martes, 27 de mayo de 2008

Escuela de Oración. Semana IX. Día 1º


IX Semana. Lunes 27 de Mayo de 2008.

Introducción.
Durante mucho tiempo se ha omitido cualquier referencia al infierno, posiblemente por razones psicológicas, pastorales, iedos,... pero el infierno está dentro de nuestra fe y no podemos más que reflexionar sobre él.
Quien castiga, quien condena, quien amenaza... no es Dios, sino el pecado. Y no podemos más que afirmar que es cierto, el hombre vencido por el pecado puede echar a perder su vida, puede aniquilarla, puede condenarla. El hombre es libre y Dios no puede más que sufrir esa libertad. El infierno es el sufrimiento del que descubre que ya no puede amar.
Comenzamos una semana dura. Te lo advierto. Muy dura. Pero los ejercicios espirituales son así. Nos confrontan con la realidad de nuestra vida y nuestra fe, tal como es. S. Ignacio no fue con paños calientes y cuando propuso dedicar un mes entero al silencio y la oración sabía lo que hacía, porque además sólo se tenía que realizar una vez en la vida.
Por eso pongo lo que llamábamos en nuestra infancia las “dos janolas o rombos” o ahora el “no recomendado para menores de 18 años”, “los contenidos de esta semana pueden herir tu sensibilidad”. Vamos a hablar del infierno y la condenación eterna.
Tampoco quiero que te angusties, pues la misericordia de Dios está ahí, pero la posibilidad de condenación también. Quitarlo es mentir, es omitir una realidad que nos guste o no nos guste está en la Biblia, el Evangelio y el Catecismo de la Iglesia Católica. El ser humano puede acabar condenado al infierno porque es libre y la libertad implica responsabilidad.


En presencia de... :
Quizás después de leer estos escritos la semana pasada sobre los sentidos no hayas sentido nada. Puede ser que simplemente mirar una imagen de Jesús, tocar una cruz no te diga nada y te sientas igual.
No pasa nada, como bien indica la autora del libro que seguimos, los sentidos, a pesar de ser un medio privilegiado para el conocimiento interno del Señor, nos pueden jugar malas pasadas cuando depositamos en ellos todas nuestras ilusiones de crecimiento en la vida espiritual. La temible noche de los sentidos es la mejor prueba de que el único Dueño de la situación, o de la oración, es Dios.
Sólo el amor debe orientar nuestro trato con el Padre. Tan sólo la gratuidad. La oración de Getsemaní es el mejor ejemplo. Allí Jesús vive la experiencia del sentir no sintiendo. Lo único que siente es angustia y pánico, pero en ese momento deposita toda su confianza, amor y esperanza en el Padre.
El mismo san Juan de la Cruz que en la Noche Oscura describe el encuentro místico, de oración, con Dios con estas bellísimas palabras: “Amado con amada / amada en el Amado transformada” llama a este poema noche oscura. Es decir, los místicos comprendieron que muchas veces para llegar a Dios hay que pasar por el desierto, la oscuridad, la frialdad, la sequedad. A Dios, a diferencia de las personas, no se le encuentra fácilmente. Él se da cuando quiere y como quiere y a veces después de largos años de no sentir nada, como le ocurrió a Santa Teresa de Jesús o después de experiencias desgarradoras como le ocurrió a aquella joven llamada Teresa del Niño Jesús.
Por eso ahora sitúate, pídele que te ayude a rezar. Procura acallar los ruidos interiores, encauzar la imaginación hacia la oración.


Oración preparatoria (La Palabra esperada):
Esta semana recita despacio este poema:

No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor.
Muéveme el verte clavado,
en una cruz y encarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido.

Muéveme tus afrentas y tu muerte,
muéveme en fin tu amor
de tal manera que aunque no hubiera infierno
yo te amar
y aunque no hubiera infierno
te temiera.

No me tienes que dar
porque te quiera,
pues, aunque lo que espero no esperara,
¡lo mismo que te quiero te quisiera!

El texto (la Palabra escuchada):
Este es el ayuno que yo deseo:
romper las cadenas injustas,
soltar las coyundas del yugo,
dejar libres a los maltratados,
y arrancar todo yugo;
compartir tu pan con el hambriento,
acoger en tu hogar a los sin techo;
vestir a los que veas desnudos
y no abandonar a tus semejantes.
Así surgirá tu luz como la aurora,
y tu herida se curará rápidamente.
Tus justas acciones te precederán,
te seguirá la gloria de Yahvé.
Is 58, 6-8


Composición de lugar (la Palabra comprendida):
Siguiendo meditando nuestra realidad de pecado, teniendo presente la posibilidad de condenación y sobre todo descubriendo que realmente estamos muy lejos de lo que Dios quiere de nosotros: que seamos buenos juniors capaces de vivir la Ley y los Principios de Vida.
El profeta Isaías lo deja bien claro ante quienes se creen buenos y echan la culpa a Dios de lo mal que les va a pesar de practicar el ayuno. También a nosotros nos puede ocurrir lo mismo. Reducir nuestra vida como juniors a ir a misa, a asistir a las reuniones y cumplir los diez Mandamientos de la Ley de Dios más los cinco Mandamientos de la Santa Madre Iglesia. Y eso está bien, pero no es suficiente. Lo que Dios quiere es que abramos el corazón al necesitado. Al final de nuestra vida el examen es muy claro, “tuve hambre,...” (Mt 25,31-46). Ese es el juicio. Lo que Dios espera del junior es que no abandone a sus semejantes (Is 58,7).
Si lo piensas he aquí otra concreción sobre la Ley Junior. Porque ¿qué es pecar? es no vivir la Ley Junior, no amar a los demás como Jesús nos ama. Simplemente. Y eso en definitiva nos lleva a descubrir lo muy pecadores que somos. Y, ¿cómo amar como Jesús nos ama? responde leyendo el texto bíblico.
Y después de la lectura trata de concretarlo en tu vida, ¿cuándo sí y cuándo no?



Coloquio (respuesta a la Palabra):
Cuesta eh!! Pues claro, quien ha dicho que ser junior sea fácil. Por eso ahora ha llegado el momento de que hables con Jesús y se lo digas. Y deja que en el silencio Él te responda.

Ejercicio de esta semana:
Este ejercicio está muy pasado de moda... durante una época de la espiritualidad de la Iglesia era muy recurrente, tal vez demasiado. Hoy parece que no debe hacerse, que es muy “duro”, que no sirve... a epsar de todo, afirma el guión del Seminario Menor, permitirme que os lo proponga. Si a alguien cree que le va a crear un trauma que no lo haga.
Así que ya sabes. Si no te ves preparado. Cierra el archivo.
Hoy imagina tu muerte: si muchas veces cuando hacemos algo que nuestra conciencia sabe que está mal hecho pensásemos que pasaría si en ese momento nos entrara un ataque y nos muriésemos, cesaríamos en el empeño. No sabemos la hora ni el día y evidentemente que para un adolescente la muerte está muy lejos, pero por desgracia esta ahí y quien os escribe, afortunadamente ya ha enterrado a más de un chico y chica joven, de 15 años: Cristián, después de una larga leucemia, David un domingo por la noche cuando iba en la moto, María un sábado por la noche camino de Loriguilla, David en la calle Mayor de Riba-roja cuando un camión no le vio y le atropelló y estando ya aquí, otro chaval.
No nos amarguemos, pero sí que caminemos por la vida pensando en eso, disfrutando de cada momento sin hacer daño, que cuando llegue el momento nos pille amando y no pecando.


Examen de la oración:
¿Cómo me he sentido? ¿Qué cosas me han ayudado? ¿qué cosas me han estorbado? ¿Qué he visto claro? ¿Qué voy descubriendo que se repite en los distintos momentos?

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