miércoles, 30 de abril de 2008

Escuela de Oración. Semana V. Día 3º


V Semana. Miércoles 30 de Abril

En presencia de...
Al comenzar la oración hay que pasar de nuestra realidad a la de Dios, por eso se exige un “calentamiento del espíritu”, es decir, tonificar nuestro interior para que así pueda el alma realizar bien este ejercicio espiritual.
Para ello hay que comenzar con el silencio, callando los ruidos exteriores (el compac) e interiores (nuestros pensamientos). Nuestra autora nos ofrece estas pistas de lo que no hay y si que hay que buscar.
No hay que buscar lo asfixiante, es decir, la sensación de que se me caen las paredes encima; el engreimiento de creerme que a solas es como mejor estoy, pues nadie me comprende salvo Dios; la situación embarazosa y la comodidad del que ni busca ni observa.
Lo que hay que buscar en el silencio es la soledad sonora que me lleva a escuchar aquello que me rodea habitualmente (el canto de los pajaritos, el pasear de un viandante, el soplo de la brisa,...); el carácter curativo que me hace respirar, encontrar rincones perdidos, despertar sensaciones dormidas; la sensación liberadora de ponerme delante de Dios, dependiendo sólo de Él y por tanto liberándome de otras dependencias que me impiden crecer; y el silencio interior para el cual es necesario el silencio exterior.
Por tanto, comienza haciendo silencio. Te puede ayudar la contemplación de Jesús. A mí me está ayudando últimamente el icono del Jesús Sabiduría. Ya sabes que con motivo de la preparación de las oraciones del encuentro de educadores me encontré casualmente con este viejo icono, al que en una de las últimas cuaresmas coloqué delante del ambón, acabando colgado de una pared de la sacristía. También ayer me ayudó un buen paseo por la “senda verda”, junto al río Albaida, escuchando el fluir de sus aguas y el brotar de las aguas de la fuente de Cap Blanc y Povil. Cada uno busca el medio para entrar en el silencio.

Oración preparatoria:
Por tercera vez, después de haber ejercitado nuestra alma con el potro del silencio, nos reencontramos con la realidad del pecado, por eso ora de nuevo con estas palabras:
“Señor, concédeme sentir avergüenza y confusión por mis pecados. Que me duelan mis pecados, que sienta tu misericordia, tu gratuidad y tu perdón... de manera que todas mis intenciones, acciones y operaciones puedan ser ordenadas en servicio y alabanza tuya”.

El texto, Su Palabra:
Yahvé envió a Natán donde David, y llegando a él le dijo:
-Había dos hombres en una ciudad, uno era rico y el otro, pobre.
El rico tenía ovejas y bueyes en gran abundancia;
el pobre no tenía más que una corderilla, sólo una, pequeña, que había comprado.
Él la alimentaba y ella iba creciendo con él y sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que una hija.
Vino un visitante donde el hombre rico, y, dándole pena tomar su ganado, sus vacas y ovejas, para dar de comer a aquel hombre llegado a su casa, tomó la ovejita del pobre y dio de comer a aquel hombre llegado a su casa.
David se encendió en cólera contra aquel hombre y dijo a Natán:
-¡Por vida de Yahvé, que merece la muerte el hombre que tal hizo! Pagará cuatro veces la oveja por haber hecho semejante cosa y por no haber tenido compasión.
Entonces Natán dijo a David:
-Tú eres ese hombre. Esto dice Yahvé, Dios de Israel: Yo te he ungido rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl. Te he entregado la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor, te he dado la casa de Israel y de Judá; y si es poco, te añadiré todavía otras cosas. ¿Por qué has menospreciado a Yahvé haciendo lo que le parece mal? Has matado a espada a Urías el hitita, has tomado a su mujer por mujer tuya y has hecho que lo ejecutara la espada de los amonitas. Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has despreciado y has tomado la mujer de Urías el hitita para mujer tuya.
Así habla Yahvé:
-Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti. Te quitaré tus mujeres ante tus ojos y se las daré a otro para que se acueste con ellas a la luz de este sol. Pues tú has obrado en lo oculto, pero yo cumpliré esta palabra ante todo Israel y a la luz del sol.
David dijo a Natán:
-He pecado contra Yahvé.
Respondió Natán a David:
También Yahvé ha perdonado tu pecado; no morirás. Pero por haber ultrajado a Yahvé con ese lecho, el hijo que te ha nacido morirá sin remedio.
Y Natán regresó a su casa.
2 Samuel 12, 1-15

Composición de lugar:
De todos es conocido el pecado de David: seducido por la belleza de Betsabé, mujer casada con Urías, un soldado extranjero que se encontraba luchando a favor de David en la guerra, se acuesta con ella y fruto de esta relación engendran un hijo. Enterado David manda traer a Urías, intentando que se acueste con ella a fin de disimular el embarazo. Pero Urías, fiel a su Señor y como buen soldado no duerme con su mujer, pues sus compañeros tampoco lo están con la suya. Ante la negativa de Urías a dormir con ella, inventa una cruel estrategia: le envía de nuevo a la guerra y manda a Joab le deje solo en el asalto a la muralla sitiada. Lógicamente Urías muere.
Dios, que lo ve todo, sale en defensa de Urías mediante el profeta que con gran habilidad presenta esta historia, bellísima y dramática, para denunciar al rey su pecado: haberle robado la mujer a Urías y haberle asesinado.
Lógicamente tú y yo no somos David, pero aplicando la historia a nuestra realidad, podrías preguntarte: ¿cuándo he criticado o he hecho daño a una persona para quitarle su amigo o amiga? A veces por nuestros propios intereses no dudamos en hacer daño a los demás. Con el fin de lograr nuestros propósitos marginamos, apartamos, mentimos y llegamos a la calumnia o juicio temerario (posible verdad, posible mentira), a las medias verdades,...
La Palabra de Dios tiene esa virtud, a través de las historias ilumina nuestras oscuridades. Por eso ahora se trata de que te sitúes en los personajes y sientas lo que ellos sentían. A continuación que te pongas nombre, lugar, fecha a circunstancias semejantes y escuches la voz de Dios que te dice: “¿Por qué has menospreciado a Yahvé haciendo lo que le parecía mal?”

Coloquio:
Pues... contéstale.

Ejercicio de esta semana:
Cuando tratamos el tema del pecado, siempre lo hacemos desde la Voluntad... ¡quiero cambiar!, ¡voy a cambiar....! y esto es un error. El pecado no nace de la voluntad, antes hay mucho que revisar.
-Los sentidos: Son las ventanas por las que entra o no entra la realidad. Son los que hacen que viva, participe, guste, oiga, escuche, sienta una cosa u otra... ¿qué cosas busco sentir? ¿qué cosas son repelidas por mis sentidos?
-La memoria: Todo lo que dejamos que entre de cualquier manera queda recogido en la memoria... ¿qué cosas recuerdo?, ¿qué tiendo a olvidar?
-Entendimiento: aquello que he sentido y que he memorizado me vaya configurando una manera de “entender” la realidad, una lógica...

Examen de la oración:
¿Qué consolaciones espirituales: he vivido?¿Qué desolaciones: inquietud, zozobra, crisis, desfallecimiento... he sentido?

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