sábado, 10 de mayo de 2008

Escuela de Oración. Semana VI. Día 6º


V Semana. Sábado 10 de Mayo.

En presencia de...
María es la mujer orante. Después de Jesús la mejor maestra en este arte que constituye la oración. Durante esta semana hemos descubierto los gestos como medios para rezar. Vamos a detenernos en María y descubrirlos en ella.
María ora con su cuerpo. Es su cuerpo el lugar de encuentro con Dios por excelencia, pues en él, en sus entrañas tiene lugar el misterio de la Encarnación. Dios se hace carne tomando de María la semilla de la que germinará el Hijo de Dios, el “fruto de tu vientre”, rezamos en el Avemaría. Esta es la grandeza de un misterio que os puede costar comprender, pero que constituye lo principal de nuestra fe, creemos que Dios se ha hecho carne en María, de manera sobrenatural, pero igual que ocurrió en cada uno de nosotros, excepto en que en Jesús no intervino un varón sino el Espíritu Santo, Cristo comenzó a existir en su cuerpo.
María se nos presenta a los pies de la cruz, ella al igual que nosotros pedimos cuando nos signamos, vivió clavada a la cruz, al “hágase tu voluntad” que Cristo manifestó en el Gólogota y ella se unió a su hijo en la pasión. Ella es la que se alegra porque Dios “ha mirado la pequeñez de su sierva” (Lc 1, 48), su vida fue un vivir a los pies de Dios y ser exaltada por Él. En la anunciación extendió sus brazos acogiendo a Dios y al Hijo que iba a ser engendrado en sus entrañas.
Mujer orante que junta las manos y se inclina, discípula que permanece de pie ante la cruz (Jn 19, 25), sentada en la escucha de la Palabra, arrodillada y postrada en la Anunciación (Lc 1, 26-38), nos enseña a orar y descubrir lo profundo de todo gesto: el corazón.

Oración preparatoria:
“Señor, concédeme sentir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados al descubrir el daño que a lo largo de mi vida han causado en los demás... para que aborreciendo el pecado pueda gozar de tu misericordia y todas mis intenciones, acciones y operaciones ser ordenadas en servicio y alabanza tuya”



El texto, Su Palabra:
En cuanto a mí, ¡Dios me libre de presumir si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado y yo un crucificado para el mundo! Porque lo que cuenta no es la circuncisión ni la incircuncisión, sino ser una nueva criatura.
Gal 6, 14-15

Composición de lugar:
El peligro de los cristianos es creernos buenos y acabar como los fariseos, creyendo que lo que nos salvan son sólo nuestras obras y si bien es verdad que la fe sin las obras no nos salva, también lo es que el que nos salva es Jesús. Lo importante no es lo que nosotros hacemos por Dios sino lo que Dios ha hecho, hace y hará por cada uno de nosotros.
S. Pablo te ofrece el tema de la cruz. Ella es el testimonio más grande de amor de Dios al ser humano y ella se nos ofrece como camino, el camino de darse a Dios amando a los demás como hizo Jesús, de identificar nuestra persona con la del crucificado. Esto no es fácil, por supuesto, pero es importante tenerlo en cuenta. Estar crucificado es la cima y nuestra tarea como los montañeros es mirar a la cima y buscar los senderos que conducen a ella, empezar a subir la montaña, a separarnos del mundo, esto es de los intereses egoístas que se apoyan en el poder, el placer y el poseer. Crucificarnos significa para cada uno de nosotros los juniors vivir los principios de vida que nos llevan a renunciar a todo afán de protagonismo, a ser autodiscíplinados, dominándonos y encauzando nuestra sed de felicidad hacia un proyecto, no dejándola que vaya a su aire, a su capricho. Significa vivir desprendidos pensando en los demás y ofreciéndoles nuestro tiempo y ayuda.
Si te detienes a meditar los principios de vida junior, estos son una concreción que nos llevan a una nueva vida, a vivir realmente nuestra condición de cristianos y bautizados. San Pablo ilumina nuestra identidad junior. Así te invito a tratar de relacionar los principios de vida junior con esta Palabra que Dios hoy te ofrece:
Vivir en la verdad para conquistar mi libertad: la verdad siempre nos crucifica. El mismo Jesús por ser coherente, por ser testigo de la verdad (Jn 18, 37) fue crucificado, frente a la mentira que nace de un corazón que no reza, que vive superficialmente y sin profundizar en lo que le pasa, vegetando. Sólo quien tiene un ideal, quien lucha por la verdad que es Jesús, logra ser realmente libre y no esclavo de las modas, la televisión, los valores de este mundo que promueve el consumismo exagerado.
Defender la justicia y luchar por un mundo nuevo: Jesús fue el gran defensor de la justicia, entendida esta la actitud de dar a Dios lo que corresponde y a las personas lo que también les pertenece, la justicia es cumplir la voluntad de Dios que quiere que vivamos el mandamiento nuevo de amarle a Él como Padre y a los demás como hermanos. Y eso es estar crucificado. Lo cómodo es no creer en Dios y así no complicarme la vida. Es el “vive y deja vivir”, o sea, pasa de los demás y no te comprometas. Sin embargo el junior al estar crucificado con Cristo busca ser fiel al Evangelio y así cambiar este mundo.
Ser comprensivo con los demás y exigente conmigo mismo: he aquí otra concreción del estar crucificado con Cristo. Jesús fue tan exigente consigo mismo que nunca se permitió un sólo instante desobedecer al Padre. Abandonó su casa, no tuvo un techo para dormir y en Getsemaní, cuando lo que le apetecía era volver a Nazaret o pedir a Pedro regresar al lago y allí le contratase como pescador y llevar una vida tranquila y sin problemas en Cafarnaún, le dijo al Padre que no se hiciese su voluntad sino la del Padre (Mc 14, 36). Pero otra parte, ante quienes le crucificaban fue comprensivo y les perdonó porque no sabían lo que hacían (Lc 23, 34). Nosotros como juniors estamos llamados a lo mismo, a la autexigencia de llevar una vida de oración y sacramental (perdón y eucaristía semanal), de sacrificarnos en el estudio y en los caprichos y de amar a todos. A la vez estamos llamados a ser comprensivos con los otros. Ese es el buen cristiano, no el que se cree bueno porque va a las reuniones de monitores, nunca falla en la reunión con los niños, y menos aún a misa, es el mejor en los juegos porque los prepara con tiempo y muy bien. No, el buen junior es el que después de hacerlo todo cree que no ha hecho bastante y podría dar más de lo que da. Y a la vez es comprensivo con los monitores. Esto no significa que no vea los fallos, no es ignorante, sino viendo como están haciéndolo mal algunos monitores, los comprende, entiende que puede haber motivos y así con todos los que le rodean. Esto lógicamente solamente se puede vivir cuando el junior se une a Jesús, cuando ve la cruz de la autexigencia y la comprensión no en su desnudez sino en ella al Crucificado que le acompaña.
Fortalecer mi espíritu, para estar dispuesto a servir a Jesús y a los demás: si uno no es fuerte no puede vivirlo y eso solamente es posible desde la cruz. Estar crucificado es para los demás. El cristiano no es un “masoca” que busca el sufrimiento por sí mismo, por el placer que le da el dolor, sino que es una persona que asume un principio inevitable, para darse a los demás hay que sufrir. Nos guste o no nos guste. Hay un momento en la vida del ser humano donde esto es una gran verdad: los meses de gestación. Si nuestras madres no hubiesen aceptado con fortaleza de espíritu, fruto del corazón de una madre que es casi tan grande como el universo, sin esa fortaleza nosotros no hubiésemos vivido, pues nueve meses de gestación deben ser muy duros para la mujer, lo son y encima acaban con el parto, el momento más peligroso para la vida del hijo que ha criado en sus entrañas y para la madre. Solamente así nos dieron la vida. Durante nueve meses la madre vive crucificada al hijo para que el hijo o la hija tengan vida. Y eso es ser cristiano, servir a Jesús y a los demás significa negarnos a nosotros mismos constantemente y sino que se lo digan a vuestros padres esta noche, cuando la pasarán sin dormir hasta que lleguéis a casa y al día siguiente, con o sin sueño, mientras vosotros descansáis, ellos a preparar la comida para que esté en la mesa cuando os levantéis. Y diréis que sufren porque quieren. Mentira, sufren porque un día decidieron teneros y con ello crucificarse a vosotros, la felicidad de un padre y una madre tiene un talón de Aquiles, los hijos y sino mirad aquellos a los que se les ha muerto un hijo, su vida ya no es igual, su muerte ha sido la muerte diaria de ellos mismos. Eso es el amor. Y el junior ama y vive los principios de vida junior desde la Palabra de Dios que hoy te invita a crucificarte.
Y bien, después de esta larga reflexión te invito a pensar y orar ante Dios preguntándote: ¿en qué estás crucificado? Si no lo estás, tranquilo, ese es tu pecado y esta semana el objetivo es sentir la fuerza del pecado en nosotros, sentir con dolor que somos pecadores, que la carne, el egoísmo, puede más que Jesús y pedirle que nos perdone y ayude a vivir como auténticos juniors, auténticos cristianos.

Coloquio:
Pues respóndele. La Palabra de Dios es viva. A través de este texto Él te ha hablado hoy, ahora. ¿Qué le dices ante su pregunta?


Ejercicio de esta semana:
Esta semana se trata que desde la composición de lugar descubramos el dolor que distintas personas han sufrido por nuestro pecado. Es importante reconocer el sufrimiento concreto que mi vida ha supuesto para los demás... y descubrir también como ellos tuvieron paciencia conmigo y me amaron y perdonaron.
Hoy piensa en tus hermanos y hermanas.

Examen de la oración:
¿Cómo me he sentido?
¿Qué cosas me han ayudado? ¿qué cosas me han estorbado?
¿Qué he visto claro?
¿Qué voy descubriendo que se repite en los distintos momentos?


No hay comentarios: