martes, 16 de diciembre de 2008

Tiempo de adviento. Viernes II.


Oración:
Tomo conciencia de hallarme en presencia de Dios, fijando la mirada en una estampa o cerrando los ojos. Me signo mientras rezo la siguiente oración, consciente de mi incapacidad para orar:
Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.

Texto bíblico:
Así dice el Señor, tu libertador,
el Santo de Israel: Yo, el Señor tu Dios,
te instruyo por tu bien, te marco el camino a seguir.
¡Ojalá hubieras atendido mis mandatos!
Tu bienestar sería como un río;
tu prosperidad, como las olas del mar;
tu descendencia sería como la arena;
como sus granos, el fruto de tus entrañas;
tu nombre no habría sido borrado
ni apartado de mi presencia.
Isaías 48, 17-19

VER (Lectio)
El Segundo Isaías, continuador del primer profeta, hace un balance de la historia pasada de la Alianza, el pacto entre Dios y su pueblo. En ella Israel no escuchó la Palabra divina, provocando el castigo, es decir, la caída de Jerusalén y exilio en Babilonia. Pero Dios da nuevamente su Palabra e invita a escucharla, pues sólo así Israel será un pueblo próspero.

JUZGAR (meditatio):
La historia de Israel va más allá de la historia de un pueblo concreto, es nuestra propia historia, la tuya. Así ¿cuántas veces no has escuchado a Dios? ¿Qué te dice Él?

ACTUAR (oratio):
¿Qué le dices tú?

No hay comentarios: