martes, 2 de diciembre de 2008

Tiempo de Adviento: Martes I



Oración:
Tomo conciencia de hallarme en presencia de Dios, fijando la mirada en una estampa o cerrando los ojos. Me signo mientras rezo la siguiente oración, consciente de mi incapacidad para orar:
Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.

Texto bíblico:


Dará un vástago el tronco de Jesé,
un retoño de sus raíces brotará.
Reposará sobre él
el espíritu de Yahvé:
espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de ciencia y temor de Yahvé.
Y se inspirará en el temor de Yahvé.
No juzgará por las apariencias,
ni sentenciará de oídas.
Juzgará con justicia a los débiles,
con rectitud a los pobres de la tierra.
Herirá al hombre cruel
con la ara de su boca,
con el soplo de sus labios
matará al malvado.
Justicia será el ceñidor de su cintura,
verdad el cinturón de sus lomos.
Serán vecinos el lobo y el cordero,
y el leopardo se echará con el cabrito,
el novillo y el cachorro pacerán juntos,
y un niño pequeño será su pastor.
La vaca y la osa pacerán,
juntas acostarán sus crías,
el león, como los bueyes, comerá paja.
Hurgará el niño de pecho
en el agujero del áspid,
y en la hura de la víbora
el recién destetado meterá la mano.
Nadie hará daño, nadie hará mal
en todo mi santo Monte,
porque la tierra estará llena
de conocimiento de Yahvé,
como las aguas colman el mar.
Isaías 11, 1-10

VER (Lectio):

Nos encontramos en el Adviento, el tiempo de la espera y la esperanza. Y hoy nuestra madre la Iglesia nos alimenta a nosotros, sus hijos, con esta Palabra. La Biblia de Jerusalén afirma de este texto ser un poema mesiánico que concreta algunos rasgos esenciales del Mesías futuro: linaje davídico, lleno del espíritu profético, hará que reine entre los hombres la justicia, reflejo de la santidad de Yahvé y capaz de restablecer la paz paradisíaca, fruto del conocimiento de Yahvé.
En el primer verso nos indica el origen de este Mesías: Jesé, es decir, el padre de David y antepasado de todos los reyes de Judá y del Mesías, en cuanto es hijo adoptivo de José. Seguidamente nos indica uno de los rasgos más importantes del Mesías y por tanto de Jesucristo: posee el espíritu de Yahvé, es decir, la Rúaj, en hebreo género femenino, es la soplo de Dios que se cernía sobre el caos antes de la creación, dando vida a todos los seres, que suscitó a los Jueces e inspiró a los profetas (Moisés, Elías,...). Es ella quien da al Mesías y por tanto a Jesús las virtudes de sus grandes antepasados: la sabiduría e inteligencia de Salomón, la prudencia y bravura de David, el conocimiento y el temor de Yahvé de los Patriarcas (Jacob y Abraham) y de los profetas (Moisés). Posteriormente estas virtudes fueron tomadas por la Iglesia y llamadas los Siete Dones del Espíritu Santo, al que se añadió la piedad.
Por el texto ya conocemos la promesa de Dios de suscitar un Mesías y sus rasgos, sólo queda descubrir las consecuencias, lo que Él traerá. Frente a la rebelión del hombre contra Dios expuesta magistralmente en el pecado de Adán y Eva, y cuyas consecuencias son las guerras y la ruptura de la armonía entre el ser humano y la naturaleza, Dios va a enviar un Mesías que restaurará la paz y armonía con El, entre los hombres y éstos con la naturaleza.
Así pues, después de descubrir el significado del texto, léelo de nuevo, sin prisas, con pausas, disfrutando de cada frase.

JUZGAR (meditatio):


Ahora se trata de que juzgues tu vida a la luz de la Palabra de Dios. El tronco representa tu persona, herida por el pecado, incapaz de dar fruto. Es a ella a la que Dios se dirige y te promete brotará un esqueje, una pequeña ramita que se convertirá en un árbol. El poder de Dios es más grande que tu pecado. Piensa en ello, confía en él, siembra en tu corazón sentimientos de esperanza.
Compara las cualidades del Mesías con las tuyas como monitor o educador y tómalas como meta. Ahí tienes los rasgos de un buen junior, responsable de un centro o de un grupo, capaz de analizar los conflictos con profundidad, de actuar frente al niño que da problemas, no por la apariencia o lo que te dicen los demás sino con justicia y rectitud.
En tu corazón y en el mío habitan juntos el lobo y el cordero, el leopardo y el cabrito, el novillo y el cachorro, la vaca y el oso, el león y el buey, el niño y la aspid. Ellos provocan en ti conflictos constantemente. Pon nombre a esos animales: la bondad y la tirantez, la calma y los nervios, los deseos de ser bueno y las cosas malas que haces, la paz y la agresividad,... Piensa en situaciones concretas, cuando el lobo ha herido al cordero, es decir, cuando te has dejado llevar por tu carácter, hiriendo la buena persona que hay en ti. Y después lee el texto. Un día habrá en tu interior la armonía que tanto deseas, la paz que añoras. Dios no quiere reprimir en ti lo negativo, sino encauzarlo. La represión en sí es mala y provoca enfermedades. El cristiano no reprime y cuando reprime acaba siendo una persona escrupulosa y amargada. El cristiano, con la ayuda de Dios, armoniza, es capaz de integrar la complejidad de sentimientos y energías interiores en un proyecto. Pídele a Dios que te ayude.

ACTUAR (oratio):

Aquí eres tú. Simplemente lo que te diga el corazón. Y si no te dice nada, permanece en silencio unos minutos. El amor necesita curtirse por el desierto y la aridez.

No hay comentarios: