miércoles, 7 de mayo de 2008

Escuela de Oración. Semana VI. Día 3º


VI Semana. Miércoles 7 de Mayo

En presencia de...
Ayer descubríamos el valor del signo de la cruz, este gesto que nos identifica a los cristianos. Hoy vamos a detenernos en dos mas: echarse a los pies y los brazos extendidos. El primero te puede parecer raro y sin embargo es de los más significativos. Se trata de la proskynesis. Su origen se encuentra en el acto por el que un rey inferior se sometía a otro grande. Al llegar ante su presencia se postraba todo él en el suelo con el rostro hacia abajo. Este gesto se realiza en las ordenaciones de diácono y sacerdote, mientras se cantan las letanías, es decir, se pide a los santos que recen por nosotros. También el viernes santo el sacerdote al llegar al altar, en silencio, se postra ante él, pues éste representa a Cristo. Tiene un gran significado, representando la total sumisión a Dios. Él es el creador y el orante la criatura, el polvo de la tierra que necesita de Dios para levantarse y tener vida. Es el signo de la total dependencia de Dios. Otro gesto semejante es ponerse de rodillas. Al igual que el primero significa abajarse, ponerse a diferente altura, con lo cual se obliga a mirar hacia arriba, a considerar a Dios superior. Es el gesto más significativo del orante, que juntando las manos, se arrodilla ante él. No olvidemos que arrodillarse significa adorar, reconocer la presencia de Dios, la total superioridad del otro. Y con el mismo sentido se encuentra el extender los brazos, con las manos abiertas. Es el gesto de la acogida, del amor, del novio que los abre para abrazar a la novia y la novia que los abre para abrazar al novio. Significa la total apertura, el deseo de ser una sola carne, unir no sólo los cuerpos sino también el corazón. Ante Dios, como en el amor, abrimos nuestra persona, nuestro cuerpo, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, nuestros valores, nuestros pensamientos,... Somos para él, en palabras del poeta místico S. Juan de la Cruz, “Amado (Dios) con amada, amada en Amado transformada.
Por eso, antes de comenzar la oración, coloca delante de ti una imagen de Cristo, o bien, como indicábamos al principio de estos ejercicios espirituales, búscala en internet y establécela de forma que ocupe toda tu pantalla. Seguidamente realiza uno de los gestos, quizás el más práctico sea arrodillarte y juntando las manos, contemplar a Cristo y decirle, “Señor mío y Dios mío”, las palabras del apóstol Tomás después de la aparición del resucitado (Jn 20, 28)

Oración preparatoria:
“Señor, concédeme sentir crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados al descubrir el daño que a lo largo de mi vida han causado en los demás... para que aborreciendo el pecado pueda gozar de tu misericordia y todas mis intenciones, acciones y operaciones ser ordenadas en servicio y alabanza tuya”

El texto, Su Palabra:
Se trata de la justicia que Dios, mediante la fe en Jesucristo, otorga a todos los que creen –pues no hay diferencia; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios -. Estos son justificados por Él gratuitamente en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús. Pues Dios exhibió a Jesús como instrumento de propiciación a través de su propia sangre, para recibir el perdón mediante la fe. Así mostró Dios su justicia, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, en un tiempo caracterizado por su paciencia; y así muestra su justicia en el tiempo presente, siendo justo y justificador del que cree en Jesús.

Composición de lugar:
No es fácil este pasaje por los términos que utiliza. En él Pablo nos presenta el perdón de Dios. Partiendo de una realidad constatable por todos: somos pecadores (“todos pecaron”) y por tanto estamos privados de contemplar a Dios. Pensemos en el Génesis. El pecado de Adán y Eva les lleva a ser expulsados del paraíso, ser apartados del gozo de poder ver a Dios. Ante esta realidad Él envió a Jesús, quien nos perdona los pecados de forma gratuita.
Si te detienes esa es la concreción de nuestra ley juniors, “amamos a todos los hombres del mundo como Jesús nos ama” y la forma como Él nos ama es perdonándonos. Por eso es tan importante ser conscientes de nuestra realidad de pecadores, para sentir que Él nos ama y nos perdona.
De nuevo aprovecha para pensar en ello. Puede servirte el hacerte estas preguntas: ¿por qué se escribió este pasaje?, ¿cuál es el significado de cada palabra del texto que no entiendo?, ¿qué significado tenía este pasaje para sus lectores originales?, ¿qué me dice a mí este texto hoy?, ¿qué dice el pasaje acerca de Dios?, ¿qué me dice Jesús?, ¿qué pide que yo haga?

Coloquio:
Háblale, sencillamente, dile como te sientes y dale gracias, porque por encima del pecado está el amor de Jesús que siempre te perdona. Humanamente cuesta de entender, que Dios siempre perdone. Pero “el corazón tiene razones que la razón es incapaz de comprender”, decía Pascal con el fin de defender la existencia de Dios y se puede aplicar al perdón.

Ejercicio de esta semana:
Esta semana se trata que desde la composición de lugar descubramos el dolor que distintas personas han sufrido por nuestro pecado. Es importante reconocer el sufrimiento concreto que mi vida ha supuesto para los demás... y descubrir también como ellos tuvieron paciencia conmigo y me amaron y perdonaron.
Hoy piensa en tus amigos.

Examen de la oración:
¿Cómo me he sentido?
¿Qué cosas me han ayudado? ¿qué cosas me han estorbado?
¿Qué he visto claro?
¿Qué voy descubriendo que se repite en los distintos momentos?

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