miércoles, 3 de diciembre de 2008

Tiempo de Adviento: Miércoles I.




Oración:


Tomo conciencia de hallarme en presencia de Dios, fijando la mirada en una estampa o cerrando los ojos. Me signo mientras rezo la siguiente oración, consciente de mi incapacidad para orar:
Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.

Texto bíblico:
Preparará Yahvé Sebaot
para todos los pueblos en este monte
un convite de manjares enjundiosos,
un convite de vinos generosos:
manjares sustanciosos y gustosos,
vinos generosos, con solera.
Rasgará en este monte
el velo que oculta a todos los pueblos,
el paño que cubre a todas las naciones;
acabará para siempre con la Muerte.
Enjugará el Señor Yahvé
las lágrimas de todos los rostros,
y acabará con el oprobio de su pueblo
en toda la superficie del país.
Lo ha dicho Yahvé.
Aquel día se dirá:
Aquí tenemos a nuestro Dios:
esperamos que él nos salvará;
él es Yahvé, en quien esperábamos:
celebremos con alegría su victoria.
La mano de Yahvé reposa en este monte.
Isaías 6,1-10ª


VER (Lectio):

Comienza esta profecía con la imagen del banquete. En ella Isaías anuncia el fin del mundo y lo describe como victoria de Dios sobre los poderes que esclavizan al ser humano. El lugar del banquete es simbólico: Sión, es decir, Jerusalén. En el banquete el rey, siguiendo la costumbre de los reyes entronizados, ofrece a sus invitados tres regalos: su manifestación a los pueblos que caminaban como ciegos, la destrucción de la muerte y el consuelo a los que sufren.
Esta profecía no se apoya en una ilusión personal del profeta sino en la Palabra de Dios.
Por tanto en este tiempo de la esperanza, apoyados en la Palabra de Dios, que hemos escuchado, nuestra mirada se dirige a Belén. Allí, el día de la Navidad, Dios se manifestará a todos los pueblos, a los judíos (María, José, los pastores, Simeón y Ana) y a los extranjeros (los magos) e invitará a todos los pueblos a un banquete, el cual tendrá lugar en la Última Cena y tiene lugar cada día en la eucaristía. En él Jesús ofrece a todos los pueblos el manjar suculento de su cuerpo y el vino generoso de su sangre. En la Navidad Dios viene a su pueblo para arrancar de él el paño que cubre sus rostros, la muerte. Ella anuncia la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte, causa del sufrimiento humano, en la Cruz y Resurrección. Dios viene a estar cerca del ser humano, a compadecerse de todos, como lo hará Jesús en su vida pública, resucitando a los muertos, curando a los enfermos, llorando con los que lloran, apiadándose de los pecadores.
El final de la profecía resume quien es Aquél a quien esperamos: el que nos salva.
Así pues, lee el texto detenidamente, teniendo presente esta explicación.

JUZGAR (meditatio):
Ilumina tu vida con esta palabra: encuentra el significado de la eucaristía en los primeros versos, como un banquete al que Dios te invita para alimentarte con el vino generoso de su Palabra y el manjar sustancioso de su Cuerpo. Siembra en ti deseos de estar con él, de asistir a la misa de los domingos para poder alimentar tu persona, pues tú también tienes hambre, hambre de la Palabra que de sentido a tu vida y te la llene, hambre de la presencia de Cristo en tu interior, que sacie tu ansia de amor.
Como Junior vives cerca de Jesús. ¿Lo sientes dentro y sientes que Él es quien aparta de ti toda desesperanza, quien abre el horizonte de tu vida más allá de la muerte y te conforta en los momentos de tristeza? Recuerda aquellas situaciones donde te sentiste hundido o hundida, donde estabas bajo de moral, y sin embargo fuiste capaz de levantarte porque sentías a Dios cerca.

ACTUAR (oratio):

Reza desde lo que ahora te pasa o cuéntale lo que has sentido al leer y meditar esta profecía.

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