domingo, 1 de junio de 2008

Escuela de Oración. Semana IX. Día 6º


IX Semana. Sábado 31 de Mayo de 2008.

En presencia de... :
Te habrás dado cuenta que hemos comenzado un nuevo capítulo del libro “Cuando vayas a orar...” escrito por Mª Dolores López Guzmán. En él vamos a descubrir la importancia de la Palabra y si hay alguién que nos puede ayudar es María, la llamada “oyente de la Palabra”. Por eso comienza sintiendo cerca a María y contemplándola en Nazaret, en el momento de la Anunciación y en los años de vida oculta de Jesús. Ella tuvo el privilegio de escuchar todos los días la Palabra, a Jesús que le hablaba y lo hacía con el cariño con que un hijo habla a su madre. Ella fue descubriendo como la Palabra, poderosa por ser Dios y frágil por ser humana, iba despertando. Acércate a Nazaret, Jesús está hablando con María. No les escuches, contémplalos, mira como escucha la Madre al Hijo.

Oración preparatoria (La Palabra esperada):
Esta semana recita despacio este poema:

No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor.
Muéveme el verte clavado,
en una cruz y encarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido.

Muéveme tus afrentas y tu muerte,
muéveme en fin tu amor
de tal manera que aunque no hubiera infierno
yo te amar
y aunque no hubiera infierno
te temiera.

No me tienes que dar
porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
¡lo mismo que te quiero te quisiera!

El texto (la Palabra escuchada):
Pues lo que la ley era incapaz de hacer, reducida como estaba a la impotencia por la carne lo hizo Dios. En efecto, Dios, enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden a abolir el pecado, condenó el pecado en la carne. Y lo hizo para que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros, que seguimos una conducta no según la carne, sino según el espíritu.
Rm 8, 3-4

Composición de lugar (la Palabra comprendida):
Como muchas veces ocurre con los textos de S. Pablo, detrás hay una profunda teología, difícil de comprender si no se tiene previamente una base teológica y conocimientos paulinos. Pero quizás hoy puedes dedicar unos minutos simplemente a repetir las frases. Muchas veces el Espíritu trabaja así: la Palabra es el arado, nosotros somos la tierra y el Espíritu Santo el labrador. Hay que dejar que el Espíritu meta repetidas veces el arado en nuestro corazón, igual que el labrador repite la acción hasta que llega al final del campo, caminando adelante, de arriba a abajo y de abajo a arriba, es bueno no pensar en nada, repetir una frase y dejar que ella vaya entrando en nuestro corazón.

Coloquio (respuesta a la Palabra):
Y ahora háblale.

Ejercicio de esta semana:
Ayer se me pasó, así pues hoy vamos a realizar el quinto ejercicio. Este si que es para mayores de 18 años: imaginar el infierno, ver a quienes están, percibir el ambiente, reconocer el remordimiento.


Examen de la oración:¿Cómo me he sentido? ¿Qué cosas me han ayudado? ¿qué cosas me han estorbado? ¿Qué he visto claro? ¿Qué voy descubriendo que se repite en los distintos momentos?

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