lunes, 12 de mayo de 2008

Escuela de Oración. Semana VII. Día 1º


VII Semana. Lunes 12 de Mayo de 2008.


En presencia de... :
Comenzamos la oración con el nuevo título que nos ofrece el guión del Seminario Menor, “la Palabra esperada”. Es el atrio por el que entramos al templo de la oración, donde nos descalzamos interiormente para acoger a Dios que quiere hablar.

Pero como bien habrás podido constatar si has seguido estos ejercicios orar no es fácil. Rezar tres avemarías rapidito sí, orar centrando el pensamiento, el corazón y la voluntad en Dios es un largo camino que obliga a un gran esfuerzo. Y uno de los primeros obstáculos que hay que sortear es la imaginación. Cuando por fin decidimos orar entonces nos llegan mil pensamientos a la cabeza, incluso nos vienen las ganas de estudiar. Y, claro, nos distraemos.
Esta sentencia de los Padres del Desierto, aquellos hombres de oración que dejando la ciudad marchaban a vivir al desierto para entregar su vida al silencio y la penitencia, nos puede ayudar:
“Un hermano preguntó a un anciano:
-¿Qué debo hacer? Me tientan muchos pensamientos y no se como resistirlos.
Y el anciano le dijo:
-No luches contra todos, sino contra uno solo. Todos los pensamientos tienen una sola cabeza. Es necesario examinar cuál y de qué naturaleza es ese pensamiento y luchar contra él. De ese modo todos los demás pensamientos pierden su fuerza.
Tomado de Mª Dolores López Guzmán. Cuando vayas a orar.



Oración preparatoria (La Palabra esperada):
“Señor, que en este ejercicio mi corazón reconozca mi pecado y sea capaz de sentir dolor por él para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza tuya”.

El texto (la Palabra escuchada):
Haz una lectura reposada del texto. Utiliza todos los medios para sacar el mayor provecho y recibir esta palabra como si fuera la primera vez.
La serpiente era el más astuto de todos los animales del capo que Yahvé Dios había hecho. Dijo a la mujer:
-¿Cómo os ha dicho Dios que no comáis de ninguno de los árboles del jardín?
Respondió la mujer a la serpiente:
Podemos comer del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.
Replicó la serpiente a la mujer:
-De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.
Como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió. Después dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a ambos los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores.
Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahvé Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron a la vista de Yahvé Dios por entre los árboles del jardín: Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo:
-¿Dónde estás?
Éste contestó:
-Te he oído andar por el jardín y he tenido miedo, porque estoy desnudo; por eso me he escondido.
Él replicó:
-¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?
Dijo el hombre:
-La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.
Dijo, pues, Yahvé Dios a la mujer:
-¿Por qué lo has hecho?
Contestó la mujer:
-La serpiente me sedujo, y comí.
Entonces Yahvé Dios dijo a la serpiente:
Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañal.
Gn 3, 2-15

Composición de lugar (la Palabra comprendida):
Seguimos con la experiencia de nuestra condición de pecadores y del propio pecado. Durante esta semana ayudados por los textos del primer libro de la Biblia, el Génesis que ilustran los siete pecados capitales. El mismo guión del seminario nos ofrece este comentario a la Palabra escuchada hoy:
En este texto meditamos sobre el primer pecado capital: la soberbia. Su origen se encuentra en la mentira ¿Cómo os ha dicho Dios que no comáis de ninguno de los árboles del jardín?), crea duda (del fruto del árbol que está en medio del jardín), de donde brota (seréis como dioses), ayudada por la confianza en el instinto (Como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista). Y como consecuencia: el pecado (tomó de su fruto y comió. Después dio también a su marido, que igualmente comió). Ésta búsqueda de la felicidad al margen de Dios trae la desgracia: ruptura con ellos mismos (se dieron cuenta de que estaban desnudos), con Dios (el hombre y su mujer se ocultaron a la vista de Yahvé Dios) y entre ellos (La mujer que me diste por compañera me dio del árbol). Sólo la verdad produce vida (La serpiente me sedujo, y comí.) y fruto del reconocimiento del pecado se da una promesa (él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañal).
Lógicamente no vamos a entrar en la discusión sobre la evolución, máxime cuando la intención de la oración no la exégesis (el estudio en profundidad de la Biblia). Lo importante es descubrirnos a nosotros en este texto, mirando nuestra vida. Por eso te invito, leído lo anterior, a aplicar la composición de lugar e imaginar el texto, con el árbol, el hombre y la mujer, la brisa, el paseo de Dios,...
Seguidamente situarte en los personajes: ¿cuándo has sido tú tentador de otra persona? ¿cuándo has caído en la tentación por ti mismo o porque otra persona te ha incitado? Puedes aplicarlo a todos tus ámbitos: tu casa (los padres os prohibieron realizar algo y tú animaste a tus hermanos a desobedecer, por ejemplo), en el estudio (las chuletas, el copiar, el “pelarse una clase”, el irse de fiesta cuando tenías un examen al día siguiente), en los amigos (el criticar a alguien, marginar a un amigo o amiga,...), los juniors (saltarse la reunión del jueves o del sábado porque había un fruto que era más agradable como puede ser ver la teleserie o simplemente el no me apetece porque no tengo ganas, no ir al encuentro de educadores por ese fruto tan apetitoso,...),...
A lo largo del día el árbol del bien y del mal está muy presente, el mismo autor del Génesis lo coloca “en medio del jardín, allí se encontraban “el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gn 2, 9). Es decir no está al margen de nuestra vida, sino que por muchas vueltas que demos ahí está en medio, tentándonos. Es el árbol del “hago lo que me da la gana” frente a obedecer unas normas y leyes que posteriormente el mismo Dios concretará en los Diez Mandamientos y en el Evangelio. Por otra parte no es fácil evitarlo, la tentación está ahí, en forma de animal astuto como la serpiente que nunca va recta sino en zig-zag. Por eso en este rato de oración que pueden ser 10, 15, 30 minutos. S. Ignacio, no te asustes, indica que cada ejercicio debe durar una hora. Actualmente se considera como mínimo para toda persona que quiera hacer oración-meditación, media hora. Pero bien, lo que importa es que te marques al menos un tiempo mínimo. Después las circunstancias harán que este se alargue o no. En el amor el tiempo es relativo y cuando hay corazón pasa rápidamente. Como bien afirma el libro de identidad, “hay que ayudar a los juniors a buscar el tiempo y el espacio en los cuales la relación con el Señor se ponga en primer lugar, con el fin de adquirir un estilo de vida que tenga como centro el vivir con y en el Señor” (pg. 26)


Coloquio (respuesta a la Palabra):
Se trata de hablar con Dios. Piensa en un pecado reciente, imagina que Dios te ha pillado y te dice lo mismo que a Adán: “¿Has comido del árbol que te prohibí comer?” Y respóndele, establece un diálogo desde la Palabra de Dios, no olvides que a “Él hablamos cuando oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras divinas” (Concilio Vaticano II. Dei Verbum. Fue éste el gran acontecimiento en la vida de la Iglesia durante el s.XX).
El seminario, siguiendo al S. Ignacio de Loyola lo indica así: “se abre el culoquio el cual se hace propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su Señor; cuándo pidiendo alguna gracia, cuando culpándose con algún mal hecho, cuando comunicando sus cosas, y queriendo consejo en ellas... y terminar con un Padre Nuestro”.

Examen de la oración:
“Miraré cómo me ha ido en la meditación; y si mal, miraré la causa donde procede, y así mirada, arrepentirme, para enmendar adelante; y si bien, daré gracias a Dios y haré otra vez de la misma manera”


http://destellosdelmontcabrer.blogspot.com/

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