domingo, 1 de junio de 2008

Escuela de Oración. Semana IX. Día 5º


IX Semana. Viernes 30 de Mayo de 2008.

En presencia de... :
Comenzamos con este texto para pensar:-Padre, hace tiempo que mi corazón está inquieto y quiero recorrer el mundo para buscar la felicidad.
Tras unos minutos de silencio el hijo continuó:
-¿Quién te ayudará a labrar la tierra y a cuidar la hacienda?
-Tu hermano lo hará.
Se miraron de nuevo en silencio y el hijo musitó con voz entrecortada:
-Volveré algún día.
El padre respondió:
-Dejaré a tu nombre la parte de la tierra que te corresponda y unos pocos bienes de la herencia que tu madre guardó para ti.
-¿Cómo sabre que no se lo quedará mi hermano?
-Porque te doy mi palabra.
El hijo abrazó a su padre y, con el corazón lleno de confianza, se marchó.


Oración preparatoria (La Palabra esperada):
Esta semana recita despacio este poema:

No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor.
Muéveme el verte clavado,
en una cruz y encarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido.

Muéveme tus afrentas y tu muerte,
muéveme en fin tu amor
de tal manera que aunque no hubiera infierno
yo te amar
y aunque no hubiera infierno
te temiera.

No me tienes que dar
porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
¡lo mismo que te quiero te quisiera!

El texto (la Palabra escuchada):
Había un hombre rico que vestía de púrpura y de lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y había uno pobre, llamado Lázaro, que echado junto al portal y cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Cuando murió el pobre, los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado.
Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno. Dijo entonces a gritos:
-Padre Abrahán, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en estas llamas.
Pero Abraham le respondió:
-Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida, y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y, vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros no puedan hacerlo; ni de ahí puedan pasar hacia nosotros.
Replicó:
-Pues entonces, te ruego, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les advierta y no vengan también ellos a este lugar de tormento.
Abrahán les dijo:
Ya tienen a Moisés y a los profetas; que les hagan caso.
El dijo:
-No, padre Abrahán, que si alguno de entre los muertos va a ellos, se convertirán.
Le contestó:
-Si no hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán aunque un muerto resucite.
Lc 16, 19-31


Composición de lugar (la Palabra comprendida):
Siguiendo con la profundización sobre nuestra realidad de pecado, aquí tienes la parábola de Lázaro y este personaje anónimo. Pues para Dios el pobre tiene nombre, el rico que se encierra en sí mismo y es insensible al sufrimiento del otro lo pierde todo, incluso el nombre, es decir, deja de ser él mismo, pierde su identidad.
En este rato de oración, sitúate en la escena, imaginándote que eres Lázaro y también el rico sin nombre. Con la imaginación recrea la narración.
Es evidente que el pecado es siempre la cerrazón al otro y como consecuencia acaba autodestruyendo al pecador.

Coloquio (respuesta a la Palabra):
Y ahora háblale.

Ejercicio de esta semana:
Seguimos con este ejercicio sólo para mayores de 18 años: imaginar la resurrección de nuestros cuerpos, el encuentro con todos aquellos que nos han precedido, con los que nos han amado, con los que no hemos amado...

Examen de la oración:
¿Cómo me he sentido? ¿Qué cosas me han ayudado? ¿qué cosas me han estorbado? ¿Qué he visto claro? ¿Qué voy descubriendo que se repite en los distintos momentos?

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