viernes, 6 de junio de 2008

Escuela de Oración. Semana X. Día 4º


X Semana. Jueves 5 de Junio de 2008.

En presencia de... :
Si el ser humano puede hablar con Dios es porque Él ha hablado primero y lo ha hecho de muchas maneras: en la Creación, los acontecimientos de la historia, las personas que se cruzan en nuestro camino, la vida de los santos,... Pero hay una que es donde su Palabra descansa y es particularmente densa y expresiva: la Biblia.
Ella es la que está conduciendo durante estos ya van dos meses, nuestra oración. Te habrás dado cuenta de ello, es la Palabra de Dios la que te guía y la que posibilita su encuentro. Por eso para comenzar bueno es que tomes una Biblia y la abras como quien abre un tesoro escondido, con veneración, sabiendo que desde ella Dios tiene algo que decirte. Es el único Libro Sagrado, el único entre los millones y millones de libros que se han escrito e impreso que contiene toda la Palabra de Dios, unido a la Tradición.
Hoy mira la Biblia, contémplala y siente que Dios está ahí para hablarte.

Oración preparatoria (La Palabra esperada):

Señor, al meditar hasta donde es capaz de llegar mi pecado,
tiendo a desfallecer, pero ¿acaso necesitas de mi talento?,
¿acaso necesitas mis virtudes? ,
¿acaso me has llamado por mis méritos?
Conoces mi miseria, Señor,
los combates y las tribulaciones de mi alma,
la debilidad y el pecado de mi cuerpo,
las críticas y soberbias de mi mente.
Por eso sé,
que no puedo esperar ser un ángel para entregarme,
se que te tengo que entregar
lo que más me cuesta: mi pecado.
A pesar de que sólo me pides eso,
tú, el Señor de los Señores,
como un mendigo llamas a la puerta de mi corazón,
yo como un prepotente sigo sin enterarme.


El texto (la Palabra escuchada):
Después de haber comido, preguntó Jesús a Simón Pedro:
-Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
Respondió él:
-Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
-Apacienta mis corderos.
Volvió a preguntarle por segunda vez:
-Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Respondió él:
-Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Le dijo Jesús:
-Apacienta mis ovejas.
Insistió por tercera vez:
-Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez ¿me quieres? y le dijo:
-Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Le dijo Jesús:
-Apacienta mis ovejas.
En verdad, en verdad te digo
que, cuando eras joven,
tú mismo te ceñías
e ibas adonde querías;
pero cuando llegues a viejo,
extenderás tus manos
y otro te ceñirá
y te llevará adonde tú no quieras.
Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto añadió:
-Sígueme.



Composición de lugar (la Palabra comprendida):
Pedro ha traicionado a Jesús negándole. Después de la muerte y resurrección se aparece y no le acusa, sino que le pregunta si le quiere. Tú y yo muchas veces también con nuestro pecado decimos no conocer a Jesús, por eso nos pregunta lo mismo. Respóndele con el corazón y siente que él te mira y te ama. Y como ayer...

1.Lee la cita.
2.Imagina la escena con todo lujo de detalles ¿qué ha pasado?
3.Intenta sentirte como se siente el personaje.
4.Prepara un escrito de disculpas a Dios.
5.A mitad de discurso, deja de escribir, levanta la mirada y déjate mirar a los ojos por él.
6.Estate un tiempo mirándole... sin más
7.¿qué sientes?, ¿cóm te sientes?
Durante el día cuando peques, cuando sientas que has metido la pata... vuelve a esa mirada, déjate mirar por él en tu pequeñez, en tu pecado, en tu mediocridad... ante una crítica, una contestación, un acto de soberbia, de lujuria, de ira... para, levanta la mirada y déjate mirar.

Examen de la oración:
¿Cómo me he sentido? ¿Qué cosas me han ayudado? ¿qué cosas me han estorbado? ¿Qué he visto claro? ¿Qué voy descubriendo que se repite en los distintos momentos?

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