viernes, 26 de diciembre de 2008

Mensaje del Sínodo sobre la Palabra de Dios en preguntas y respuestas



MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS DE LA XII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS

Texto íntegro: http://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20081024_message-synod_sp.html




1.¿Cómo comienza el mensaje?
“Paz... y caridad con fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en la vida incorruptible”, es decir con el final de la carta de San Pablo a los cristianos de Éfeso (6, 23-24).

2.¿A quiénes se dirige el mensaje del Sínodo?
Al inmenso horizonte de todos aquellos que en las diferentes regiones del mundo siguen a Cristo como discípulos y continúan amándolo con amor incorruptible.

3.¿Cuál es la propuesta del Sínodo?
El Sínodo propone de nuevo la voz y la luz de la Palabra de Dios, citando dos textos bíblicos: “La palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la pongas en práctica” (Dt 30, 14) y “Hijo de hombre, todas las palabras que yo te dirija, guárdalas en tu corazón y escúchalas atentamente” (Ez 3, 10). Esto se realiza mediante un viaje espiritual desarrollado en cuatro etapas, desde lo eterno e infinito de Dios hasta nuestras casas.

I.LA VOZ DE LA PALABRA Y LA REVELACIÓN.

4.¿Cómo se presentó desde el principio Dios?
Dios no se presentó como una imagen o una estatua similar al becerro de oro, sino con “rumor de palabras”. Es una voz que había entrado en escena en el preciso momento del comienzo de la creación, cuando había rasgado el silencio de la nada (Gn 1, 1.3; Jn 1, 1-3).

5.¿Cuál es la primera revelación “cósmica”?
Es la que hace que lo creado se asemeje a una especie de inmensa página abierta delante de toda la humanidad, en la que se puede leer un mensaje del Creador. Así lo canta el salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal 19, 2)

6.¿Cómo es la relación entre la Palabra de Dios y el ser humano y la historia?
La Palabra de Dios salva y juzga, penetra en la trama de la historia con su tejido de situaciones y acontecimientos. “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto” (Ex 3, 7), dirá Yahvé a Moisés. Hay una presencia divina en las situaciones humanas que, mediante la acción del Señor en la historia, se insertan en un plan más elevado de salvación, para que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2, 4). Así la Palabra divina eficaz, creadora y salvadora, está en el principio del ser y de la historia, de la creación y la redención.

7. ¿Qué son las Sagradas Escrituras?
Son el “testimonio” en forma escrita de la Palabra divina, el memorial canónico, histórico y literario que atestigua el evento de la Revelación creadora y salvadora.

8.¿Cuál es la relación entre la Palabra de Dios y la Biblia?
La Palabra de Dios precede y excede la Biblia, si bien está “inspirada por Dios” y contiene la Palabra Divina eficaz (2 Timoteo 3, 16).

9.¿Dónde está el centro de nuestra fe?
El centro de nuestra fe no es un libro, sino una historia de salvación y una persona, Jesucristo, Palabra de Dios hecha carne, hombre, historia.

10.¿Es necesario el Espíritu Santo?
Sí, pues él “guía hasta la verdad completa” (Juan 16,13) a quién lee la Biblia.

11.¿Por qué es importante la Tradición?
Porque ella es presencia eficaz del “Espíritu de verdad” en la Iglesia, guardián de las Sagradas Escrituras, auténticamente interpretadas por el Magisterio eclesial. Con la Tradición se llega a la comprensión, la interpretación, la comunicación y el testimonio de la Palabra de Dios.

II.EL ROSTRO DE LA PALABRA: JESUCRISTO.

12.¿Qué frase es el corazón mismo de la fe cristiana?
La frase del prólogo del evangelio de San Juan: “El Verbo/Palabra se hizo carne” (1, 14)

13.¿Cuál es la relación de Jesucristo con la Palabra?
El es la Palabra eterna y divina que entra en el espacio y en el tiempo y asume un rostro y una identidad humana, tan es así que es posible acercarse a ella directamente pidiendo, como hizo aquel grupo de griegos presentes en Jerusalén: “Queremos ver a Jesús”(Juan 12, 20-21).

14.¿Es importante el rostro para las palabras?
Sí, pues las palabras sin un rostro no son perfectas, porque no cumplen plenamente el encuentro, como recordaba Job, cuando llegó al final de su dramático itinerario de búsqueda: “Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42, 5)

15.¿Quién es Cristo?
Es “la Palabra que está junto a Dios y es Dios”, es “imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación” (Colosenses 1, 15), es Jesús de Nazaret, que camina por las calles de una provincia marginal del imperio romano, que habla una lengua local, que presenta los rasgos de un pueblo, el judío, y de su cultura. El Jesucristo real es carne frágil y mortal, historia y humanidad, pero también es gloria, divinidad, misterio.

16.¿Qué significa la dimensión “carnal” de la Biblia?
Significa que la Biblia, “carne”, “letra”, se expresa en lenguas particulares, en formas literarias e históricas, en concepciones ligadas a una cultura antigua, guarda memoria de hechos a menudo trágicos, sus páginas están surcadas no pocas veces de sangre y violencia, en su interior resuena la risa de la humanidad y fluyen las lágrimas, así como se eleva la súplica de los infelices y la alegría de los enamorados.

17.¿Qué exige esta dimensión “carnal”?
Exige un análisis histórico y literario, que se lleva a cabo a través de los distintos métodos y enfoques ofrecidos por la exégesis bíblica. Así cada lector de las Sagradas Escrituras, incluso el más sencillo, debe tener un conocimiento proporcionado del texto sagrado.

18.¿Por qué es importante esto?
Porque si se lo excluye se podría caer en un fundamentalismo que prácticamente niega la encarnación de la Palabra divina en la historia, no reconoce que esa palabra se expresa en un lenguaje humano, que tiene que ser descifrado, estudiado y comprendido, e ignora que la inspiración divina no ha borrado la identidad histórica y la personalidad propia de los autores humanos.

20.Pero, además, ¿exige otra comprensión?
Sí, pues la Biblia es Verbo eterno y divino. Así exige otra comprensión dada por el Espíritu Santo que desvela la dimensión trascendente de la Palabra divina, presente en palabras humanas.

21.¿Qué es necesario para comprender de un modo unitario y pleno las Sagradas Escrituras”?
La Viva Tradición de toda la Iglesia (Concilio Vaticano II, Dei Verbum 12).

22.¿Cuáles son los dos peligros que tenemos de cara a la Biblia?
Si nos detenemos sólo en la “letra” la Biblia se reduce a un solmene documento del pasado, un noble testimonio ético y cultura. Pero si se excluye la encarnación, se puede caer en el equívoco fundamentalista o en un vago espiritualismo o psicologismo.

23.¿Con qué ha de entrelazarse indisolublemente el conocimiento exegético?
Con la tradición espiritual y teológica para que no se quiebre la unidad divina y humana de Jesucristo y de las Escrituras.

24.¿Qué aporta Cristo a la Biblia?
La unidad profunda e íntima de las Sagradas Escrituras. Cristo proyecta retrospectivamente su luz sobre la entera trama de la historia de la salvación y revela su coherencia, su significado, su dirección. Él es el sello, “el Alfa y la Omega” (Apocalipsis 1, 8) de un diálogo entre Dios y sus criaturas repartido en el tiempo y atestiguado en la Biblia. Es a la luz de este sello final como adquieren su “pleno sentido” las palabras de Moisés y de los profetas.

25.¿Dónde está el fin del conocimiento de la Biblia?
Este no está “en una decisión ética o una gran idea, sino en el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ella, una orientación decisiva” (Benedicto XVI, Deus caritas est, 1).

III. LA CASA DE LA PALABRA: LA IGLESIA.

26.¿Cuál es la casa de la Palabra de Dios?
Es la Iglesia que posee su modelo en la comunidad-madre de Jerusalén, la Iglesia, fundada sobre Pedro y los apóstoles y que hoy, a través de los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, sigue siendo garante, animadora e intérprete de la Palabra? (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium 13).

27.¿Cuáles son las cuatro columnas sobre las que se asienta esta casa?
Son la enseñanza de los apóstoles, la vida común, la fracción del pan y las oraciones (Hechos 2, 42).

28.¿Cómo se concreta la didache apostólica, es decir, la predicación de la Palabra de Dios?
En el kérygma o anuncio primario y fundamental que el mismo Jesús había proclamado al comienzo de su ministerio público (arrepentios y creed en el Evangelio, Marcos 1, 15) y los apóstoles anunciaron (en ningún otro hay salvación, Hechos 4, 12). Seguidamente en la catequesis destinada a profundizar en el cristiano “el Misterio de Cristo a la luz de la Palabra para que todo hombre sea irradiado por ella” (Juan Pablo II, Catechesi tradendae, 20). Pero el apogeo de la predicación está en la homilía.

29.¿Cuál es la misión del ministro en la homilía?
Él ministro debería transformarse en profeta. Él debe con un lenguaje nítido, incisivo y sustancial y no sólo con autoridad “anunciar las maravillosas obras de Dios en la historia de la salvación” (Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium 35), ofrecidas anteriormente a través de una clara y viva lectura del texto bíblico, haciendo germinar en los corazones de los oyentes la pregunta para la conversión y el compromiso vital.

30.¿Qué suponen el anuncio, la catequesis y la homilía?
Suponen la capacidad de leer y de comprender, de explicar e interpretar, implicando la mente y el corazón.
31.¿Cuál es el doble movimiento de la predicación?
El primer movimiento implica remontarse a los orígenes de los textos sagrados, de los eventos, de las palabras generadoras de la historia de la salvación para comprenderlas en su significado y en su mensaje. Con el segundo movimiento se vuelve al presente, a la actualidad vivida por quiene scucha y lee siempre a la luz del Cristo que es el hilo luminoso destinado a unir las Escrituras. Así lo hizo Jesús con los discípulos de Emaús y el diácono Felipe con el etíope.

32.¿Cuál es la segunda columna de la casa de la Palabra de Dios?
La fracción del pan.

33.¿Cuál es la relación entre la Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística?
Su origen lo encontramos en la escena de Emaús (Lucas 24,13-35). En ella después de la homilía sobre Moisés y los profetas aparece, en la mesa, la fracción del pan eucarístico. El Concilio Vaticano II en la Dei Verbum, número 21, afirma: “La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida tanto de la Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo” . Por eso se deberá volver a poner en el centro de la vida cristiana “la Liturgia de la Palabra y la Eucarística que están tan íntimamente unidas de tal manera que constituyen un solo acto de culto” (Sacrosanctum Concilium 56).

34.¿Cuál es la tercera columna del edificio espiritual de la Iglesia?
Es la que está constituida por las oraciones, entrelazadas por “salmos, himnos, alabanzas espontáneas” (Colosenses 3, 16).

35.¿Cómo se concreta esta columna?
Se concreta en la Liturgia de las horas, es decir, la oración de la Iglesia por excelencia, destinada a marcar el paso de los días y de los tiempos del año cristiano que ofrece, sobre todo con el Salterio, el alimento espiritual cotidiano del fiel. Junto a ésta y a las celebraciones comunitarias de la Palabra, la tradición ha introducido la práctica de la Lectio divina.

36.¿Qué es la lectio divina?
Es la lectura orante en el Espíritu Santo, capaz de abrir al fiel no sólo el tesoro de la Palabra de Dios sino también de crear el encuentro con Cristo, Palabra divina y viviente.

37.¿Cuáles son los pasos de la lectio divina?
Lectura (lectio) del texto que conduce a preguntarnos sobre el conocimiento auténtico de su contenido práctico: ¿qué dice el texto bíblico en sí?
Meditación (meditatio) en la cual la pregunta es: ¿qué nos dice el texto bíblico?
Oración (oratio) que supone la pregunta: ¿qué le decimos al Señor como respuesta a su Palabra?
Se concluye con la contemplación (contemplatio) durante la cual asumimos como don de Dios la misma mirada para juzgar la realidad y nos preguntamos: ¿qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor?



38.¿Cuáles son los modelos concretos de lector orante de la Palabra de Dios?
María que “conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lucas 2, 19) y María, la hermana de Marta, que se sienta a los pies del Señor a la escucha de su Palabra, no dejando que las agitaciones exteriores le absorban enteramente su alma (Lucas 10, 38-42).

39.¿Dónde encontramos la última columna, es decir, la comunión fraterna (koinonía)?
Jesús afirmó que para convertirse en sus hermanos o hermanas se necesitaba ser “los hermanos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen” (Lc 8,21). La escucha auténtica es obedecer y actuar, es hacer florecer en la vida la justicia y el amor, es ofrecer tanto en la existencia como en la sociedad un testimonio en la línea del llamado de los profetas que constantemente unía la Palabra de Dios y la vida, la fe y la rectitud, el culto y el compromiso social.

40.¿Por qué es importante esta columna?
Porque se apoya en las palabras de Jesús: “No todo el que me dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7, 21) y de Isaías: Este pueblo se me acerca con su boca y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí” (Isaías 29, 13). Estas advertencias son también para las iglesias cuando no son fieles a la escucha obediente de la Palabra de Dios. Así el hombre justo y fiel no sólo “explica” las Escrituras, sino que las “despliega” frente a todos como realidad viva y práctica. Así la vida de los buenos es una lectura/lección viviente de la Palabra divina (viva lectio, vita bonorum)

41.¿Cómo se debe reforzar el vínculo con los hermanos y las hermanas de las otras iglesias y comunidades eclesiales?
Con ellos, con quienes se reencuentran con nosotros en la veneración y en el amor por la Palabra de Dios, debe colaborarse mediante las traducciones bíblicas comunes, la difusión del texto sagrado, la oración bíblica ecuménica, el diálogo exegético, el estudio y la comparación entre las diferentes interpretaciones de las Sagradas Escrituras, el intercambio de las valores propios de la diversas tradiciones espirituales, el anuncio y el testimonio común de la Palabra de Dios en un mundo secularizado.



IV. LOS CAMINOS DE LA PALABRA: LA MISIÓN.



41.¿Hay hambre de Dios en este mundo?
Sí, existe en la moderna ciudad secularizada un deseo escondido, una esperanza germinal, una conmoción de esperanza. A este hambre quiere responder la misión evangelizadora de la Iglesia.

42.¿Por qué hemos de evangelizar?
Por que es un mandato de Cristo resucitado, quien lanza el llamado a los apóstoles, titubeantes para salir de las fronteras de su horizonte protegido: “Por tanto, id a todas las naciones, haced discípulos y enseñadles a obedecer todo lo que os he mandado” (Mateo 28, 19-20).

43.¿Son importantes las Biblias?
Sí, pues la Palabra de Dios se debe difundir mediante el texto impreso, con traducciones que respondan a la variedad de idiomas de nuestro planeta.

44.¿Tienen valor para la Iglesia las nuevas tecnologías?
Sí, la Palabra de Dios debe resonar también a través de la radio, las autopistas de la información de Internet, los canales de difusión virtual on line, los CD, los DVD, los podcast (MP3) y otros; debe aparecer en las pantallas televisivas y cinematográficas, en la prensa, en los eventos culturales y sociales.

45.¿Qué exige esta nueva comunicación, que tiene una gramática expresiva específica?
Exige estar preparados no sólo en el plano técnico, sino también cultura para dicha empresa.

46.¿Quién nos puede ayudar en un tiempo dominado por la imagen, propuesta especialmente desde la televisión?
Cristo. Él recurría al símbolo, a la narración, al ejemplo, a la experiencia diaria, a la parábola (Mateo 13, 3.34). Jesús en su anuncio dle reino de Dios, nunca se dirigía a sus interlocutores con un lenguaje vago, abstracto y etéreo, sino que les conquistaba partiendo justamente de la tierra, donde apoyaban sus pies para conducirlos de lo cotidiano, a la revelación del reino de los cielos.

47.¿Qué relación tiene la familia y la Palabra de Dios?
Cristo camina por las calles de nuestras ciudades y se detiene ante el umbral de nuestras casas: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi palabra y me abre la puerta, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3, 2). La familia, encerrada en su hogar, con sus alegrías y sus dramas, es un espacio fundamentan en el que debe entrar la Palabra de Dios.

48.¿Son importantes los padres en la transmisión de la Palabra?
Sí. La Palabra de Dios se transmite de una generación a otra, por lo que los padres se convierten en “los primeros predicadores de la fe” (Lumen Gentium 11). Así lo recordaba el salmista: “lo que hemos oído y aprendido, lo que nuestros padres nos contaron, no queremos ocultarlo a nuestros hijos, lo narraremos a la próxima generación” (Salmo 78, 3-4).

49.¿Ha de estar presente la Biblia en las casas?
Sí, cada casa deberá tener su Biblia y custodiarla de modo concreto y digno, leerla y rezar con ella, mientras que la familia deberá proponer formas y modelos de educación orante, catequística y didáctica sobre el uso de las Escrituras, para que “jóvenes y doncellas también, los viejos junto con los niños” (Salmo 148, 12) escuchen, comprendan, alaben y vivan la Palabra de Dios.

50.¿De qué han de ser destinatarios los niños y jóvenes?
De una pedagogía apropiada y específica, que los conduzca a experimentan el atractivo de la figura de Cristo, abriendo la puerta de su inteligencia y su corazón, a través del encuentro y el testimonio auténtico del adulto, la influencia positiva de los amigos y la gran familia de la comunidad eclesial.



51.¿Tiene presente la Biblia el sufrimiento del ser humano?
Sí, la Biblia representa incesantemente el inmenso grito de dolor que sube de la tierra hacia el cielo. Bastaría sólo con pensar en las páginas marcadas por la violencia y la opresión, en el grito áspero y continuado de Job, en las vigorosas súplicas de los salmos, en la sutil crisis interior que recorre el alma del Eclesiastés, en las vigorosas denuncias proféticas contra las injusticias sociales. Además se presenta sin atenuantes la condena del pecado radical, que aparece en todo su poder devastador desde los exordios de la humanidad en un texto fundamental del Génesis (capítulo 3).

52.¿Cuál es la respuesta de la Biblia ante el mal?
La Palabra de Dios asegura en Cristo la victoria del bien sobre el mal. Así Cristo comienza su ministerio público con un anuncio de esperanza para los últimos de la tierra (Lucas 4, 18-19). Sus manos tocan repetidamente cuerpos enfermos o infectados, sus palabras proclaman la justicia, infunden valor a los infelices, conceden el perdón a los pecadores. Al final, él mismo se acerca al nivel más bajo (Filipenses 2, 7-8), experimentando la soledad con el abandono y la traición de los amigos. Él penetra en la oscuridad del dolor físico más cruel con la crucifixión e incluso en las tinieblas del silencio del Padre (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”) y llega al precipicio último de cada hombre, el de la muerte (“dando un fuerte grito, expiró”). Así, siente miedo de morir (“Padre, si es posible, (¡aparta de mí este cáliz!”), experimenta la soledad con el abandono y la traición de los amigos, penetra en la oscuridad del dolor físico más cruel con la crucifixión e incluso en las tinieblas del silencio del Padre (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”) y llega al precipicio último de cada hombre, el de la muerte (“dando un fuerte grito, expiró”). Y aún así, también en ese momento extremo, no deja de ser el Hijo de Dios: en su solidaridad de amor y con el sacrificio de sí mismo siembra en el límite y en el mal de la humanidad una semilla de divinidad, o sea, un principio de liberación y de salvación.

53.¿Cuál es la misión del cristiano?
Anunciar esta Palabra divina de esperanza, compartiéndola con los pobres y los que sufren, mediante el testimonio de su fe en el Reino de verdad y vida, de santidad y gracia, de justicia, de amor y paz, mediante la cercanía amorosa que no juzga ni condena, sino que sostiene, ilumina, conforta y perdona.

54.¿Nos pueden ayudar los judíos en la comprensión de la Biblia?
El pueblo judío, al que estamos íntimamente unidos a través del reconocimiento común y el amor por las Escrituras del Antiguo Testamento, y porque de Israel “procede Cristo según la carne” (Romanos 9, 5), nos ayuda y nos permiten enriquecer nuestra interpretación de las Sagradas Escrituras con los recursos fecundos de la tradición exegética judaica.

55.¿Cuál ha de ser nuestra relación con las otras religiones?
Sin caer en el sincretismo estamos invitados a entrar con respeto en diálogo con los hombres y mujeres de otras religiones, que escuchan y practican fielmente las indicaciones de sus libros sagrados.

56.¿Qué nos une a los musulmanes?
El islamismo, en su tradición acoge innumerables figuras, símbolos y temas bíblicos y nos ofrece el testimonio de una fe sincera en el Dios único, compasivo y misericordioso, Creador de todo el ser y Juez de la humanidad.

57.¿Qué nos enseñan las grandes tradiciones religiosas de Oriente?
El cristiano encuentra sintonías comunes con quienes nos enseñan en sus textos sagrados el respeto a la vida, la contemplación, el silencio, la sencillez, la renuncia, como sucede en el budismo. O bien, como en el hinduismo, exaltan el sentido de lo sagrado, el sacrificio, la peregrinación, el ayuno, los símbolos sagrados. El confucionismo enseña la sabiduría y los valores familiares y sociales.

58.¿Cuál ha de ser nuestra actitud ante las religiones tradicionales?
De respetuoso diálogo.

59.¿Cómo ha de ser nuestra relación con los no creyentes?
Con cuantos no creen en Dios pero se esfuerzan por “respetar el derecho, amar la lealtad, y proceder humildemente” (Miqueas 6, 8) tenemos que trabajar por un mundo más justo y en paz, y ofrecer en diálogo nuestro genuino testimonio de la Palabra de Dios, que puede revelarles nuevos y más altos horizontes de verdad y de amor.

60.¿Cuál es la relación de la Biblia con la cultura?
“La Sagrada Escritura se ha convertido en una especie de inmenso vocabulario” (Paul Claudel) y de “Atlas iconográfico” (M. Chagall) del que se han nutrido la cultura y el arte cristianos. Goethe estaba convencido de que el Evangelio fuera la “lengua materna de Europa”. La Biblia es “el gran código” de la cultura universal.

61.¿Por qué es importante la Biblia?
Porque en ella se encuentra la raíz de nuestra grandeza y mediante ella podemos presentarnos con un noble patrimonio a las demás civilizaciones y culturas, sin ningún complejo de inferioridad. Por lo tanto, todos deberían conocer y estudiar la Biblia, bajo este extraordinario perfil de bellez ay fecundidad humana y cultural.

62.¿Qué es la inculturización?
Es hacer que la Palabra de Dios penetre en la multiplicidad de las culturas y expresarla según sus lenguajes, sus concepciones, sus símbolos y sus tradiciones religiosas. Sin embargo debe ser capaz de custodiar la sustancia de sus contenidos, vigilando y evitando el riesgo de degeneración.

CONCLUSIÓN.

63.¿A qué nos invita el Sínodo?
Acerquémonos a la mesa de la Palabra de Dios, para alimentarnos y vivir “no sólo de pan, sino de toda palabra que sale de la boca del Señor” (Deuteronomio 8, 3; Mateo 4, 4). La Sagrada Escritura –como afirmaba una gran figura de la cultura cristiana – “tiene pasajes adecuados para consolar todas las condiciones humanas y pasajes adecuados para atemorizar en todas las condiciones” (Blas Pascal, 532).

64.¿Cuáles son los efectos de la Palabra de Dios?
Es “mas dulce que la miel, más que el jugo de panales” (Salmo 19, 12), “antorcha para mis pasos, luz para mi sendero”(Salmo 119), “como fuego y como martillo que golpea la peña” (Jeremías 23, 29), como lluvia que empapa la tierra, la fecunda y la hace germinar, haciendo florecer de este modo también la aridez de nuestros desiertos espirituales (Isaías 55, 10-11), “viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos” (Hebreos 4, 12)

65.Finalmente, ¿a qué nos invitan los Padres Sinodales?
Hagamos ahora silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y mantengamos el silencio luego de la escucha porque seguirá habitando, viviendo en nosotros y hablándonos. Hagámosla resonar al principio de nuestro día, para que Dios tenga la primera palabra y dejémosla que resuene dentro de nosotros por la noche, para que la última palabra sea de Dios”.

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