencio.
Esto decía porque él nunca hablaba más que para el provecho de los que le oían.
Por eso vamos a comenzar pensando en este texto y la importancia del silencio interior. Lo sabes muy bien, sólo cuando realmente vives en silencio interior eres capaz de hablar con sensatez. Y ese silencio se cuida en la oración, que es la que como el fuego va acrisolando, quitando de tu vida todas las impurezas para que reluzca tu alma, lo bueno que hay en ti.

Oración preparatoria:
Pídele a Jesús que construya en ti el espacio de silencio necesario para orar y escucharle.

El texto, Su Palabra:


Entonces Yahvé me dijo:
Si vuelves porque yo te hago volver,
estarás en mi presencia;
y si sacas lo precioso de lo vil,
serás como mi boca.
Que ellos vuelvan a ti,
pero no tú a ellos.

Yo te haré para este pueblo,
muralla de bronce inexpugnable.
Y pelearán contigo,
pero no te podrán,
pues contigo estoy yo
para librarte y salvarte
-oráculo de Yahvé – .
Te salvaré de mano de los malvados
te libraré del puño de esos violentos.
Jeremías 15,19-21


Composición de lugar:
Ser junior no es fácil si cambiamos el “chip” y los medios dejan de ser fines, teniendo bien claro el fin del junior. Es decir, muchas veces para nosotros el fin es lo que debe ser el medio. Somos juniors para estar con los niños y pasárnoslo bien con ellos (fin). Y no, somos juniors para anunciar a Jesús y para eso estamos con los niños y tratamos que ellos, no nosotros, se lo pasen bien con nosotros (medio). Nuestro fin, al igual que el fin de los profetas, es anunciar la Palabra de Dios, ser profetas, voceros de lo que Dios quiere decir a los niños. Y para eso, para no defraudar a Dios que a través del consiliario nos ha llamado a ser educadores y monitores, debemos ser fieles a su Palabra y para eso tenemos que leer-meditar-rezar la Palabra de Dios, la Biblia.
Esto os puede parecer muy difícil, lo es para vosotros y para los sacerdotes, quienes tenemos la difícil tarea de no predicarnos a nosotros mismos sino predicar a Dios, ni más ni menos. Y no creáis que es fácil, por eso uno se va dando cuenta de la importancia de la oración, de la lectura de la Palabra de Dios y como no, de la formación, guiado por las enseñanzas del Magisterio (Papa y obispos) y la profundización de los teólogos. En esto último recuerdo muy bien lo que me pidió el obispo en la visita pastoral de 2005: leyese teología.
También tenemos el deber de formarnos y profundizar en la fe, todos, si queremos que el junior sea lo que ha de ser: “que los niños, adolescentes y jóvenes que comparten y celebran la fe en sus parroquias empiecen ya a manifestarla en la calle, en su familia, en el colegio, con sus amigos” (Juniors m.d., rasgos de identidad, pg. 19).
Por eso al escuchar esta palabra hemos de tener presente que Dios la dirige a un profeta que momentos antes le ha dicho: “¡Ay de mí, madre mía, pues me engendraste hombre de pleitos y controversias con todo el mundo! No he prestado, ni he pedido préstamos y sin embargo todos me maldicen!” (Jeremías 15, 10).
Así pues ponte de cara a Dios, dile lo mismo, que no quieres ser junior, que estás cansado o cansada de pelear con los niños, de ser quien lleva el peso del Centro mientras otros apenas se implican. Y escucha, esta palabra no es ayer. Cuando se lee desde la Iglesia y con el Espíritu Santo es hoy que ilumina el mañana. Recuerda que en las dificultades el profeta, abandonado y sólo, tiene Alguien que no le falla y está ahí: Dios.
También a ti en las dificultades Dios está contigo. Él te ha escogido para que crees conflicto, para que seas testigo de Él. Uf, que difícil, podrás pensar. Lo es, pero esto no es una elección tuya. Ha sido Dios quien te ha llamado y está detrás de ello. No olvides que hoy y siempre el cristiano que se toma en serio el Evangelio nada contracorriente, es signo de contradicción, que habla de un mensaje apasionante al que pocos quieren realmente escuchar. Ser junior es eso. Te puede ser muy duro, pero ¿no es duro creer en una religión en la que su fundador, Jesús, no acaba triunfando en esta vida sino crucificado, totalmente marginado y sólo? Pero también es que este Jesús confió totalmente en el Padre y el Padre lo resucitó y es un hecho evidente que dos mil años después aquella veintena de discípulos se ha convertido en millones de hombres y mujeres dispuestos a vivir sus enseñanzas como católicos, protestantes y ortodoxos y es el personaje histórico más vivo que existe. Ahora bien, lo importante de Jesús es que permaneció fiel a Dios y Dios le resucitó.

Coloquio:
Háblale, dile lo que creas, incluso si no estás de acuerdo con lo que he escrito, cuéntaselo a él y deja un espacio de silencio para que te dirija una palabra.
Ejercicio de esta semana:
Ante la voluntad de Dios por crearme, aparece nuestra pregunta más radical: ¿para qué estoy aquí?, ¿qué ha pretendido Dios al crearme?, ¿tiene algún sentido mi vida?... Esta semana iremos respondiendo desde las preguntas de al composición de lugar.

Examen de la oración:
“Miraré cómo me ha ido en la meditación”:
¿Considero al comienzo de la oración en presencia de quien estoy?
Al rezar el espacio donde me encuentro cambia, pasa a ser sagrado. Esta palabra significa separado, lo sagrado es lo separado, lo que se encuentra en otra dimensión, frente a lo profano que es nuestro mundo. La Iglesia es un espacio sagrado, es decir, pertenece al mundo de Dios. Cuando yo rezo Dios está en ese lugar de una manera especial. Por eso caigo en la cuenta de que Dios está conmigo, cerca de mí, dentro de mí... miro que voy a estar con él, y hablar con él.

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